XII. Todo arde

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XII

POV JUNGKOOK

Pensé en lo curioso que era cómo el cuerpo aún podía funcionar a pesar de que el único deseo en mi corazón era desaparecer de la faz de la tierra.

Me había obligado a mí mismo a irme a casa de Yoongi, después de sentir que las pulsaciones y la sangre se me abombaban en las sienes, mientras intentaba desesperadamente oxigenarme, era el único lugar que podía recordar. El único espacio donde podría recostarme tranquilamente a lamentarme. En un principio no tenía idea cómo había logrado llegar ahí, pero Yoongi había abierto la puerta y pude volver a sentirme un poco vivo esa noche.

No preguntó nada, ni me escudriñó con la mirada intentando sacar conclusiones acerca de mi estado. Se había limitado a traerme cocoa caliente y una manta. Y cuando su brazo me envolvió por los hombros, y su característico aroma inundó mis fosas nasales tuve esa extraña sensación de estar siendo consolado por el hermano que jamás había tenido. Pese a que mi mente no era capaz de trabajar medianamente bien y mis movimientos parecían estar equivocados todo el tiempo, había podido alzar mi mano para agarrar el pliegue de su sweater, y ahí en ese gesto, en ese puño en el que envolvía un poquito de él, me permití llorar.

Así el día domingo por la mañana, aún seguía recostado en el sofá, pensando en lo agraz que era la vida. Había estado llorando al menos dos cuartos de la noche, y aunque ciertas piezas de angustia seguían removiéndose en alguna parte de mi mente, me sentía menos pesado. Una tenue luz lograba colarse a través del ventanal que daba a un silencioso parque. Me ha pasado eso seguido. Eso de sentir tanta pena que no sé cómo he podido concretar el quedarme dormido, y al día siguiente al despertar pareciese que no quedan rastros de esa inmensa desolación... Sólo es otro día por la mañana, en un aburrido y silencioso domingo.

Intento no pensar. Y quiero seguir tapado hasta la cabeza, observando la taza vacía que por la noche estaba repleta de cocoa caliente sobre la mesita en la sala de estar. Me remuevo inquieto.

Pero me asalta la incertidumbre al escuchar ruido desde la cocina, y aunque no tengo intenciones de prender el celular, lo hago sólo para poder ver qué hora es. La pantalla se ilumina, mientras doy un suspiro.

10:17 AM

11 llamadas perdidas.

14 mensajes de voz.

9 mensajes de texto.

El aparato no deja de vibrar en mis manos, y lo tiro lejos, porque ya he hecho lo que quería. Me hundo entre la manta y acomodo con mis manos la almohada en mi cabeza con la mente atiborrada de imágenes, palabras que no había logrado evocar al despertar. Y algo parece volver, y quiero resistirme, pero una tras otra, se agolpan una serie de oraciones, y oigo el tono metálico de una voz que quiero desconocer. De pronto cierro los ojos y todo lo que puedo ver es azul. Tonalidades de azul y todos sus derivados.

—¿Jungkook? — escucho la voz de una mujer. Abro los ojos frustrado, porque sé que significa ese azul, y de cierta manera verla a ella ahí me hace sentir a salvo de mis propios pensamientos. Me llevo los dedos al puente de la nariz intentando sonreír.

—Señora Min. — digo, incorporándome. —Oh, disculpe por venir tan tarde...

—Hijo ¿estás bien? — Sus ojos son idénticos a los de Yoongi, pequeños, y parecen empequeñecer aún más cuando intenta estudiar mi rostro. — Tienes los ojitos hinchados.

Me encojo de hombros, sin haber esperado que eso fuera lo primero que diría. No es necesario que lo diga, puedo sentirlos, pesados y calientes. Escucharlo me avergüenza.

If you were Me [JiKook]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora