Veinte.

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El ojiverde lanzó las llaves del auto a la mesa y se paró frente a Joy, provocándole bastante miedo a ésta

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El ojiverde lanzó las llaves del auto a la mesa y se paró frente a Joy, provocándole bastante miedo a ésta.

—Bill, yo...–intentó hablar.

—Cállate. –le ordenó.

—Él me besó Bill, no significó nada...lo juro. –dijo con lágrimas en sus mejillas.–yo te amo a ti, te adoro...

—Quiero que tomes tus cosas y te largues. –le habló sin pensar.

—No, Bill... –estaba desesperada– Por favor... lo lamento, lo lamento, mi amor...

—¡Lárgate!

Le gritó al mismo tiempo en que la empujó provocando que chocara con un mesón golpeándole fuertemente la espalda. Joy ahogó un gemido de dolor, nunca había visto a Bill tan agresivo, si se enojaba, pero no al punto de empujarla de esa manera.

Y volvió a hacerlo, volvió a empujarla.

—Basta, Bill, me duele. –lloraba sobándose su espalda.

—Vete, no quiero que cojas mi auto. Solo vete y no vuelvas, no quiero volver a verte nunca más.

Bill pasó por su lado empujando su hombro, Joy se quedó ahí sola, no tenía opción. Así que sin despedirse salió de la casa para ir donde su amiga Elena, que bastante olvidada la tenía.

—Te quiero en veinte minutos en el hotel de siempre. –llamó Bill a Stacy.

—¿Qué ocurre?

—Solo ve, maldita sea. –y colgó.

Consumido por la rabia tomó un florero y lo lanzó a la pared haciendo que este se rompiera en mil pedazos. Tomó las llaves de su auto y fue al hotel para desquitar su irá con su amante.

Joy caminaba de forma solitaria por el barrio, todo estaba oscuro y no podía ver nada, lo que provocó que se perdiera. Tenía frío, hambre y se sentía bastante enferma.

«necesito volver a casa» se dijo a si misma.

«¿con esa bestia? ¡Olvídalo!» la recriminó su conciencia.

Pero no tenía de otra, así que cogió su celular (que por suerte tenía carga) y le marcó a su esposo.

—Hola, preciosa.–le habló un hombre algo bajo y con pinta de sucio. – ¿A quién llamas, hermosura?

—A-a mi esposo. –le respondió ella para luego darse la vuelta, pero el hombre le sujetó el brazo.

—¿Quién es tu esposo? –preguntó.

—Nadie...

Joy llamaba algo desesperada, tenía miedo y lo peor es que Bill no contestaba. Estaba demasiado molesto y ocupado con una amante para contestarle.

—Eres realmente bella, ¿te lo han dicho? –dijo el hombre con una sonrisa macabra.

—Mi esposo me lo dice todo los días...

—Que afortunado tu esposo... al parecer está ocupado.

Joy se intentaba alejar, pero el hombre se le acercaba a medida que daba un paso.

—Vamos, Bill... contesta. –se dijo a sí misma a punto de romperse a llorar.

Llevaba exactamente 20 llamadas perdidas y 40 mensajes y ninguno respondía. Solo por estar desvistiendo a otra mujer.

—Tienes unas tetas deliciosas...–volvió a hablar el hombre.–me encantaría divertirme contigo, mi reina.

—Déjeme en paz, mi esposo vendrá por mi en cualquier momento y es muy celoso. –habló esperanzada.

—Tú esposo de seguro debe estar revolcándose con otra mujer. –rió– seré tu distracción, linda.

El hombre le sujetó fuertemente de un brazó y la arrastró hasta un frío y oscuro callejón, Joy intentaba forcejearse, pero él era más fuerte.

—¡Suélteme! ¡Suélteme por favor! ¡Déjeme! ¡Ayuda! –gritaba a todo pulmón la morena mientras las lágrimas bañaban su rostro.

Todo esto pasaba mientras Bill besaba a otra mujer.

El hombre le propinó un puñetazo a la bonita cara de Joy haciéndola callar por un momento, pero volvió a gritar pidiendo ayuda, pero nadie la escuchaba.

—¡Quédate quieta, maldita zorra! –la volvió a golpear.

El sabor metálico llegó a los labios de Joy, el hombre la golpeaba sin piedad, rompió su celular y comenzó a romperle la ropa.

Todo esto pasaba mientras Bill se enredaba en las sabanas con otra mujer.

El hombre mordía los pechos de Joy sin delicadeza, mordía sus labios y su cuello dejándole feas marcas,

—Parece que te cogieron ayer... ¿No, maldita puta? –preguntó al ver los chupetones de Bill.

—Piedad.... por-por favor....

El hombre reía de manera psicópata mientras le arrancaba el short que traía puesto, dejando a la vista sus pequeñas braguitas blancas.

—Joder, que buena estás.

Joy se sentía sucia y asquerosa. El hombre la manoseaba con descaro, metió sus sucios dedos en el interior de su cuerpo provocándole dolor. Un ultimo puñetazo en la sien dejó a Joy aturdida y muy mareada.

Todo esto pasaba mientras Bill penetraba a otra mujer.

Lo siguiente fue lo peor, el hombre sacó su miembro para luego meterlo dentro de ella, Joy soltaba pequeños alaridos de dolor y le suplicaba en un hilo de voz que la soltara.

El tipo le rasguñaba las piernas y los brazos, le tiraba el pelo, le golpeó un ojo y le pellizcó el clitoris. Joy tenía el rostro empapado en lagrimas hasta que por fin acabó, la llenó de su asquerosa esperma y se levantó dejándola tirada.

—Pobre de ti que digas algo, la próxima será peor ¿entendiste, mi reina?

Joy solo soltó un quejido, el hombre le dio un último puñetazo y se fue.

Había sido violada sin piedad alguna, Bill no le devolvió las llamadas, nadie fue a ayudarla. Así que tomó su ropa y como pudo se vistió, estaba adolorida y con el corazón roto.

Caminó tambaleándose buscando ayuda, hasta que la encontró.

—¡Dios mío! –exclamó la mujer– mi amor, ¿estás bien?

—me violaron...–dijo en un hilo de voz, mientras mal lágrimas corrían por su rostro.– me violaron...

—iremos a un hospital, ven querida... Benjamin, ayúdame. –le dijo a su hijo.

Él miró a Joy con lastima, la iba a cargar.

—¡no! ¡Suéltame! ¡Déjame! ¡No me toques! –gritó desesperada.

—Ben, llama a una ambulancia.

La mujer le acariciaba el rostro y le tendió una botella de agua, le limpio el rostro e intentó calmarla.

La ambulancia llegó y tuvieron que inyectarle tranquilizantes para que se dejará tocar por los paramédicos.

Todo esto pasó mientras Bill se vengaba de ella con otra mujer.

©Broken Heart -» Bill SkarsgårdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora