©Broken Heart -» Bill Skarsgård

Cinco

Bill se encontraba totalmente nervioso, le había mentido por enésima vez a su mujer diciéndole que volvería a su trabajo, específicamente le había dicho que le asignarían un papel para una nueva película, pero no era así. Se iría de viaje a Hawaii con Stacy toda una semana. 

Se sentía basura por mentirle a la mujer que alguna vez amó, aunque muy adentro de sus sentimientos alguien le decía que solo estaba confundido y que aún seguía amando a su diamante. Pero él se trataba de convencer que no era así. 

¡Ahora quería a Stacy! 

Sus pensamientos se esfumaron cuando Joy salió del baño envuelta en una toalla, lo hacía a propósito para provocarle y vaya que lo lograba, pero se negaba rotundamente a tocarla. 

¿Cómo en una mujer puede caer semejante belleza? Pensó. 

—¿A qué hora sale tu vuelo? –le habló Joy con un tono triste. 

—En tres horas más. –respondió bebiendo su taza de café. 

—¿Te puedo acompañar al aeropuerto? –preguntó esperanzada.

—No. 

Ella solo asintió mientras se terminaba de vestir. Le prepararía la maleta a Bill con todo lo necesario para su supuesto viaje de trabajo, en su mente se preguntaba qué película sería, si tendría escenas sexuales o algo así. 

—T-Tu película... ¿Tendrá... sexo? –cerró los ojos esperando la respuesta.

—Aún no lo sé. –elevó sus hombros– Si es así debo hacerlo, es mi trabajo. 

—¿Te acostarás con otra mujer? 

—No lo sé, Joy. Deja de fastidiar, con eso pago todos tus caprichos.

—Yo no te pido absolutamente nada. –habló furiosa– y si a eso te refieres con que soy una carga ¡Bien! Conseguiré trabajo. 

—Haz lo que quieras, me da igual. –era mentira, si le importaba.

—Todo lo que yo hago te da igual. 

—Divorciémonos entonces. 

Aquello dejó helada a Joy. Sentía como su corazón era apuñalado una y otra y otra vez. Quizás sonaba exagerado, pero eran seis años junto a él y ella aún tenía esperanzas de salvar su matrimonio. 

El último estrujón en su corazón le hizo soltar el llanto, ya estaba pensando en que tenía depresión.

El sentimiento oculto de Bill quería abrazarla y decirle que era mentira, que aún la adoraba como el primer día, pero su idiotez era más grande.

—¿Ha-hablas en serio?–le preguntó con voz temblorosa. 

—Si. Si sientes que ya no te amo y que no me importas ¿qué otra solución hay? 

—¿No te importa salvar nuestro matrimonio? –bajó la mirada. 

—¿Sabes? Tengo un viaje, no tengo tiempo para esto. –evitó la pregunta– tienes un mes para decidir qué quieres hacer respecto a esto. 

Claro, como siempre todo tenía que hacer o decidir  ella.