Nueve

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Esa tarde Joy había ido a la playa, la soledad le permitía pensar que hacer respecto a su vida y a su mal logrado matrimonio

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Esa tarde Joy había ido a la playa, la soledad le permitía pensar que hacer respecto a su vida y a su mal logrado matrimonio. No entendía a Bill, por un año se había comportado completamente indiferente con ella y ahora que tiene un amigo finge importarle.

Tenía un mes para aclarar todo lo que haría y ver si su marido podía cambiar ahora que ha llegado alguien más.

No sabía con seguridad si la había estado engañando y de tan solo pensarlo se le revolvía todo el estómago.

—Señorita, ya vamos a cerrar–Le llamó la atención una mesera del local.

—Oh, claro. –asintió– lo lamento, ¿me trae la cuenta?

En su caminata había pillado un puesto de jugos naturales y había pasado la mayor parte de su tarde ahí, en su memoria pasaban los momentos buenos que tuvo con Bill cuando jugaban a quien terminaba más rápido la bebida. Obviamente ganaba él, ya que a la mitad del camino a ella se le congelaba el cerebro con el frío jugo.

Rió para no llorar ¿cómo pudo haber cambiado tanto de una noche a la mañana?

Cuando pagó salió del lugar para ir a su casa, se sintió mal cuando no encontró a Bill.

«Quizás... cuestiones de trabajo» pensó.

Sin ningún ánimo se lanzó a la cama para dormir sola.

Al día siguiente se lo encontró a su lado con la mirada fija en el techo, se preguntaba en qué pensaba, si en su mente estaría ella aunque sea un minuto...

—¿Dónde estuviste ayer? –el ojiverde interrumpió el silencio

—En la playa, sola. –le respondió dándole la espalda.– ¿y tú?–volvió el silencio– Bill...

—Con Alexander. –mintió, pero como siempre, ella le creyó.– ¿Cómo se llama tu amiguito? –preguntó y ella rió sarcástica.

—Matt.

—¿Es... atractivo? –Joy no pudo evitar soltar una carcajada con su pregunta.– ¿dije algo gracioso?

—Si, Bill–le dijo sincera.– Es bastante atractivo y muy dulce.

Para evitar toda su escena de celos decidió levantarse para ir al baño. En dos horas más debía estar en la cafetería.

Sintió los pasos de Bill detrás de ella y enseguida se dio vuelta haciendo que su cara chocara con su pecho. Obligadamente miró hacia arriba, su enorme estatura nunca le permitió mirarle perfectamente bien. Su mirada chocó directamente con los ojos de él provocándole las dichosas mariposas.

—No quiero que trabajes...–habló intentando no sonar duro– tenemos bastante dinero ¿para qué más?

—Corrección, TIENES –recalcó.– Trabajo para no sentirme sola.

—Me tienes a mi...

—¿A ti? –rió sarcástica– ¡nunca estás! –elevó la voz– Te pedí un bebé y ni eso quieres conmigo.

—Joy...–suspiró– es complicado...

—No es complicado entender que ya no me amas.

Salió del baño dejándole con la palabra en la boca. Bill ahora se sentía raro, Joy estaba cambiando un poco, no le preparaba desayunos especiales, ni le dejaba pasteles o pequeños detalles, además de que la comenzó a sentir más alejada, probablemente su culpa.

Pero... ¿No era eso lo que quería?

¡Si! Que ella misma por su cuenta de alejara y le dejara en paz y con los papeles del divorcio firmados, pero ahora con esto ya no estaba del todo seguro.

Estuvo toda la mañana observando sus movimientos hasta que comenzó a cambiarse de ropa para su dichoso trabajo y su encuentro con ese tal dulce y atractivo Matt.

—¿Ya te vas?–le preguntó apoyándose en el marco de la puerta.

—Si–contestó a secas mientras terminaba de ponerse su zapatilla.

—¿Me dejarás solo? –habló con cinismo

Cariño, tú nunca estás solo.

La morena salió dejándole con la palabra en la boca.

No podía permitir que su mujer le cambiará por un hombre que preparaba café.

©Broken Heart -» Bill SkarsgårdWhere stories live. Discover now