Catorce.

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Bill salió al centro escondido detrás de sus gafas oscuras y una gorra, hacía calor, pero de igual manera se puso una bufanda para cubrir su boca

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Bill salió al centro escondido detrás de sus gafas oscuras y una gorra, hacía calor, pero de igual manera se puso una bufanda para cubrir su boca.

Vio una florería y entró, hace mucho tiempo no hacía esas cosas. La última vez que le regaló flores a su esposa fue para el día de los enamorados el año pasado.

Se quedó mirando varias flores hasta que unas le llamaron su atención, eran unas rosas color celeste, las compró pues le recordaban los ojos de ella.

Volvió a casa pensando en que decirle, pero al abrir la puerta ella ya no estaba.

«La estás perdiendo» le dijo su consciencia.

Sacudió su cabeza y dejo las flores en la mesa. Estaba enojado y triste, porque su mente tenía razón.

«puedes ir a dejárselas a la cafetería» volvió a hablar.

Lo pensó por un momento, pero se decidió por no hacerlo.

—Stacy–la llamó por celular– arréglate, iremos por tu vestido.

—¡Si! Eres el mejor, Te a...

Le cortó antes de que le dijera la palabra, suspiró frustrado.

No era lo que tenía planeado, y no estaba satisfecho por alguna razón. Tenía demasiado miedo por Joy.

«Tienes a Stacy, es más guapa» le decía su diablito.

¿Más guapa? ¡Claro que no!

Estaba demasiado confundido para pensar quién era mejor, y solo se dignó a cometer el mismo error de siempre, ir por la mujer que solo quería su dinero.

Joy le había mentido a Bill, no iba a salir con Matt. Si no que con Elena, tenía a su amiga bastante olvidada así que no vio problema en salir una tarde con ella.

¿qué tal las cosas con Bill, reina? –le preguntó Elena con su acento puertorriqueño.

Creo que de mal en peor ¿sabes? –le respondió desanimada.– Ahora finge un poco de interés porque conocí a Matt, pero nada más que eso.

Yo que tu dejaría a ese poste andante y me iría con ese enanito –le dijo mientras bebía jugo.– Es más sabroso el chocolate moreno que el blanco. –Joy solo rió mientras negaba con su cabeza.

No lo sé, amo mi chocolate blanco. –habló con nostalgia– siempre me he sentido segura con él.

¿Qué acaso tú estás loca? –Abrió los ojos a tope– Joy, ese tipo a sido una mierda contigo, estás de todo menos segura con ese huevón.

Solo estamos pasando por un mal rato, Elena. –suspiró triste–volverá mi sueco dulce.

Elena solo rodó los ojos y le lanzó una servilleta. Estaba apenada por su amiga, ella estaba segura de que Bill le ponía los cuernos, pero Joy estaba demasiado ciega como para notarlo. Amaba a la chica que tenía enfrente y lo que menos quería era que sufriera por alguien tan frío como su país natal.

Fueron juntas a una salsoteca donde bailaron hasta altas horas de la madrugada. Afortunadamente Elena andaba con auto, así que la fue a dejar a las cuatro de la mañana a su casa. Algo ebria por cierto.

Bill se encontraba nervioso, no había podido pegar un ojo ¿Que tal si Matt le hizo algo? ¿Si se quedó con él? Mientras más preguntas se hacía, peor se sentía. Su corazón dio un vuelco cuando escuchó la cerradura de la puerta, se intentó tranquilizar y parecer indiferente con la situación, pero no le resultó.

—¿Dónde estabas? –le preguntó cortante.

Relájate, Bill. –Habló ebria en español.– salí con...–hipo– Elena.

—¡Háblame en inglés, joder!

—¡Me llamó Joy, no joder! Joy Elizabeth Skarsgård. Mucho gusto. –estiró su mano como gesto de saludo.– Que apellido más...–hipo– raro. –frunció el ceño.– Skarsgård. –Bill solo la observaba enojado, pero no pudo evitar reír.

—Tu decidiste llevarlo.–sonrió mientras recordaba cuando le dio el sí a su petición matrimonial.

—Mírate...–hipo– Eres todo un bombón blanco.–Bill soltó una carcajada, hace mucho no veía a su esposa borracha.– Tu altura me marea, ¿puedes...–hipo– Agacharte??

—Es hora de dormir, diamante.

—Te amo, Billy. –dijo entre risas– amo tu sonrisa, tus ojos verdes, incluso tu mal humor–se le humedecieron los ojos. –Te amo aunque tú no me ames a mi...

Y se desmayó. Bill solo atinó a tomarla en brazos, ponerle su pijama, un paño húmedo en la frente y acostarla suavemente en la cama.

Se acostó a su lado y la abrazó mientras aspiraba el dulce aroma de su cuerpo, nada comparado con el de la pelirroja con quien la engañaba.

Suspiró triste, Joy no merecía eso. Ella solo merecía flores, desayunos especiales, cenas románticas y noches apasionadas.

Miró las pequitas de su pequeña nariz y sonrió.

—Si te amo, cariño...

©Broken Heart -» Bill SkarsgårdWhere stories live. Discover now