Doce.

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Una semana después quedaba menos para el cumpleaños número veinticinco de Joy

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Una semana después quedaba menos para el cumpleaños número veinticinco de Joy. A pesar de que nunca se emocionaba mucho por su cumpleaños, estaba curiosa por lo que Bill podría hacer (también si es que se llega a acordar)

El ojiverde se encontraba acostado en la cama de un hotel con Stacy, fumaba un cigarrillo mientras intentaba pensar que hacer con su vida.

Stacy le hacía "Razonar" con que se quedara con ella, mientras que él escuchaba cada una de sus motivos no encontraba ninguna coherencia de hacerlo. Su mente idiota y obsesionada con Stacy le decía que dejara a Joy de una buena vez, que con ella era todo problemas y con el matrimonio no era libre, además de no ser feliz. Mientras que con la pelirroja era todo lo contrario.

«Amas a Stacy, amas a Stacy, amas a Stacy» se repetía una y otra vez.

Pero los ojos de Joy se le cruzaban por su cabeza... ¡Benditos ojos!

—Bill, ya deja de frustrarte –la aguda vos de Stacy sonó en sus oídos– Yo te daré todo, te haré feliz, te tendré satisfecho de todas las maneras posibles...–lo besó.– Con ella y con suerte duermes –rió.

Dormían porque él así lo quería, porque Joy a la hora de intimar...

Pero decidió envenenarse la mente con ella y volver a olvidar a su esposa.

Stacy solo pensaba en lo fácil que Bill era, con solo un chasquido de dedos ya lo tenía debajo de sus sabanas, además de que obtenía quinientos dólares diarios de su parte como si de tomar agua se trátase, debía mantenerlo así. Porque sin ese apuesto sueco ella prácticamente viviría en la calle. Y sería el hazme reír de sus amigas, a quienes humillaba por tener un amante millonario.

Solo quería casarse con él para obtener todos sus bienes y asegurar su futuro lleno de lujos y glamour.

Por otro lado, Matt se encontraba en la cafetería con su amor platónico, disfrutaba mucho  de su compañía, aunque aún estaba triste por lo de hace una semana atrás.

—¿Cómo es la relación con tu esposo? –le preguntó curioso– por lo de aquella vez afuera de la cafetería parece que bastante buena relación tienen. –rió sin ganas.

—Pues... no sé cómo explicarte nuestra relación. –bajó la mirada– Bill es muy frío, aunque no siempre fue así...cambió de la noche a la mañana.

—¿una amante?–interrogó directo.

—N-no. Él no me sería infiel. –deseaba que no– Solo estamos pasando por un mal momento y ya.

Matt no muy seguro de su respuesta siguió dibujando en los cafés. Estaba concentrado pensando en que él podía darle todo lo que su esposo no podía, quizás así podía lograr que la hermosa mujer que tenía a su lado sintiera quizás una pizca de atracción.

No se rendiría, tal vez  terminará con el corazon hecho trizas, pero decidió arriesgarse. ¿Qué peor le puede pasar?

La observó cautelosamente, jamás había visto a una chica así. Piel morena y tiernas pecas en la nariz, sus ojos eran la mezcla más perfecta entre el verde claro y el celeste, no era muy alta, le echaba un metro con sesenta centímetros y su cabello caía como cascada por sus hombros hasta llegar a su delgada cintura. Además de que tenía buenos pechos y buen trasero, era tímido, pero no ciego.

—¿Matt? ¿Estás bien?–la pequeña mano de Joy pasó frente a sus ojos.

—¿Ah? ¡S-si!. –tartamudeó– me quedé pensando en... en los pasteles ¡si! Eso, pasteles. –rió nervioso.

—De... acuerdo. –le miró raro– Bien, he terminado, debo irme. –tomó su bolso y besó su mejilla– nos vemos mañana, pequeño Pinocho.

No dejó de mirarla hasta que se perdió de su vista por aquella puerta.

Definitivamente jamás había visto una chica así.

©Broken Heart -» Bill SkarsgårdWhere stories live. Discover now