Silencios incómodos

292 10 0
                                    

Suena la manija de la puerta y yo ya estoy en el otro mundo. Trago saliva.

-Luke, cariño, ya llega… -mi mamá se queda mirándome, luego a Jade y luego de nuevo a mí.

-Que pasó cielo, porque no quieres entrar… -mi papá tiene la misma reacción.

Pasa un segundo y rompo el silencio.

-Mamá yo… -no me deja terminar y se acerca corriendo como si quisiera pegarme, Jade me alcanza a mover y mi padre sostiene a mi mamá.

-¿Acaso estás loca? –la reprende mi padre.

-Es una malagradecida. Se larga con ese y luego vuelve ¿quién sabe por qué? ¿Acaso estás embarazada? –me fulmina con la mirada. No puedo hablar.

-Mamá yo solo…

-Cállate. –me dice tapándose los oídos y alzando la mano para que me calle. –no quiero saber nada de lo que has hecho, ¿Es lo que quieres no? Quieres hacer lo que te da la gana y que nadie te diga nada. Pues bien, ve y sigue haciendo lo que te la da gana. ¡ANDA! – me grita y mis lágrimas empiezan a salir, nunca la había visto tan molesta. Nunca me ha pegado.

-¡Esto es absurdo! –la regaña mi padre y se sienta con ella en el mueble. –Cariño esta es tu casa y puedes venir cuando te da la gana.

-¿Venir? –digo asustada. – ¿me están echando de la casa?

-No cariño, disculpa. Digo que es tu casa y puedes venir cuando quieras, ya que ayer no viniste y lo entendemos. –mi padre se ve derrotado. –nos portamos mal y me disculpo por el golpe de ayer de tu madre. –Miro a Jade de reojo que me mira preocupado, no le he contado nada del golpe, pero por lo que vio creo que se lo imaginaba. –ella ha estado enferma y preocupada de que te pudo haber pasado algo. –mi madre se levanta y se va al cuarto.

Jade no ha dicho nada, pero estaba tan nervioso como yo porque nunca me soltó la mano y me la tenía agarrada tan fuerte que tengo sus uñas tatuadas.

-Jade lamento lo que viste. –dice mi padre.

-No se preocupe Sr. Anderson.

-Papá estuve en un Hotel, no con Dylan sino con Jade. –sé que puedo confiar en mi padre mucho más que con mi madre.

-Lo sé cariño. Solo tu madre puede creerse ese cuento de Dylan. –me sonríe.

-¿No estas molesto? –pregunto incómoda.

-No, en realidad es la reacción que esperaba.

-¿Que me valla de la casa?

-Prefiero eso a que te estés suicidando sola en el cuarto. –pude ver la cara de Jade que la viró como el exorcista hacia mí.

Solo agacho la cabeza. Lo ha descubierto.

-Cariño, no quiero que lo vuelvas a intentar. Por favor, somos tus padres y nos preocupamos por ti, cuando tengan hijos lo entenderán. –sigo sin verlo, solo miro al suelo.

-Amor, ¿has intentado matarte? –Jade me alza de la barbilla para que lo vea. No puedo. No puedo verlo. –contéstame.

-Jade, April quiso auto medicarse. –mi padre da un suspiro. –si no fuera por Dylan, ella…. –me puedo decir la palabra.

-Espere, ¿Dylan? –responde sin saber.

-Dylan llegó en ese rato a despedirse y la vio en el piso con un frasco de pastillas, sin pastillas. Quedó inconsciente y se desmayó. 

Nos quedamos en silencio hasta que mi padre habla.

-Si Dylan hubiera llegado un poquito más tarde… ella…

-Papa… -intento que se calle. No quiero volver a oír lo que ni yo sabía que estaba haciendo.

-Llego a tiempo para que le hagan un lavado de estómago. Un minuto más, o una pastilla diferente, y ya no la…

¡DE NUEVO EL SILENCIO!

Sigo mirando al piso, no puedo verlos. Sé que Jade me mira de reojo, puedo sentirlo.

-¿No vas a decir nada? –me dice Jade.

-¿Qué quieres oír? ¿Qué me quise suicidar? –lo miro. –pues sí. Lo intenté, tenía tantos problemas, tantas decepciones, sentía que nadie me quería, que mi mundo se venía abajo y yo… yo solo...

-¿Tu solo decidiste terminar contigo y no enfrentarlos? –responde molesto.

No respondo.

-No puedo creer que siquiera lo hayas intentado. –se coge la cabeza y me mira. –hay personas que tienen problemas más fuertes y sin embargo están felices de que están con vida, personas hasta al borde de la muerte que sonríen, con enfermedades terminales, y tú queriendo quitarte la vida por un problema que tiene arreglo. –cierra los puños. –Dios, April. Esto es una maldita estupidez. No lo puedo creer. –mi padre no dice nada.

-Disculpe Sr. Anderson. –Jade agacha la cabeza después de haber insultado.

-No te preocupes, al menos tú puedes sermonearla. Es realmente lo que tiene que escuchar.

DE NUEVO EL MALDITO SILENCIO

 

Odio esta clase de silencios.

Jade Wilde  Una idiota obsesión.Where stories live. Discover now