Capítulo 12- Madre e hija

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Habían conseguido un pequeño refugio detrás de aquel desastre. De vez en cuando aún podían ver a la gente correr con desesperación por sus ventanas, pero no le dieron importancia.
En cambio, lo lamentaron: su aldea había sido destruida.

—Ya— comenzó a hablar el Uzumaki, sentándose de una de las sillas de aquel hogar. Era aceptable, pero solo como guarida—. ¿Alguien me va a decir qué ocurre?— habló. La chica ya no tenía ningún rasguño gracias a Inojon, pero estaba agotada, por lo que seguía con los ojos cerrados, durmiendo.

—Todo fue extraño— añadió Mitsuki.

—Sarada-chan puede destruir todo lo que toca cuando activa el sõzõ, pero estoy seguro de que no puede ralentizar el tiempo— añadió el Yamanaka, mirando a los dos chicos. Él no podría quedarse por mucho más tiempo. Su misión particular se hizo más peligrosa de lo que debía, por lo que debería seguir su camino y esperar refuerzos de Konoha. ¿Shikadai y Chocho? Ojalá. Necesitaba a sus compañeros, pues la chica que quería estaba en serios problemas—. Solo puede significar algo.

—Lo sé— habló Mitsuki, apretando sus puños. El dolor de sus rasguños aún estaba presente, aunque estaba curado. No dejaría cicatriz—. Alguien nos debió de haber ayudado desde las sombras.

—¿Y si no trata de ralentizar el tiempo? ¿Y si trata de gravedad?

—Hablas de...— dijo Inojin, para sorpresa de todos.

—Ella— Mitsuki dijo el nombre en el que todos pensaban, aunque la atención se centró en Inojin. Querían saber en cómo conocía a aquella chica, pero sería una respuesta que sacarían después—. Ella me recuerda demasiado a Sarada-chan.

—Es porque Ella es una Aika— informó Boruto—. Así se presentó. ¿Pueden ser primas?

—No lo sabremos— concluyó Inojon, bastante agotado. Había tenido que correr, pero por suerte, alcanzó a socorrer a la morena. Era fuerte. Todos lo eran, solo que aún habían tenido oportunidad de demostrarlo—. Tendremos que avanzar, sin estar informados. Aún así, no confiemos en Ella.

—¿Qué es lo que sabes de Ella?

—Información confidencial.

Mitsuki y Boruto suspiraron. Sabían que parte de ser ninja era llevarse cierta información a la tumba. Y, aunque eran amigos, Inojin seguía muy bien los pasos de su padre. Trabajaba con él, de hecho. Por supuesto, con su fiel InoShikaCho.

—De todas formas...— habló Boruto pensativo. Cada detalle de aquel momento se guardó en su memoria—. ¿Por qué esa habilidad no afectó a Sarada?

Inojin sabía la respuesta, cuando ni Sarada fue consciente. La adrenalina hizo que no pudiese tener perspectivas diferentes en aquella batalla. Ni siquiera se fijó en que Mitsuki y Boruto no podían moverse. Solo se fijó en Usui, y en que debía terminar con él.

***

¿Qué está pasando?— preguntó Sarada. Delante de ella estaba Sakura. Sus cabellos eran cortos y sus labios volvían a brillar—. Mamá, dimé qué está pasando- volvió a insistir.

Los sueños eran el único sitio en el que ella podía ver a Sakura. Aunque, cuando estos se volvían una pesadilla, era infernal. El temor de Sarada se cumplía: ver morir a alguien a la que apreciaba.


Sarada.

La voz de Sakura hizo que un escalofrío recorriera a Sarada. Fue agradable. Fue hermoso escuchar cómo pronunciaba su nombre y de qué manera tan dulce.
¿Qué es lo que tenía su madre para ser odiada por aquellas personas celestiales?

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