Mamá y todos me dan el abrazo de Navidad, menos José, quién se encuentra completamente alejado de mí. Cuando marcaron las 00:00 el sentimiento y las ganas de llorar me llegaron tan pronto como un correcaminos, sin embargo me contuve para no ser el centro de atención.
Arely con un rostro lleno de emoción me tiende una caja color roja con un moño plateado, la tomo en mis manos y la agito a un lado de mi oído izquierdo, para encontrar una idea de lo que me encontraré envuelto.
— ¡Vamos Lía, ábrelo! —Coloca sus manos a sus costados. Sonrío asintiendo con la cabeza, espero que no sea algo vergonzoso como al regalo que me dio en mi cumpleaños pasado.
Levanto la tapa de la caja, sintiendo esas ganas de llorar de nuevo. Es un retrato con dos fotos de nosotras juntas, la primera que nos sacamos hasta la última. En la esquina del mismo hay un pequeño delfín y al lado una foca, nuestros animales favoritos. Dejo el regalo en el sofá, y la abrazo, para otras personas podrá ser un regalo cualquiera, pero para mí, es el mejor de todos. La amistad que ésta loca chica me brinda no la cambio por nada, y menos tiraría ocho años con ella a la basura.
—Aly, te adoro —seco una lágrima con el dorso de mi mano—. Esto —apunto el retrato—. Significa demasiado para mí, gracias por ser mi hermana hija de otros padres —bromeo, a lo que ella ríe fuertemente.
—De nada bebita, te adoro más —me sonríe.
Creo que mi regalo para ella no es nada comparado con el suyo.
—Lía... —Alguien toma mi hombro, miro a Arely quién levanta las cejas con coqueteo mirándome también.
Me volteo, y José me regala una media sonrisa, la cual me causa una sensación que no sé a qué se deba.
—Feliz Navidad bella —extiende sus brazos y me envuelve en ellos. Puedo sentir su aroma chocar mis fosas nasales, cegándome a dejarme llevar por el momento. Sin embargo no dura mucho. Me separo de él, fingiéndole una sonrisa.
—Feliz Navidad, José —el me mira confundido, frunciendo el ceño.
— ¿Puedo hablar contigo? —Pregunta.
—José amor, puedes venir a ayudarme —La voz de mi madre me interrumpe, haciéndome sentir mal.
—No José, te necesitan allá —y la única expresión en mis palabras es; frialdad.
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Diciembre 28, 2014
—Te veo más tarde hermana —besa mi frente, dejando saliva en la misma. ¡Asqueroso!
— ¡HUMBERTO! —Escucho su estruendosa risa alejándose, tomo una servilleta para secar los gérmenes que mi hermano ha dejado, y camino hacia él—. ¿A dónde irás?
—Iré a un asunto con José —gira sus talones para mirarme—. Creo que aun tienes sali...
—Cierra la boca —lo interrumpo—. ¿Con José? —Pregunto irónica, desde cuando Berto es muy amigo de él.
—Con el mismo —asiente—, madure lo poquito que me faltaba, creo que deberías hacer lo mismo —se enoje de hombros saliendo de casa.
