Capítulo. 05

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Cierro los ojos con demasiada fuerza, la vergüenza llega a mí por una milésima de segundo. Doblo la nota y la guardo en el bolsillo de mi pantalón, así Arely no intentará quitármela.

Mi amiga me mira levantando una ceja, mientras sonríe también. La miro frunciendo el ceño, ¿ahora qué le pasa? Niego con mi cabeza, dándole a entender que esta loca. Suspiro y me acomodo en el pupitre que es para dos y que comparto con ella. Arely se sienta en el lado izquierdo y saca sus cuadernos.

— ¡Hola!, ¡estoy aquí Lia! —Reprocha, su mano se mueve de a lado a lado frente a mi rostro.

— ¡Ay cállate! —Ruedo los ojos al cielo.

—Si estas enojada por lo de hace dos minutos lo siento —ríe—, es bueno saber que por fin tienes a alguien detrás de ti —se burla. Muerde uno de sus bolígrafos, y sé perfectamente que lo hace para evitar soltar la carcajadota de risa.

—Deja de reírte, pareces retrasada mental —digo.

Hace un pequeño puchero que me dan ganas de golpearla, sin embargo me río por ello. Arely ya no dice nada y es porque el maestro ha llegado. Presto atención, aunque en mi interior pienso en otras cosas que no tienen nada que ver con la clase.  Una de ellas es que pasará en un futuro, ¿mi madre se casará y tendrá mas hijos?, ¿eso?

Sería lindo tener una hermana, para cuidarla y ayudarla con sus tareas o, para peinarla y vestirla como una bella princesa, pero saber que no seremos hijas del mismo padre sino sólo de la misma mamá se me quita la ilusión.

No quiero atormentarme con la idea de que mi madre tiene de rehacer su vida, simplemente quiero que suceda y no estarle dando tantas vueltas al asunto, pero por más que intento me es imposible. Sólo ha pasado un día, y ya siento que estoy volviéndome loca.

Antes de entrar a la primera clase hablé con mi hermano y le pregunté acerca de lo que él pensaba de la tontería de nuestra mamá y él sólo respondió con un "ya no me importa lo que haga". Sé que a Humberto sí le importa pero quiere hacerse el desinteresado, porque su orgullo es mucho más fuerte que cualquier cosa, también porque le duele que mamá haya tomado esa idea de ser feliz de nuevo como ella lo ha dicho. Y a mí también me duele, pero lo que me pase o sienta a nadie le importa, ni a mí misma.

—Estás muy pensativa, ¿qué te pasa? —Pregunta. La miro y niego con mi cabeza, lo menos que quiero es que por estar más distraída el profesor nos de una buena llamada de atención a ambas.

~*~

José POV:

Tomo las llaves del auto de mi mesita de noche y salgo de la habitación, me despido de mis padres e igual de mi sobrina y junto a mi hermana ambos salimos de casa. 

Abro la puerta del copiloto para que suba Carolina, después de que ella lo haga la cierro y entro yo del otro lado. Caro me ha pedido que la lleve al centro comercial porque según ella le hacen falta más ropa y uno que otros accesorios y bolsos, no pude decir que no porque es mi hermana y estoy dispuesto a ayudarla en todo, aunque también no pude resistirme cuando me hizo ojitos, y bueno aquí vamos.

—Prometo regalarte lo que quieras —sonríe, yo niego con la cabeza.

—No te preocupes, no es necesario —le devuelvo la sonrisa y enciendo el auto. El motor rápido reacciona y tomo el camino por la calle.

—Claro que sí, seguro quieres algo pero no te lo has comprado porque eres un tacaño —se burla mientras toma su teléfono y pone la cámara frontal.

—No soy un tacaño —afirmo, porque no es verdad yo no lo soy.

—Como digas, ¿te tomas una selfie conmigo? —Pregunta, yo obviamente asiento con mi cabeza y ella vuelve a sonreír—, tenemos demasiado que no nos tomamos una foto, y hooooooy tomaré las suficientes para subirlas a instagram —añade.

—Claro, para que obtengas mas corazonsitos por mí —me detengo en el primer semáforo, aprovecho que está en rojo y me coloco mis lentes negros para cubrirme del sol.

—Quisieras, si tengo demasiados me gusta será porque son de niñas tontas que creen que eres guapo —bufa, aunque sé que lo hace por molestar me enojo.

—Pero oye si yo soy guapo —mi ego aparece sin ser llamado y ella avienta una fuerte risotada.

—Claro, eres guapísimo —rueda los ojos—, bien voltea antes de que el semáforo vuelva al verde —hago lo que me pide, sonrío para la foto y ella hace lo mismo.

Sigo conduciendo, Caro me habla acerca de lo que piensa comprar y me pide que le ponga atención para que no se me olvide a mí por sí a ella si se le olvida, sin embargo no le tomo atención a mi hermana. Cuando comenzó a hablarme sobre sus cosas -que son de mujeres, claro-, el asunto de mi relación con Cinthya vino a mi cabeza. Apenas ayer sucedió todo el revoltijo con sus hijos, sus actitudes son tan malas que me deprime saber que jamás querrán llevarse bien conmigo, y sobretodo me duele que por culpa mía ellos odien a su mamá.

— ¡Álvaro te estoy hablando! —Grita, doy un golpe en mi cabeza y la miro confundido. ¿Desde cuando me concentré mas en mis locos pensamientos?

—Lo siento, ¿qué decías? —Le pregunto.

—Olvídalo no importa, ¿en qué pensabas? —Pregunta ahora ella, suspiro y le cuento todo lo que pasa por mi mente, no me importa contarle las cosas que me hacen sentir mal, porque es mi hermana y sé que ella no me juzgará, en cambio si le cuento a alguno de mis amigos él se reiría y me echaría en cara mi problema.

Carolina hace una mueca, cuando termino de hablar. A ella no le parece bien la actitud de Thalia y Humberto, y eso lo sé porque su rostro de enfado me lo demuestra, a mí tampoco me parece bien, ¿pero que puedo hacer yo si no soy el padre?

—No lo sé pero de verdad que esos muchachitos me están cayendo súper mal —dice ya irritada por el tema—, deberías hablar con Cinthya, sólo ella puede ponerles un alto —añade.

—Carolina el chico es de tu edad —le digo—. Además los entiendo por malos que sean, pero acaban de perder a su padre hace poco, ¿crees que no les va a doler que un desconocido venga a ocupar el lugar de su papá? —Pregunto remarcando la palabra desconocido.

Estaciono el auto en uno de los espacios del estacionamiento, quito la llave y abro la puerta para bajar.

—Sí, pero como te he dicho no tienen 11 y 15 años —casi grita, baja del auto y cuando cierra la puerta pongo la alarma y el seguro.

—Como sea, dejemos de lado ese asunto. Ya después tendré tiempo para solucionarlo, aunque lo dudo —rasco mi cabeza.

—Esta bien, volvamos al día de hermano y hermana —sonríe. ¿He dicho que su sonrisa es una de mis alegrías? Creo que no, pero lo es.

—Me parece perfecto —la abrazo y deposito un corto beso en su frente.

—Ya, no me pegues tu saliva —bromea, envuelve sus brazos en mi cintura, correspondiéndome el abrazo.

Entramos al centro comercial y a Carolina lo primero que se le ocurrió fue correr hacia una tienda de ropa, yo por mi parte no tuve de otra mas que ir detrás de ella, a paso lento pero hacia esa tienda de mujeres.


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Quiero un maldito hermano como José y Humberto, ¿alguien mas también quiere uno? Tengo dos y cuando les hablo me callan y me dicen de cosas -eso sin contar que me avientan hasta al gato y la casa entera-, JAJÁ ktrizt 💋

Mi Padrastro » J BalvinWhere stories live. Discover now