Capítulo 8- Sin un adiós

Start from the beginning
                                    

¿No es obvio? No quiero fallar ninguna misión.

Pero, ¿acaso solo dependen de ti?

Sarada paró por la impresión. Dejó caer su kunai y desactivó el sharingan. Sus ojos comenzaron a arder por aquella causa.

¿Qué intentas decir?

No midas tu poder individualmente. Mide tu poder junto a tu equipo. Debes confiar más en nosotros.

Mitsuki había dado en el clavo. Claro que sus circunstancias eran distintas; no podía confiar en personas cuando desde que era pequeña comenzaron a mentirle. Y a pesar de que aún no era consciente de ello, sí que se dio cuenta de algo raro.

Mitsuki-

Sarada-chan. ¿Puedo ayudarte a entrenar?— interrumpió el albino.

La Uchiha sonrió.

<<Meiko no dejará que Mitsuki venga>> suspiró cogiendo su ropa. Mientras se vestía volvió a entrar en sus propios pensamientos. <<Pero si Meiko no se entera no habrá problema.>> rio para sí misma.

¡No quería dejar a su equipo atrás! Aunque sabía que Konohamaru no podría partir con ellos. Estaba ocupado con su nueva hija. Y es que controlar a una revoltosa Hyuga era algo difícil.

—Hima, te cogeré prestado esto— susurró.

Cogió una pluma y un papel. Comenzó a escribir en él.

Para Mitsuki.
Boruto y yo partimos en una misión.
He de decir que es muy egoísta por mi parte.
¡La aldea no peligra, no te preocupes! Solo quiero encontrar a mi madre y rescatarla. Encontrar respuestas. Mitsuki, sé que quizás no me creas, pero el apellido de mi madre es Aika.
Ni siquiera sé si soy peligrosa o débil, es por eso que necesito partir.
No encontraré nada en Konoha.
Meiko, quien es mi tía, nos acompañará hasta el lago verde, donde ahí se despedirá de nosotros.
Sé que no estoy en derecho de decir esto, pero ven si estás dispuesto a tragar con mi egoísmo.
No pude parar a Boruto, pero sé que si te advierto que es peligroso tú me escucharás.
Te esperaré allí a la una del medio día. Si decides venir te lo contaremos todo por el camino.
Si no; te quiero, Mitsuki.
Volveremos pronto, ¡y prometo presentarte a mamá!

Dobló el papel y con una letra perfectamente cursiva colocó el nombre de su compañero.
No sabía qué decisión tomaría, pero no lo juzgaría.
Al fin y al cabo no era una misión oficial. Ni siquiera tenía rango o apoyo del séptimo.
Solo era un recado.

—Gracias, chicas— agradeció. Una vez lista salió de aquella habitación.

El Uzumaki estaba listo. Su mochila colgaba de su espalda, igual que sus ropajes de misiones: una capa negra que era la misma que la de su sensei y su vestimenta igual que cuando era pequeño.
Su espada estaba de lado puesta en aquel especie de cinturón.

—Estoy listo.

Sarada asintió.

—Está bien, vayamos a por hambur-

—¡Yija!— exclamó. Tuvo ganas de abrazar a la morena, pero solo paró.

***

TRUSTWhere stories live. Discover now