Capítulo 1: 'Quiero sacarlo de mi cabeza' Part 1

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El sonido de mis pies chocando con el asfalto sólo me recordaba una cosa. Podía recordar el clima de otoño que hacía ese día, el sol brillaba entre las nubes y parecía que el mundo era perfecto.
Volví a la realidad y doblé en la Avenida y me uní al resto de corredores que solía ver todos los días. En ese momento, escucho la sirena de una ambulancia y volví a sumergirme en mis recuerdos.

Podía ver como la gente se reunía alrededor nuestro, las exclamaciones de las señoras y los paramédicos tratando de subirme a la ambulancia; recordaba cómo me quemaba la cara y me ardía al contacto con mis lágrimas y el dolor que recorría mi garganta cansada de gritar.

Mis ojos se cristalizaron y me costaba pensar en algo más, las imágenes surgían en mi cabeza y no podía evitar el llanto. Doblé en una calle aledaña sin fijarme y frené en seco cuando el conductor me tocó bocina. Le toqué el capo y levante mi mano derecha en señal de disculpa, el hombre solo me siguió con la mirada hasta que le di la espalda.

Al llegar a casa, me encerré en el baño y me quité la ropa. Cuando me paré frente al espejo todas las lágrimas que me habían quedado de hace un rato, salieron. Después de que me calme, pude observar mi cicatriz.
Puse mi dedo índice al lado de mi ombligo y lentamente comencé a bajar, hasta que terminó casi a la mitad de mi muslo. Me sorprendía la magia de las cremas aclaradoras, sacando el hecho que usé más de diez marcas diferentes y bastantes potes, la cicatriz era una simple línea brillante sobre mi piel.

- ¡Amor! ¿Ya estás en casa? - escuché que me llamaban de abajo.

- ¡Sí! Me ducho y bajo a desayunar- respondí tratando de simular una voz alegre. Me dolía en el alma no poder hablar con él de estas cosas, me hacía sentir infiel de cierta manera.

- Tardaste poco tiempo hoy - dijo besándome la frente cuando me vio -Ya prepare el desayuno ¿qué querés que te sirva?

El desayuno se pasó rápido y cuando me quise dar cuenta ya estaba en el auto camino al trabajo. Últimamente funcionaba al estilo robot, realizaba las cosas por inercia y después no recordaba cómo.
Paré en el semáforo a dos cuadras de la oficina, miré mis manos sobre el volante y pude ver el brillante diamante que con unos lazos de plata se enlazaban alrededor de mi dedo anular izquierdo. ¿Estaba haciendo lo correcto?

Nunca dejaré de amarteМесто, где живут истории. Откройте их для себя