Capitulo diez

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Con la destreza de un cachorro, es decir, nula, aquel pequeño niño ya liberado no solo de la cuna sino también del sueño, corrió sobre sus inestables piecitos por la sala de estar, trepando sobre el sillón con una risa divertido que hizo eco en la habitación, mientras los rizos dorados caían en hondas delicadas sobre su cabecita llena de locuras. Gateó sobre el mismo hasta ponerse de pie sobre el mismo, bajándose del sillón de un salto para correr hasta la ventana, pegando su naricilla contra el cristal para espiar el paisaje, increíblemente ruidoso, la emoción se había apropiado de cada parte de su cuerpo mientras el brillo le hacía ver como un angelito. La hiperactividad del pequeñito de alguna manera le había dado finalmente a la casa ese aire a vida que tanto necesitaba, pese a la limpieza y la hoguera, hasta el momento había parecido que venían de paso, sin nada tan personal dando vueltas por el lugar. Naruto era una persona que se impresionaba con muchísima facilidad, puesto que, al ser un niño muy activo, vivía las cosas de otras maneras, era un niño distinto a lo esperado después de todo, más intensas que el resto, cada pequeño detalle desde los copos de nieve en el viento, hasta las gotas de lluvia en las ventanas y las hojas secas que amaba aplastar. Tenía aún el pijama puesto, completamente descansado, se sentía imparable como un zorro bebé saliendo por primera vez de la madriguera y viendo un mundo que no imaginaba. Todo lo que le rodeaba le parecía maravilloso, casi enamorado de aquel aire familiar que nunca antes había tenido, el delicioso aroma de la comida preparándose y el del bullicio de las personas hablando, el ruido de los pasos haciendo eco en la habitación. Seguramente así se hubiera sentido tener una familia constituida en su tierna infancia, tarde ciertamente había llegado, pero eso no le quitaba la magia, ahora podía dejarse engatusar con aquella mirada familiar que tanto había deseado durante toda su vida. Sasuke por su parte se estaba comportando completamente como un gato, caminaba asustado, preparado, casi de puntas de pie preparado para escapar si así debía de hacerlo. Alarmándose con cualquier ruido, por más pequeño que fuera intentando que Naruto también se diera cuenta de lo peligrosa que era la situación. Sasuke no veía la ventana como algo increíblemente hermoso, como Naruto lo hacía, para él era una escapatoria a la nada misma, un aterrador misterio que lo retenía como un preso encadenado para siempre ("siempre" después de todo, en el vocabulario de un niño era una medida de tiempo inconmensurable). Donde sea que mirara había árboles, montañas, es decir, campo que para nada era reconocible en todos los recuerdos que tenía de haber leído libros, de haber oído de "por allí", nada, eran chicos que nunca antes habían podido escapar de la Aldea de la Hoja ¿De dónde sacarían referencias para ubicarse? El tiempo ya no tenía sentido, se había dormido en la carreta por lo tanto no podía calcular la distancia entre la Aldea y "ningún lugar" donde se encontraba ahora. Estaba tan preocupado que no podía simplemente alegrarse por la jodida alfombra suave de la sala de estar, sobre la cual Naruto estaba arrodillado, sonriendo como un tonto como si no fuera consciente de la peligrosidad del acostumbramiento. Sasuke se asomó con cuidado a la sala, sin saber si salir o no de la habitación, mientras Kakashi al pasar le acariciaba el cabello, ambos rumbo a la cocina para ponerse a trabajar en el almuerzo. El pelinegro menor realmente quería hablar a solas con Naruto, pero estaba demasiado avergonzado con su propia actitud aniñada (aunque ciertamente el rubio no estaba al tanto de todos los acontecimientos) de solo recordar las escenas vividas anteriormente, quería meter la cabeza debajo de la tierra y gritar hasta quedarse sin voz o desaparecer de la faz de la tierra. Se mordió el labio inferior cuando Naruto pasó a su lado, tomándole del brazo como si se tratase de un muñeco para detenerle en seco, ciertamente haciendo que este frunciera el ceño adolorido por el maltrato presente. Le hizo un gesto para que no hiciera ruido, mientras lo atraía a la habitación con rudeza, haciendo que el rubio mirase por encima de su hombro para asegurarse que nadie estuviera mirando.

-¡Viste el ventanal de la sala!- chilló con diversión mientras asentía con la cabeza varias veces, soltando una risa encantada que Sasuke solamente observó inexpresivo, frenando en seco el comportamiento del otro sujetándole del rostro para que lo mirase. Se notaba desesperado.

Before you goDonde viven las historias. Descúbrelo ahora