Capitulo seis

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Naruto se sorbió suavemente la nariz mientras bostezaba con aquel encanto que el ensueño provocaba en niños tan pequeños, mezclándose de manera orgullosa con el hambre que poco a poco desaparecía en una neblina de resiliencia, generando la utopía del ruido de un violín que cortaba el aire helado presa de la melancolía eterna que a los diurnos la luna provocaba, para Naruto, todo era mejor que pasar las horas recostado en su húmeda y oscura casa, ni siquiera la falta de comida dentro de sus sistema lograba incordiarlo, no es como si antes hubiese comido mejor en la comodidad de su casa. Todo lo que necesitaba, todo lo que quería era encontrar a alguien, simplemente eso, aquella casi pueril sensación de necesitar por sobre todo la compañía que le prometiese alejarse de la pesadumbres de la adultez donde era irremediablemente conducido. Finalmente, aunque nadie lo viese de esa manera, se trataba de un niño irremediablemente roto que se desvivía entre la dualidad de saberse confundido entre la falta de responsabilidad de otros, que lo había dejado solo, jodidamente solo en el mundo. Niño problema, niño estorbo, niño inservible e irremediablemente roto. Levantó la mirada para fijarla en las luces de las calles, que a su altura parecían contrastar contra el nublado cielo, falsas estrellas ¿Pueden responder preguntas? La imagen idealizada de encontrarse caminando por aquellas conocidas calles oscuras, que miedo no le daba pues iba en compañía, le hizo generar la cierta idea de paralelismo entre la sensación de que aquello era más normal de lo que parecía ¿No es así como padres e hijos retornaban a sus casas luego de jugar con ellos en las plazas? Suspiró, no lo sabía, lo idealizaba, lo deseaba con tantas fuerzas que por un instante las manos de Itachi no bastaron para contenerlo, no bastaron para eliminar el vacío dentro de su pecho, simplemente no bastaron en lo absoluto. La calle estaba silenciosa, las familias dormían con sus niños frente a las chimeneas, ese debió haber sido su vida, él debió ser el niño acurrucado en brazos maternos, el debió ser muchas cosas, pero ahora era una sombra que se deslizaba en silencio por la calle, dando (sin saberlo) el ultimo adiós a aquella aldea que francamente nunca lo amo, moriría por dentro si lo supiera, pues estaba habituado a aquel maltrato, habituado al llanto y a la melancolía, pues otro cielo despejado no conocía. Recordaba las falsas falacias que le repetían como coros aquellas ovejitas del año que olían a lobos de lejos, colmillos manchados de arrogancia y verdadero odio corroyendo sus almas, una madre simplemente no puede dejarte, pero a él si le pasó, por lo que se limitó a morderse el labio inferior cuando preguntó al aire enrarecido "Pero si me amaste... ¿Por qué me dejaste?" no habría respuesta a aquella interrogante, por lo menos no en ese momento donde cielo y tierra colisionaban en pleno caos, dejando nacer una estrella. ¿Qué era lo que quería? ¿Qué era lo que buscaba? ¿Qué era lo que necesitaba? Un jadeo de sol, simplemente era es, que alguien quisiera acurrucarse en algún lugar junto con él, para retornar a los brazos de Morfeo, el único que no atinaba a herirle cuando el sol rasgaba el firmamento. Que contestaran sus preguntas, que besaran sus rodillas cuando se las golpeaba, que el aroma a mamá inundara el aire como el origen de sus tiempos, quería a mamá, pero ella se encontraba perdida en el firmamento. El aire frío tornaba rosada su nariz mientras se limitaba a mirar la calle pedregosa bajo sus pies helados también, había llovido bastante y todo estaba resbaloso, su mano se balanceaba hacia delante y hacia atrás, atrapada en una segura cárcel, atrapada entre las manos de Itachi, quien resoplaba ante el esfuerzo de moverse. Naruto observó aquel rostro juvenil mientras la necesidad de desaparecer tiraba tan fuerte de sus costuras y remiendos, que en lenta agonía se sentía morir, dolía, dolía tanto sin embrago no existía herida alguna que pudiese cubrir con una venda.

-Cúbrete la cabeza- le llamó la atención Itachi mientras le colocaba mejor la capucha en su lugar, espantando el ensueño melancólico que había apresado al menor dentro de aquella ineludible cárcel- no podrás dormir bien si pasas frío- le explicó mientras recostaba una de sus manos sobre la cabeza del menor, empujando suavemente hacia abajo, provocando que Naruto dejara escapar un ligero gruñido que contrastó con la sonrisa que sus labios color cereza habían dibujado.

Before you goDonde viven las historias. Descúbrelo ahora