Capitulo 39

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Los días que siguieron al funeral de mis padres, había tomado una difícil decisión. No había mucho por meditar, era lo que tenía que hacer ya que no tenía otra opción.

Decidí mudarme a la ciudad inmediatamente para comenzar mi nueva vida. Mi tía se quedó conmigo para ayudarme a empacar. Mi primo y mi tío fueron a la ciudad con el camión de mudanza que contraté para que llevaran las cosas grandes y pesadas al departamento que mis padres me regalaron.

No iba a conservar todo. Mi primo era experto en compras y ventas por internet así que le pedí que vendiera varias cosas que no iba a necesitar, como la cama de mis padres, o la que estaba en el cuarto de invitados, por ejemplo. Las cosas que iba a vender las dejaría aquí mientras mi primo encuentra un comprador y luego nos encargaremos de los envíos.

Económicamente no tenia muchos problemas. Cobré una gran cantidad de dinero por el seguro de mis padres que me sería de ayuda para pagar cuentas y otras cosas. En cuanto me instale en la ciudad y me organice voy a buscar un empleo porque sabía que tenía que ser responsable con el dinero si quería que me durara lo suficiente.

La casa pasó a ser mía. En otro momento vería que hacer con ella, por ahora no iba a venderla. Pero algo era seguro, no iba a regresar aquí jamás.

-¿Lauren, estás segura de que quieres hacer esto?

Mi tía suele ser una mujer fuerte pero desde el funeral de mis que ella no está bien, a pesar de que quiera hacerme ver otra cosa. Quiere llorar y no lo hace, siempre busca un pretexto para no hacerlo. ¿Cómo es que no puede? Así como yo perdí una madre y un padre, ella perdió a una hermana y a un cuñado, quien fue el mejor amigo de su esposo. Se prometieron reunirse pronto la última vez que se vieron y ni siquiera pasó un mes de eso.

Por supuesto que se negó rotundamente a que me mude a una ciudad desconocida cuando le dije de mis planes. Lo último que necesitaba era tener que discutir con ella igual que cuando lo hacía con mi madre, así que requirió de una charla con mucha paciencia para hacerle entender que iba a tener que mudarme tarde o temprano por la Universidad y que no era solo por un capricho.

Desde que terminé convenciéndola, mi tía  no volvió a sacar el tema pero debí imaginar que mientras acomodábamos las últimas cajas que quedaban iba a insinuar algo.

Dejé la vasija que envolvía en papel de periódico cuidadosamente sobre el suelo a un lado de la caja donde iba a guárdala y me acerqué a ella. Desde donde podía verla notaba unas lágrimas rebeldes que se escapaban de sus ojos. Hizo la pregunta sin mirarme mientras doblaba una camisa, que había sido de mi madre, para luego guárdala en la caja de "donación". Me pareció que lo mejor que podía hacer era donarla igual que la ropa de mi padre, ya que nadie iba usarla y era mejor si se la quedaba gente que en verdad la necesitaba.

-Tía, vamos- traté de llamar su atención animándola-. Todo va a estar bien, confía en mí.

Esta levantó la cabeza, olvidándose de la ropa. Ahí fui capaz de ver sus ojos aguados.

-Es solo que...debes entender que estoy preocupada y esta mudanza es demasiado repentina. Eres mi única sobrina y te quiero como una hija, necesito saber cómo estas o si algo te molesta. Existe ese miedo de que tal vez tu...

-No- la interrumpí con voz firme-. Jamás, ni por un segundo pienses que voy hacer algo así. Yo voy a seguir a delante por mí, por ti y porque es lo que mis padres querrían.

Rápidamente se puso de pie y me abrazó. Dejé que llorara en mi hombro tratando de no quebrarme porque quería ser fuerte por ella.

-Solo promete que tendrás mucho cuidado- dijo con un hilo en la voz.

Tu amor, mi dolor (CAMREN ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora