Capitulo 30

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No pude hablar con Keana una vez que me retiré de la chancha. La busqué por todos lados y no la encontré. Por la tarde le hablé por teléfono pero ella no respondió.Lucy me dijo que no se encontraba de muy buen humor cuando habló con ella. En realidad, casi no hablaron porque Keana no se encontraba en condiciones.

Estaba muy desesperada y preocupada y no podía esperar hasta el otro día para hablar con ella, tampoco sabía si tendría oportunidad de hacerlo. Si estaba enojada conmigo necesitaba comprobarlo y si era así tenía que solucionarlo. Estoy asustada por perder la amistad que tenemos. Keana es alguien muy especial y de no ser porque se acercó a mi cuando estaba sola probablemente no sé dónde estaría yo en estos momentos.

Fui a su casa por la noche y esperé nerviosa en la puerta hasta que alguien contestara. No pude contener el suspiro de alivio que se escapó por mi boca al ver a Keana del otro lado de la puerta. Quería solucionar las cosas tan rápido que ni siquiera me di el tiempo de saludarla.

-Antes que me cierres la puerta en la cara por favor escúchame. Lo siento, no quiero que estés enojada conmigo. Si hay alguna manera de arreglar lo que hice, solo dime.

Keana suspiró, haciendo una mueca indescifrable, y se separó del marco de la puerta para abrazarme. Ese gesto valía más que mil palabras. Acomodé mi barbilla en su hombro y coloqué mis manos en su espalda. Era un gran alivio saber que no estaba molesta, una pelea más en mi vida sería difícil de tolerar.

Mi amiga se apartó para indicarme con la cabeza que entrara. Yo obedecí, todavía seguía preocupada porque ella no había pronunciado ni una palabra hasta el momento. No entendí bien que es lo que le ocurrió, ella dijo que había superado el problema de su tartamudez hacía tiempo pero hoy parecía como si jamás lo hubiera hecho.

Nos dirigimos a la sala de estar y nos sentamos en el sillón. Merida se aferró con fuerza a uno de los almohadones, pegando sus piernas contra su pecho.

-Oye... ¿Aun no puedes hablar?- pregunté algo preocupada.

-No, solo estoy haciendo teatro para molestarte.

Mi puño voló a su brazo, ella automáticamente empezó a reír y yo la acompañe.

-No juegues, quieres. Me asusté mucho por lo que te sucedió, creí que te había pasado algo serio.

Aunque paró de reír, Keana conservó su sonrisa, negando con la cabeza.

-Fue solo un desliz, Lauren. Disculpa si te traté mal, es que no me gusta que me vean en ese estado.

-Creí que tu tartamudez se había ido.

Antes de contestar tambaleó la cabeza de un lado a otro, como diciendo que si pero no tanto.

-Ahora entiendes porque intento conservar la calma siempre que me hacen enojar.

-¿Qué?

-Es algo psicológico, tengo problemas de ira y eso causa que empiece a tartamudear por culpa de los nervios.

-¿Tu, con problemas de ira?- llegué a creer que solo me estaba haciendo un mal chiste- Kea, eres la persona más bondadosa y tranquila que he conocido en mi vida, me cuesta creer que tengas problemas de ira.

-Significa que el dinero que mis padres invierten en terapia dan resultado.

-¡¿Vas a terapia también?!- creí que lo sabía todo de ella en el tiempo que somos amigas.

Ella solo asintió con la cabeza, evitando mirarme.

-¿Por qué no me lo dijiste?

-No lo sé- su respuesta vino con un suspiro y se encogió levemente de hombros-. Supongo que...estoy tan cansada del problema que no me gusta decirlo.

Tu amor, mi dolor (CAMREN ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora