V e i n t i u n o

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El cómic que debía entregar todavía estaba en el mostrador donde lo tenía desde el día de ayer

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El cómic que debía entregar todavía estaba en el mostrador donde lo tenía desde el día de ayer. Esperaba poder entregarle a su dueño hoy. Claro, si se presentaba.

Recién esta tarde, lo vi pasar por la entrada de cristal y me sorprendí al verlo hecho un desastre. Tenía ojeras bajo los ojos y caminaba con cansancio. Fue hasta donde se encontraban los dulces, lo vi agarrar una barra de chocolates con almendras y después se dirigió hasta mí.

De cerca, pude ver que estaba peor de lo que pensé. En sus labios lucía una cortada y de nuevo, los dedos estaban completamente vendados y su semblante era de alguien que estaba sintiendo dolor. No sabía que estaba pasando con él, pero estaba seguro de que nadie podía ser tan torpe como para hacerse aquello por sí solo.

Ahí fue cuando caí en la cuenta de que siempre que aquel hombre lo visitaba, el parecía tener una herida nueva. Eso me preocupó, me desequilibró por completo, ¿aquella persona le hacía daño a Ariel?

—Hola Ariel, ¿cómo estás? —saludé con una sonrisa.

El me miró fijamente a los ojos como si estuviera tratando de decirme algo, pero al final solo me lanzó una sonrisa torcida y me ofreció el dinero para pagar el dulce.

Esa sonrisa no era sincera, era más bien la más triste que había visto.

Tú, un grito silenciosoOn viuen les histories. Descobreix ara