Hoy Ariel no vino.
A pesar de no haber intercambiado ni una sola palabra conmigo, ya era costumbre verlo caminar con parsimonia por los pasillos de la tienda. Ni siquiera lo he visto salir del balcón. Sí, lo había estado vigilando todo el día, pero es que su ausencia era extraña.
Ya faltaba poco más de una hora para cerrar. Iré a mi viejo departamento, con unas botellas de soda, ya que no tomo alcohol, y pondré a mis bandas favoritas para escucharlas hasta quedarme dormido. Después, la rutina de nuevo.
¿Acaso era esto toda la vida que podía aspirar? Y la respuesta era sí.
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Tú, un grito silencioso
NovelleLo veía venir siempre con los hombros hundidos, la cabeza agachada y con vestimenta excesiva para el clima caluroso. Sin embargo, había algo que llamaba aún más mi atención y era aquella mirada gélida que parecía gritar auxilio. ¿Qué podría esconder...