Faltaba media hora para abrir la tienda, pero yo ya estaba en el lugar. Tal y como lo había decidido, me pasé toda la noche en medio de un mini concierto de las manos de mi equipo de sonido. Claro que no pude hacerlo por mucho rato porque los vecinos empezaban a lanzar improperios, pero bastó para poder relajarme.
Mientras me recuesto en las paredes de afuera de la tienda, veo como Ariel sale al balcón a regar aquella maceta con flores. Se veía sereno y concentrado en lo que hacía. Cuando bajó la mirada a mi dirección, por un impulso levanté mi mano para saludarlo.
La cosa más insólita ocurrió, hizo un gesto con la cabeza devolviéndome el saludo.
Vaya, con que al fin empezaba a tener modales la sirenita. Sonreí.
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Tú, un grito silencioso
Short StoryLo veía venir siempre con los hombros hundidos, la cabeza agachada y con vestimenta excesiva para el clima caluroso. Sin embargo, había algo que llamaba aún más mi atención y era aquella mirada gélida que parecía gritar auxilio. ¿Qué podría esconder...