Capítulo 2

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  • Dedicado a Vero Cazorla
                                    

¿Cómo podía salir indemne un chico como él tras haberse acostado con Kylie y que esta apareciera muerta? ¿Con cuantas habría estado? 

No sabía porque demonios estaba pensando ahora mismo en eso pero me hizo recordar que tenía varias consultas por hacer y debía ponerme las pilas, si almenos pudiera deshacerme de ese maldito dolor de cabeza…

Miré una vez a ese chico que me repasaba descaradamente y miré la hora, si no calculaba mal tenía aún un día antes de que esa abogada suya consiguiera sacarlo bajo fianza… ¿Cómo podía Adder tener esa abogada? Ni siquiera yo en toda mi vida podría pagar sus honorarios ¿se la tiraría también o había un buen respaldo tras él? Porque… ¿quién era Adder Castillo? 

Ladeé la cabeza entreabriendo los labios y le di la espalda desandando el camino tomado, tenía que pedirle un nuevo favor a Jan y seguro me costaría una cita en esa ocasión.

Subí por las escaleras y me dirigí al almacén de pruebas mientras llamaba a Loüise por lo de la hora y cogí varias de las tarjetas que había cogido en el apartamento de Adder hasta lograr contactar con algunas de las chicas. Sorprendente aún lo recordaran con todo lujo de detalle…

Repasé una vez más todo lo que tenía hasta el momento y volví al tema de las horas, las huellas y el aire acondicionado… conseguir la sustancia inyectada tampoco era tarea fácil así que ahí debía haber algo importante. Suspiré una vez más abriendo la tapa de mi móvil y salí de la comisaría. 

Adder… ¿Por qué un chico tan atractivo y con cara de ángel se llamaba víbora? Los lobos con piel de cordero eran los peores. Al cabo de una hora Jan ya me tenía preparadas las grabaciones de la discoteca y tenía casi listo un buen informe sobre el chico… la noche iba a ser muy larga, había lectura para toda la noche. Me senté en su sitió pues me dejo sola en el aula de visitando, y di el primer clic, esos dos ya se lo montaron en plena discoteca ¡Dios! Si ya hacía calor aquello empeoró aún más la situación, porque juro que me puso bastante nerviosa… 

Pero ni rastro de nada raro. Suspiré frustrada y seguí visionando todas las grabaciones de seguridad de todos los sitios.

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Adder seguía sentado en su rincón de aquella fría e incómoda celda, apoyó la cabeza contra la pared y miró al techo. De nada le servía seguir así, debía ser paciente. Medio sonrió cansado y se frotó la cara pensando en aquella policía. Era atractiva, a pesar de aquella ropa se notaba a la legua que tenía un cuerpo de infarto, que demonios, era muy bonita y parecía despierta… quizás aquello le serviría. Parecía una buena chica e iba por el buen camino, por lo poco que intuía había encontrado todas y cada una de las pistas. Lo único que le fastidiaba era tener que pasarse aún un par de días ahí encerrado, como saliera mal… estaba jodido.

A ver si llegaba Abigail de una maldita vez, necesitaba contactar…

__¡He guardia! Necesito hacer una llamada.

__Ya has gastado tú llamada ahora cállate y déjame tranquilo.

__No, no he hecho mi llamada avisaron a mi abogado por mí.

El poli refunfuñó entre dientes y levantó el culo de su despacho haciendo tintinear las llaves, abrió la celda y volvió a esposarlo haciéndolo salir de un empellón. Adder apretó los dientes y se obligó a no volverse, su objetivo era hacer aquella llamada y que Abigail recordase el código.

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Ni siquiera me había dado cuenta de lo tarde que se había hecho, la comisaria estaba casi desierta así que recogí todas mis cosas, las metí en una bolsa y salí hasta el parking. Cuando llegué a casa mi perro me esperaba impaciente, lo saqué y al regresar me repantingue en el sofá con un tarro de helado, apoyé las piernas cruzándolas a la altura de los tobillos sobre la mesita y encendí la tele dejando a un lado el informe. 

Noche de Calor - Capítulo 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora