Capítulo 28 (EDITADO)

10.8K 475 22
                                    

Amy.

Me despedí de mi hijo justo el día en que lo volví a ver después de meses. No puedo creer que esto este pasando. Quería ser fuerte al ver a Garret marcharse con Patrick, pero era cierto, con él tendría una calidad de vida mejor que conmigo. Yo ni la universidad terminé, a diferencia de Amanda, James y Patrick.

¿Qué más le podría ofrecer a parte de mi amor? Nada.

Ví como se alejaron de mi. Sentía tantos sentimientos encontrados que no sabía en realidad lo que sentía en ese momento.

Se habían marchado.
Estuve lejos de mi hijo por más de seis meses. Ahora no sé si lo volveré a ver. Todo esto es muy precipitado.

Regresé a casa de Jack.

Me recosté en la cama y sentí ciertas ganas de vomitar. Había comido demasiado estos últimos días. Terrible error.

—Esto se siente horrible. —Pensé respirando tratando de tranquilizarme.

Necesitaba a Lizzie. Desde que Jack y yo nos "casamos" perdí todo contacto con Lizzie. Creo que es hora de retomar viejos tiempos.

Siempre la echo de menos.

Tomé mi celular y busqué su contacto para después llamarla.

Buzón de voz.

Bufé. La llamaré más tarde. Debe estar ocupada, supongo.
Fui a la cocina a prepararme algo de comer. Hace unos instantes casi vomito y ahora estoy hambrienta. ¿Puede alguien explicarme eso? El cuerpo humano si que es raro.

Pensaba hacer algunas cosas más tarde, pero, siendo sincera, no tenía ganas de hacer nada aunque sería bueno salir para distraer mi mente.

Era imposible no pensar en Garret. En ¿qué estará haciendo ahora?, ¿cómo estará? Ni siquiera sé si camina o si ya dijo sus primeras palabras. Tampoco tengo idea de su salud o si sus dientes han salido por completo. Soy una terrible madre. Jamás podré perdonármelo. Y espero que el pueda hacerlo en un futuro.

Pero no era algo que pudiera discutir.

[...]

—¿Pero estás bien?

—Sí papá. No te preocupes. —Dije sentándome en el sofá cambiando el celular de mano.

—Hoy en la noche sale su vuelo a Dinamarca. —Suspiré tratando de no derramar lágrimas. —¿Amy? Hija, ¿sigues ahí?

—Mmh... sí. —Solté el aire que había estado guardando. —Sí. Sigo aquí, papá.

—Desahógate pequeña. Sé que no estás bien. Vamos, soy tu padre y puedes decirme lo que sea.

—Es que... —Lorriqué. —No sé que es lo que siento papá.

—¿Cómo recibiste la noticia?

—Patrick me lo dijo.

—¿Se vieron? —Su tono de voz se escuchó sorprendido.

—Sí. Bueno, nos encontramos porque él iba saliendo de su casa y yo iba llegando.

—¿Y qué hacías en su casa?

—Siempre estoy ahí. Desde que se fueron duermo ahí. Me siento cerca de ustedes. Sonará raro, pero... eso es.

—Amy. —Dijo con cierta pena. Odiaba que sintieran pena por mí. —Mañana estaré contigo, ¿de acuerdo? Regresaré, supongo que Patrick te lo comentó.

El pequeño GarretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora