13. Emociones furtivas

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Los ojos verdes le brillaban

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Los ojos verdes le brillaban.

El piercing se tensaba en su poblada ceja y el tenor de su voz se debilitaba.

De algún modo, necesitaba verlo y preguntarle qué es lo que tiene. Parecía que tenía problemas como si el mundo se le viniera abajo.

¿Qué tan malos eran?

Durante toda la noche no había dejado de pensar en vuestra última conversación y se sentía como si tuviera alguna conexión con él. Todo estaba en silencio.

Por ahora, tenía la mirada al frente. Sostenía un bolígrafo en mi mano y los pies tirando hacia atrás y hacia adelante.

¿Qué era eso que no podía dejar de moverme?

Cuando el salón fue llenándose, me vi obligada a mirar la puerta y, ahí estaba él, dejando que lo mire pasar por mi asiento con esa ropa tan extraña. Sentía como si el corazón se me fuera a salir del pecho y mi mano se movía torpemente hacia el mechón largo de mi cabello.

—Freya ¿lo conoces? —No sé cómo ni porque, pero Kayla se había dado cuenta en cómo nuestras miradas se dirigían.

—¿A quién? —me hice la tonta.

—¿Qué no lo habéis visto? —Se refería a Cole haciéndome ojitos.

Tenía una capacidad inmensa para fijarse en la gente. Menos mal era ella, porque de haber sido Pixie no se lo guardaría, y lo expondría a medio instituto comenzando por Knox.

—Ese es... —Apenas y volteé la mirada hacia atrás con las mejillas sonrosadas. Su sentido de percepción me tomó por sorpresa.

—No me digas que ese de ahí es nada más y nada menos que aquel chico del que me hablaste.

—Lo es.

Me rendí. No había de otra.

Por algún motivo, eso bastó para que él volteara a verme. Dejé escapar un gruñido de frustración. No tuve opción que quedarme quieta como si la sangre no bombeara en mi cuerpo. Me repetía qué hacía para merecerme esto.

Era confiada, muy pero muy confiada. Algunas veces quería dejar de serlo porque así verían la persona en la que me he convertido.

—Ve y habla con él.

—No debería.

—Se supone que son...

—Conocidos, nada más que eso —le corté con una expresión severa—. Además, no quiero que nadie lo note.

—No se lo diré a nadie. Puedes estar tranquila.

Creí tanto en lo que decía.

Nada malo podía pasar y el hecho de que fuera mi amiga me daba muy buenos consejos. Por alguna extraña razón, tenía que apartarme de Cole, no porque él me lo dijera; sino porque así pensaría mejor lo que estaba dispuesta hacer. Él ya me había hecho prometer que lo ayudara en lo que fuera necesario como si no hubiera nadie más que yo. Se abría misteriosamente y a veces ni quería hablar conmigo. Como que todo se hacía oscuro y luego se esclarecía.

Bonito Desastre✔️Where stories live. Discover now