¿Qué sucede si en quién confiabas tanto resulta ser tu peor pesadilla?
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Al otro lado del emporio de Falls Church hay un lugar llamado Rousseau, una de las secundarias elitistas del Condado, donde ocurren cosas muy extrañas. Está sumida de muertes...
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┌──────── ∘°❉°∘ ────────┐ FREYA
Se suponía que debía dejarla ir; sin embargo, estaba completamente enganchado y siempre buscaba lo que quería, tomando en cuenta lo que Kalan me había sugerido. Todo lo hacía por aquella sustancia blanca que me consumía por dentro, me alteraba y me perturbaba. Poco después surgía el arrepentimiento, pero por otro lado, era como si ya nada de esto me importara.
Desde ese momento supe que mi vida cambiaría y así fue.
Kalan y yo decidimos seguir adelante con esto.
De hecho, todo surgió de repente. Eso era lo que nos volvía locos de remate. Poco después, la voz de Sherisse nos despertó y casi nos metimos en serios problemas.
—Si me entero de que lo han vuelto a hacer, juro que haré lo correcto —dijo ceñuda.
¿Y cuál era lo correcto?
Ah, ella pensaba llevarnos de las orejas a un centro de ayuda. Era la más cuerda del grupo. Sentía tanta impotencia y conocía las verdaderas consecuencias de lo que eso podía ocasionarnos.
—Sherisse, deja de poner esa cara, no hemos hecho nada malo —Kalan la rodeó.
—Hey, no es nada de lo que estás pensando —mentí, pues claro que lo era. Sherisse no era tonta.
Joder, era un mentiroso, sí que lo era. No saben cuánto lo necesité. Esa sustancia era un antídoto maldito y tenía suerte de que aún siguiera con vida.
—Ayer estuve aquí y es extraño que nadie me abriera la puerta. ¿Tienen una buena razón para explicarme?
—Oh, por supuesto —Kalan hizo un gesto estúpido con la mano. Era hora de que le contara, pero no de la mejor manera.
—Los escucho.
Me quedé ahí de pie, observándola, sin poder quitarme la imagen de la cabeza y no estaba bien que le mintiéramos. Estaba seguro de que haría cualquier cosa para averiguarlo y, a lo mejor, incluso mandarnos a un centro de rehabilitación. Sherisse era muy persuasiva y siempre hacía lo correcto.
—Fuimos a comprar una nueva consola de videojuegos —dije con mucha seriedad para que suene convincente.
—¿Y por eso no llegaron a casa?
—Vale... nos tardamos demasiado porque no nos decidíamos por cuál. Además, se me descompuso el coche a mitad de la carretera —continué seguro de mí mismo.
—¿Y por qué no me cogieron el teléfono?
—No había señal.
—Exacto —Kalan me siguió la corriente.
—Por fortuna, un tipo nos ayudó al vernos varados en medio de la carretera.
