Capítulo 18: Ella. A la vista de un profesional.

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—Cas... —No pudo continuar, hasta ese momento no se había dado cuenta de lo mucho que le temblaba el cuerpo, tampoco entendía la razón, eran una mujer con aura poderosa, pero amable a la vez. ¿A qué se debía tanto miedo? Era por Christopher, temblaba por el miedo que le había dado ver al hombre junto a una belleza tan despampanante como la que se cargaba Clarissa.

—¿Cas? —Consulto levantando una ceja.

—Castiel —Índico el muchachín un poco más confiado.

—¡Castiel, si ya recuerdo! —Exclamo dándose un golpecito en la frente, — Arthur me ha hablado mucho de ti. Creo que ya lo sabes, pero me presentare formalmente. Soy Clarissa, la hija mayor del matrimonio Owen, y como ya lo has de suponer, también soy la hermana mayor de Arthur y de ese pequeñín que está allí abajo, —apunto a Christopher con una sonrisa grandiosa, y arrugo la nariz con simpatía antes de mandarle un besito aéreo a su amargado hermanito.

—Gusto en conocerla, —balbuceo en tono bajo.

—¡Hay no seas así! ¿Tan vieja me veo? —Pregunto clavando sus ojos verdes sobre el menor. —Trátame de "tú". Dios santo, ni siquiera mi asistente me trata con tanto respeto. Bueno, bueno, —suspiro. —Ve a arreglarte lindura, vamos a ir de compras, —soltó como si nada. Y Castiel empezó a temblar nuevamente, sin saber cómo responder a aquella invitación. Bajo sus ojos azules rogándole ayuda a Christopher. El mayor suspiro.

—Déjalo en paz Clarissa, él tiene que hacer ahora en la mañana. Ve a buscar desayuno Castiel, déjame hablar con ella un momento. —El menor asintió agradecido y bajo las escaleras apresurado, pero al llegar abajo, fue interceptado por el mayor. —No bajes las escaleras tan rápido, estas embarazado, —susurro en su oído, cuidando sus palabras puesto que no sabía que tanto estaba enterada Clarissa del asunto, aunque si Arthur era su informante, probablemente ella lo supiera todo. —El chofer los espera en una hora aquí abajo, el medico se llama Lorenzo Fitzpatrick, atiende en el tercer piso, oficina número 315, casi todo esto está en la hoja que te entregue ayer, de todos modos, —agrego luego, Castiel asintió y siguió caminando, mientras que los hermanos se marcharon a otra dirección en esa gigantesca casa.

Tomo un desayuno liviano, sentía un poco de acides estomacal, y no quería empeorarlo con comidas grasosas. Luego subió a la habitación de su hermano con una charola de avena caliente y jugo de arándanos, junto ellos un poco de galletas saladas y mantequilla.

—Buenos dias dormilón. —Abrió las cortinas para despertar a su hermano pequeño como todos los dias, a pesar de la pelea que habían tenido la noche anterior, Castiel pensaba que esa debía ser una buena jornada, esa era su forma de hacer que todo resultara de buena manera.

—Castiel, —murmuro el menor en forma de queja, se removió en las sabanas medio desorientado, cosa que era bastante lógica considerando que le acababan de despertar a las 7:00 am, bueno no a esa hora con exactitud, pero si rodándola.

—Desayuno, desayuno. Debemos movernos, tienes hora con el médico, —apunto su hermano ayudando a que se levantara —¿Cómo te sientes? —Pregunto sonriendo.

—Bien, un poco, —no completo la oracion, tenía sus ojos cerrados, y se balanceaba levemente.

—¡Despierta muchacho! —Exclamo el mayor dándole un golpecito muy suave en la mejilla derecha. —Quiero que te comas tu desayuno, mientras yo me doy una ducha y me visto, luego vendré a ayudarte para que te arregles. —

—No estoy discapacitado —Se quejó inflando los mofletes.

—Lo sé, pero eres mi hermanito y me preocupo por ti. ¿Tan mal esta eso? —Pregunto apelando al corazón de su hermano, por supuesto que Giulian se quedó callado y comenzó a comer sin mirar a Castiel.

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