¡Nos Atacan!

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La mañana fresca no pudo despertar a los indios de ropajes verdes, más aún así ya habían cuatro indios levantados, dos del clan de las serpientes y los otros dos del clan de los leones. Harry y Ron acabaron siendo reunidos por las hábiles serpientes que ahora les pertenecían como pareja, encontrándose así en la colina en la que Ron y Lucius sellaron lo que ahora era una relación eterna.

El silencio lleno de incomodidad llegó al momento en que ambos leones de pinturas rojas se toparon cara a cara. Ninguno era idiota, a lenguas ambos podían notar que el otro ya no era puro, o virgen, como quisiesen llamarlo. Ron era consciente de que su amigo querría saber que ocurrió, así como Harry sabía que Ron querría lo mismo.

Ambos leones de piel morena se sentaron en la cocina, dando la espalda al pueblo de las serpientes, para quedarse en silencio por unos minutos, mirando el horizonte entre mezclado con el azul cielo y el follage naranja de los árboles en la estación de otoño. El príncipe de los leones se decidió a hablar.

- Ron, ¿En que pensabas al momento en que tú te entregaste a Malfoy? - intuyó serio, sin querer aparentar ser frío o desconsiderado, pero sabía que si hablaba a modo de broma, o con alguna sonrisa, Ron no tomaría enserio la conversación.

- Lo mismo debería preguntarte a ti... - respondió de la misma manera. No se enojaron, solo estaban siendo corrientes y serenos como pocas veces se les veía a esos dos.

- Ron, lo mío... Lo que tengo con Draco es asunto mio... - suspiró apartando su mirada del horizonte para mirar a su pecoso amigo.

- Pues lo que yo tengo con Lucius es asunto mio... ¿O no? - le miró con los ojos azules.

- Ay Ron... El amor no aparece de la noche a la mañana... - apartó su mirada vacilante.

- ¿Entonces porque te uniste a Draco Malfoy? - le regodeo extrañado, y algo molesto por no tener el apoyo de su amigo.

- Porque con él  es... Am.... - el moreno buscaba algún comentario para contrarrestar el de su amigo, pero tal parecía que esa pregunta le había dado a entender que si podía aparecer el amor de un día al otro. Vaya... Se había equivocado- Olvídalo... Tienes razón... - sonrió tímido, y algo avergonzado por a ver atacado así por así sin tener refutaciones válidas.

- No te preocupes bro, todo bien... - sonrió el pelirrojo relajando sus músculos.

- Entonces... - amago Harry- ¿Regresarás a Gryffindor? - le miró algo inquieto, pero tratando que no se le notara mucho, pues no quería que porque su amigo notará que él no quería que se fuera, él se quedase en la aledea de las serpientes. Si Ron quería irse, era libre de hacerlo.

- No lo sé, si mi familia y la tribu no aceptan la alianza que forjamos entre Lucius y Yo me quedaré aquí en Slytherin, después de todo... No es tan malo una vez que te acostumbras a sus modales presuntuosos... - Río el pelirrojo, tentando al morocho- ¿Y tú? - le miró.

- Pues, yo no tengo la opción de escoger, y lastimosamente Draco tampoco, quien domina es quien se lleva al dominado, desgraciadamente yo acabe siendo quien ganó y Draco deberá ir a Gryffindor, le guste o no le guste... - sonrió inquieto.

- ¿Y le gusta? - preguntó curioso.

- ¿Que si le gusta? - le miro incrédulo- Está furioso por eso, figúrate que el príncipe de las serpientes tendrá que vivir con los leones desorganizados y rebeldes en vez de tener una vida serena en la aldea más elegante de aborígenes que se puede encontrar en todo el viejo Oeste... No, no señor... Haré hasta lo imposible para ver como puedo hacer para que nos quedemos a vivir en Slytherin... - decretó Harry sonriente. Ron rió, pero al ver que Harry vira a su cabeza de forma paranoica, buscando alguna amenaza, lo que significaba que realmente había una.

Harry Potter: Casi un corcel indomable. (ABANDONADA)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora