Capítulo 6. El Diario de Enar

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El salón era grande aunque más chico que el que había en su propia casa; más nuevo aunque eso no significaba que fuese mejor; y en el piso estaba dibujado el escudo familiar. Como una niña curiosa Valquiria iba de un lado a otro, revisando las armas que colgaban de una de las paredes, también la biblioteca llena de vinilos y libros. Sintió una extraña sorpresa al encontrarse en una de las paredes un gran mapa, donde se señalaban lugares y nombres que desconocía. Algunos de los nombres estaban tachados mientras que otros estaban señalados como "pendientes".

No podía evitar especular de qué se trataba. Miraba los papeles que reposaban en el escritorio en busca de algo. Los sospechosos de la muerte de tus padres. La voz de su inconsciente le advertía con cuidado. ¿Sería verdad? Varias arrugas poblaban su frente. Le resultaba inimaginable que Augusta se tomara todo eso en serio. Era alguien fría y siempre se había mantenido al margen de todo eso. Ella solo es una cobarde. Pensó desechando los papeles pero aún así todo le llamaba la atención. Quedó con la vista en el mapa y los nombres que no eran muchos hasta que se decidió por ir a la biblioteca.

No había muchos libros en ese lugar, seguramente la mayoría se encontrarían en el estudio que había dentro de la casa. La mayoría eran libros de la academia. Hechos y Personajes: Edad Media, era uno de los libros. Valquiria lo conocía muy bien y tras darle una ojeada lo volvió a dejar en su lugar. Demonología; Angelología; Inscripciones celestiales; Seres Feéricos; Seres terrestres; Mitología Japonesa. Sus ojos se posaban sobre cada título hasta que encontró algunos que no decían nada. Con cuidado los sacó e inspeccionó sus hojas. Eran textos muy antiguos, tanto que ni siquiera podía precisar una fecha. Le resultaban tan enigmáticos que decidió llevarse algunos de esos libros. Ante la ausencia de Augusta no creía que ella fuese a tener problema alguno, además su repentina huida daba mucho que desear.

Como un dolor sordo que se expande por el cuerpo, se entendía la duda creciente de que ella sabia más cosas de las que aparentaba.

Con una patada Valquiria abrió la puerta de la biblioteca. Llevaba los libros entre brazos y sus ojos se posaron en Newén, sentado detrás del escritorio ocupado leyendo. Él se veía sobresaltado. Sin duda había llegado en un momento en que estaba demasiado relajado.

— ¿Dónde estabas? —preguntó sonando casi como un padre enojado.

Ella se adentró en la habitación recorriendo todo. A un lado, sobre el sillón, reposaba Leonardo. Con las piernas extendidas y con uno de sus brazos sobre sus ojos dormía una siesta.

— Fui a la casa de Augusta, ¿Y adivina qué? No está ahí. Posiblemente haya huido o quizás se refugió en un asilo para ancianos, da igual —se quejó acercándose a Leonardo.

Escuchó un sonido parecido a un quejido silencioso proveniente de Newén. Él era demasiado correcto. Frente a Leo el rostro de Valquiria se lleno de una diversión maquiavélica y dejo caer todo el peso de los libros sobre su estomago. Un sonido ahogado salió de él, que se levanto de un salto y abrió sus ojos observando a todos lados.

— ¿Vino el apocalipsis zombi? —preguntó mirándola. Valquiria inclino su cabeza, como si meditara. Había una línea juguetona entre sus cejas.

— Casi, pero mientras tanto traje algo para entretenernos —murmuró con una sonrisa y se alejó de él.

Newén le lanzó una mirada disciplinaria a la que ella puso los ojos en blanco. Mientras tanto, Leo movía los libros y les daba un vistazo rápido.

— ¿Recetas familiares? —preguntó curioso. Valquiria tomaba asiento y estiraba sus piernas.

— Si, pero deje todo lo referido a lo italiano en la casa. Es una lástima —susurró simulando inocencia— Ahora hablando en serio... ¡ponte a leer! —señaló con un movimiento de dedos amenazante.

Legado I: Herederos de Sangre © [Finalizada]Where stories live. Discover now