Capítulo 5. Legado de Sangre

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Sentada en medio de la oscuridad de la habitación sentía la presencia de alguien más. Miró alrededor teniendo la noción de que debajo de su almohada descansaba su cuchillo. Rápidamente su visión se ajusto al ambiente y reconoció una silueta junto a ella. Alta y despeinada. Leonardo.

— ¿Qué pasa? —preguntó moviéndose hacia la mesa de noche para prender la luz.

Él se veía bien despierto y con ropa militar. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que se había ido del hospital. Él había quedado allí pero ahora estaba frente a ella con rostro lleno de una extraña excitación.

— Tenemos una misión en Noruega —le explicó alcanzándole su ropa verde y negra.

Ella lo miró con cinismo; no solo la despertaba de manera tétrica sino que se daba el gusto de apurarla. Salió de la cama apresurada, agarrando la ropa y su cuchillo. Rumbo al baño observó la hora, tan solo las cinco de la mañana. Pese a que no había dormido tanto no se sentía cansada.

— Nos vemos en diez minutos en el garaje —le indicó desapareciendo detrás de la puerta.

Vestía un pantalón negro y verde, una musculosa oscura, borceguíes y una campera gruesa verde musgo. Valquiria atravesó el pasadizo hacia el sótano, para encontrarse con Leonardo que ordenaba sus armas en un pequeño bolso. Él se giró hacia ella en el momento en que Violet la saludó.

—Él debe estar llegando —murmuró.

Ella asintió acercándose a la pared donde todas las armas estaban a la vista. Tomó de ella un par de pistolas semiautomáticas y cuchillos extras, y se los alcanzó a Leonardo. No paso mucho tiempo para que la puerta se abriera nuevamente, dando paso a Newén. Él se veía sereno y confiado. Vestía de negro, con una remera que hacia resaltar el cuerpo entrenado que poseía y el que no insinuaba. Sus rulos estaban alborotados y tenía algunas marcas en su mejilla por la almohada.

— Buenos días —exclamó viendo a sus amigos allí.

Los tres se saludaron con una solemnidad oscura que premeditaba el ambiente que se les acercaba, el de la guerra. En medio del silencio, los tres siguieron preparándose. Newén, por su parte, eligió con rapidez sus armas de batalla: dos espadas Ninjato y algunas Shuriken.

— ¿Qué vas a hacer con Lena? —le preguntó Newén con preocupación, mientras Leonardo metía el bolso en el baúl y Valquiria se dirigía a su asiento de piloto.

Ella quedó pensativa. No había muchas alternativas para esa situación, y no quería dejarla sola. Notó como Newén cambiaba su mirada de preocupación a entendimiento. Él la conocía tanto que no necesitaban palabras para comunicarse. Sabía lo que pensaba y pese a que no siempre estaban de acuerdo la comprendía.

— Violet, envía un mensaje a la Señora Augusta Algers —indicó con voz autoritaria, sin romper contacto visual con Newén.

Sus ojos negros brillaban, podía notar un hilo de esperanza en él pero ella no creía en la esperanza. Ya no había esperanza en su ser, la había perdido hacía mucho tiempo.

— Mensaje enviado Señorita Von Engels —comentó la computadora. Newén se adelantó unos pasos hacia ella. Se notaba que quería decirle algo, quizás quería que ella hablara de sus sentimientos.

— ¡Listo! —gritó Leonardo y ella le agradeció mentalmente.

El avión sobrevolaba la zona donde se producían los ataques. Leonardo y Newén preparaban sus equipos de paracaídas, y Valquiria cargaba algunas de sus armas. No se encontraban solos, con ellos estaban un grupo de cazadores de varios lugares; en su mayoría eran hombres. A Valquiria le molestaba mucho como la veían, rebajando su estatus por su género. Terminó de cargar sus armas y se acerco a la puerta para ver la zona; estaban a pocos metros del suelo. Se giró hacia sus compañeros, les guiño el ojo. Y pese a que ellos corrieron hacia ella para impedírselo, Valquiria saltó sin nada que la protegiera.

Legado I: Herederos de Sangre © [Finalizada]Where stories live. Discover now