Capítulo 7. El Ejercito Celestial

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El grito hizo que su corazón se detuviera. O por lo menos lo había sentido así, siendo recorrida por una punzada dolorosa que atravesaba su pecho. La adrenalina empezó a fluir por sus venas haciéndola sentar en la cama. Mientras sentía su cuerpo erizarse agarró el arma sobre la mesa de noche y salió corriendo hacia la habitación de Lena vistiendo un pantalón y una vieja camiseta, y sin preocuparse en calzarse.

A mitad de camino se encontró con Leonardo y Newén; ambos tan exaltados como ella y cargando sus armas de preferencia. Los tres se miraron y sin intercambiar palabras ya sabían como había que actuar. Newén tomó la vanguardia para abrir la puerta de una patada, dándole paso a Valquiria y a Leonardo que apuntaban con sus pistolas hacia el interior de la habitación. Dieron un rápido vistazo para asombrarse con que no había nada. Tan solo estaba Lena sentada en la cama con la luz prendida y con una expresión llena de miedo. Valquiria observó como el miedo de su hermana se transformaba en horror al verlos apuntándole con sus armas. Solo se asustó al despertar en otro lado; pensó ella bajando su arma pero aún así sintiendo la necesidad de ver si había peligro alguno.

Como si todos hubiesen entendido la situación al mismo tiempo, Leonardo y Newén también bajaron sus armas, ocultándolas de los ojos desencajados de Lena. Y mientras Valquiria se acercaba a ella, ambos se aseguraban que en la habitación todo estuviese bien. Lena estaba a punto de gritar nuevamente cuando Valquiria llegó a su lado. Dejando el arma en la mesa y posando su mano sobre la boca de su hermana.

— No te asustes, no pasa nada —le susurró despacio peinándole con la otra mano el pelo hacia atrás. Los ojos de Lena estaban desorbitados, grises como nubes y con lágrimas que no se atrevían a salir.

— No hay ningún peligro —murmuró Newén con solemnidad a Valquiria. Ella asintió y esperó a que ambos dejaran la habitación para poder centrarse en su hermana.

Respiró hondo para poder tranquilizar la fiera interna que llevaba y que no la dejaba relajarse por completo. Se encontró con la mirada horrorizada de Lena y sintió un dolor interno. No sabía si era culpa, remordimiento o algo parecido; hacía años que no experimentaba esos sentimientos. Lena acababa de verla como era realmente y presentía que rechazaría por completo ese mundo. Los ojos de Valquiria se oscurecieron de repente, volviéndose sombría y frágil al mismo tiempo. Siempre le era extraño como su hermana la hacía sentir: débil y emocional.

— Si saco mi mano, ¿Vas a volver a gritar? —preguntó con precaución.

Lena no respondió inmediatamente. Quedó detenida unos minutos y luego negó dudosa. Lentamente Valquiria sacó su mano, observándola con cuidado. Tras recorrer la habitación con la vista, los ojos de Lena recayeron en su hermana con firmeza.

— ¿Dónde estamos? —preguntó; su voz era un quebradizo susurro.

— Este lugar pertenecía a nuestro bisabuelo, puede ser que Augusta te haya traído. ¿Lo recordas? —preguntó y ella asintió con tranquilidad; sumergida en un mar de pensamientos que Valquiria moría por decodificar.

Paulatinamente la palidez de Lena se había esfumado y volvía a tener un color rozagante en sus mejillas, al igual que un ligero brillo en sus ojos.

— ¿Por qué estamos acá? —preguntó— Quiero la verdad —exigió con una seguridad que sorprendió a Valquiria.

Valquiria quedó en un profundo silencio. En su interior se debatía que hacer y qué decir. Quería poder mentirle a su hermana para que su vida siguiese siendo como era, pero ella era grande y después de haber huido, no tenía la seguridad que todo pudiese ser como antes. Tampoco se imaginaba como Lena podía llegar a reaccionar ante la verdad. Una verdad que le abría la puerta a un mundo inmenso, oscuro y peligroso. Tras debatirse internamente, notó la intriga en el rostro de su hermana. Y sabía que si no lo intentaba, nunca sabría como reaccionaria.

Legado I: Herederos de Sangre © [Finalizada]Where stories live. Discover now