Capítulo 11

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-Tenemos que hablar, Key...

-¿Qué pasa?

-Es mejor hacerlo en casa... –Murmuré al ver como Noah nos miraba atentamente sin querer perderse ningún lujo de detalles.

-¿Cuándo puedo ir a casa?

-Mañana, Noah. Recuerda lo que dijo el doctor.

-¡Sí! –Gritó emocionado haciéndome sonreír.

-¿Y quién se queda con él si nosotros nos vamos?

-Zachary...

-¿Perdón? –La puerta se abrió de repente y por ella entró el susodicho como si nada.

¿Se le estaba haciendo costumbre aparecer cuando lo mencionábamos o eran cosas mías?

-Hola, hola.

-¡Hola! –Zach se acercó a Noah a pesar de la fea mirada que Key le había echado.

-¿Cómo estás, campeón?

-Bien, ¿no lo ves?

-Key. –Dije cruzándome de brazos. –Gracias por quedarte con Noah, Zach.

-No tienes que darlas, Alanna. Lo sabes muy bien. –Asentí acercándome a mi hijo para besar su frente.

-Pórtate bien, Noah. Vendré a buscarte mañana por la mañana para ir juntos a casa, ¿vale?

-¡Vale, mamá!

-Te quiero.

-¡Y yo a ti! ¡Adiós, papá!

-Adiós, hijo. –Key también se acercó a él para despedirse y pronto los dos pusimos rumbo hacia mi casa.

No nos dirigimos palabra en todo el camino. Ambos sabíamos que una vez que empezáramos a hablar, iba a arder Troya.

Dejé las llaves sobre la mesita de entrada una vez que habíamos llegado a mi casa para esperar a que él llegara a mi lado.

-No lo quiero cerca de Noah, Alanna.

-¿Perdón? –Dije mirándolo ofendida. ¿Quién era él para decir quién podía y quien no podía acercarse a Noah?¿Pero te estás escuchando, Key?

-Sí, y reafirmo lo que acabo de decir.

-¡Esto es de locos! –Grité riendo aún sin creérmelo. –El que realmente tiene derecho a verlo es él y no tú, Key.

-Yo he sido más padre que él.

-¡Porque no lo sabía! ¿O crees que tú y yo nos hubiéramos conocido si Zach hubiera sabido la verdad? ¡Ahora mismo hubiera estado en California y no aquí con mi hijo en el hospital! Es más, de eso quería hablar contigo, Key. Voy a regresar a California.

Y ahora más que nunca estaba decidida a hacerlo.

-¿Qué?

-Sí... –Suspiré queriendo usar un tono más conciliador. Podía llegar a entender que le molestase por el cariño que le tenía a Noah, pero la única que podía decidir por mi hijo era yo. Y Zach, en este caso... –Lo estuve pensando y es lo mejor para todos. Noah podrá estar cerca de su padre y...

-¡No puedes hacer eso!

-¡Claro que sí! ¡Es mi hijo y no el tuyo! –Grité exasperada e indignada por sus negativas. –¡Son mis decisiones y no las tuyas, Key, compréndelo!

-¡Pues no puedo comprenderlo, Alanna! ¡No puedo ni quiero hacerlo!

-Pues vas a tener que querer porque es mi última palabra, Key.

-¿Ah, sí? Pues muy bien. –Dijo dándome la espalda para dirigirse hacia la puerta. –Solo recuerda una cosa, Alanna. No estaré más cuando ese... Desgraciado, vuelva a hacerte daño.

Dicho esto, salió de mi casa dejándome completamente sola y enfadada.

-¡Agg! –Grité comenzando a dar golpes a la nada notando como mi pulso se aceleraba más de lo normal. –Ahora no... Ahora no...

Mi respiración se volvió aún más agitada de lo que ya estaba haciéndome perder los nervios al no encontrar las pastillas junto al inhalador.

-J-jo... Der...

Caí al suelo llevándome las manos a la garganta como si eso me permitiera recuperar el aire que me estaba faltando.



⸾ NARRADOR OMNISCIENTE ⸾


De repente, la puerta de entrada se abrió y una Adeline canturreando entró por ella sin llegar a imaginarse lo que estaba pasando en el salón del inmueble.

La chica venía de casa de Martha, ya que no tenía nada que hacer una vez que Alanna se había ido al hospital.

-¿Qué diab... ¡Alanna! –Gritó en cuanto se dio cuenta del desastre monumental que había en aquel salón donde su amiga se encontraba tirada en el suelo casi sin consciencia. –¡¿Qué pasa, Alanna?! ¡Respira!

Addy se levantó rápidamente para ir a abrir la puerta del balcón y luego ir hacia el armario del salón en busca de un inhalador.

-¡¿Dónde diablos está?! –Corrió ahora hacia su habitación para comenzar a abrir todos los cajones. –¡Bingo!

Llegó hasta su amiga lo más rápido posible para ponerle el inhalador en la boca y apretarlo hasta hacer su función.

-Respira tranquila, Ally. Todo va a estar bien... –Addy la ayudó a incorporarse un poco para quitarle la chaqueta mientras que su amiga iba volviendo a respirar correctamente.

-G-gracias.

-Dios, menos mal que llegué a tiempo. No quiero ni imaginarme lo que hubiera pasado... –Murmuró persignándose varias veces mientras que Alanna sonreía.
¿Estás mejor?

-Sí... –Intentó levantarse sin ayuda, pero Addy terminó ayudándola para sentarse ambas en el sillón.

-¿Qué pasó?

-Key...

-¿Discutieron? –Asintió. –Oh, déjame pensar. Por Zachary, ¿no? –Volvió a asentir.

-Le dije que quería regresar a California y se puso como loco.

-Sabía que esa noticia no le gustaría nada...

-Pues me da igual si le gusta o no, Addy. Es mi vida y yo elijo lo que quiero hacer con ella, ¿vale?

-Sí, sí, por supuesto. Tú tienes la razón, amiga. –Alanna suspiró para mirar hacia el balcón.

-Voy a ir a ducharme para luego meterme en la cama. Tengo un dolor de cabeza terrible.

-¿No quieres cenar algo?

-No, no tengo hambre...

-Pero deberías beber aunque sea un vaso de leche. –Negó con la cabeza poniéndose de pie para dirigirse al baño.

Lo que más deseaba en el mundo era estar con su hijo y vivir tranquilos y felices, pero estaba más que visto y comprobado que la vida no estaba de su lado en aquellos precisos momentos.  

Dime Que Me Quieres {#2DLQS}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora