024.

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A las seis y quince, justamente, me encontraba entrando otra vez en la residencia de Min Yoongi, a diferencia de la primera vez, con una maleta en la mano, sola y con una sensación ansiosa que no me estaba dejando pensar con claridad.

Lo pude divisar bajando las escaleras, con nada más que unos pantalones de mezclilla y aunque quise esconder la cara y luchar contra mis demonios, no pude hacer nada más que mirarlo fijamente.

Cuando llegó hasta mí, bajé la mirada hacia mis zapatos y coloqué la maleta entre ambos, prohibiendo que se acercara más.

¿Qué me estaba pasando? No lo podía decir con exactitud, pero estaba segura de que no iba a acabar bien.

- ¿Cenarás antes de ducharte? -me preguntó y la burlona forma en que lo hizo, me puso alerta y subí mi mirada a la suya, sólo para encontrarme con esa provocativa sonrisa que esa noche me parecía aún más difícil de ignorar.

Apreté la palanca de la maleta entre mis manos y desvié mi mirada hacia el comedor, observando cómo sólo habían dos platos sobre la mesa. Me remojé los labios y un calor que incluso hizo que mis pelos pusieran de punta me recorrió. Lo miré y sus pupilas estaban tan oscuras que a penas pude distinguirlas, pero sabía muy bien lo que esa mirada significaba.

Con una sola mirada me dijo todo lo que planeaba hacerme.

El aire de mis pulmones empezó a transcurrir con lentitud y no me sentí respirando correctamente. Mis palmas empezaban a doler de la fuerza con que aún agarraba la palanca y quise hablar, pero nada salió de mi boca.

- O, si quieres, podemos hacer las dos cosas juntas -su voz había bajado de tono totalmente, pero la burla seguía presente en sus palabras tanto como la lujuria empezaba a aparecer en sus ojos.

Mi cuerpo empezó a traicionarme y mis hormonas comenzaron a trabajar en mis bragas, provocando esa sensación de urgencia que sólo él me causaba. Pero, sabía que no debería estar haciendo esto.

- Estoy cansada -murmuré, e incliné mi cabeza como disculpa antes de tomar la maleta y tratar de hacerme paso en dirección a las escaleras.

Su mano alrededor de mí cintura me ganó en la rapidez y sin pensarlo, pero con la vaga sospecha de que ocurriría, me encontraba de espaldas a él, con su gran bulto presionado contra mi trasero. Apreté los labios cuando su temblorosa respiración se columpió en mi cuello.

Todo empezó a subir de temperatura a mi alrededor y me fue encerrando en esa burbuja de fuego en la que cuál el parecía tener todo el control.

Su mano se hizo camino en dirección a mi cadera e intenté retener mi respiración, tratando de disimular la vulnerabilidad que sentía.

- ¿Segura? -preguntó entre inaudibles jadeos y cerré los ojos ante la sensación de su aliento.

No respondí, sabía que en cuanto lo hiciera él ganaría, otra vez.

Pero cuando su mano se escabulló con rapidez dentro de mí pantalón y alcanzó mi palpitante clítoris, no lo pude aguantar más. Dejé caer mi cabeza en su hombro y separé mis piernas dándole accesibilidad a mí, a lo cual él respondió entrando sus dedos en mí, haciéndome gemir por lo bajo ante la exquisita sensación.

- No te sientes cansada, Daeha -su voz se volvió aún más temblorosa que antes y supe que él encontraba aire suficiente para respirar, tanto como yo; su miembro estaba a punto de explotar dentro de sus pantalones y lo podía sentir-. Estás malditamente mojada.

Gemí por lo alto cuando me hizo girar sobre mi misma y atacó mi boca con fervor, ansias... como si hubiese estado esperándolo. Sus dedos no dejaban mi centro en paz y, no quería que lo hiciera, me encontraba en un éxtasis total.

Uno que me hizo olvidar lo que estaba supuesta a hacer.

Llevé mis manos a su bulto dispuesta a devolverle la sensación, pero él las retiró de inmediato de un sólo movimiento y detuvo su acción en mis bragas, haciéndome gemir en queja.

Pero cuando retiró su mano de mí y me miró fijamente a los ojos, supe a dónde quería llegar. Así que, en cuanto entramos a su habitación, lo tomé desprevenido empujándolo directamente en la cama.

Su rostro estaba totalmente sombrío y el deseo se reflejaba sin duda en sus ojos. Pero cuando me coloqué sobre él y procedí a retirarme el suéter de lana verde que llevaba puesto, él me detuvo. Y sin dejarme preguntar, me acorraló debajo de él en un abrir y cerrar de ojos con una media sonrisa pintada en sus labios.

- Esta es mi parte favorita -explicó, para luego, por sí mismo, empezar a desnudarme con lentitud.

Podía sentir algo diferente, algo nuevo... algo que sabía que no iba a durar. Pero, era algo que sabía que debía disfrutar.

Por última vez.

En cuanto terminó de retirar mis pantalones, se detuvo de pie frente a mí y sus ojos escudriñaron todo mi cuerpo, con la misma admiración con la que me había visto la primera vez.

Toqué su rostro y él me miró a los ojos, sonrió y tomó mis muslos con brusquedad atrayéndome hacia él. Nuestras lenguas danzaron juntas haciendo de mí un manojo de excitación y ganas, así como sus dedos me hacían temblar de placer.

Se detuvo por tercera vez y aún cuando sus pantalones cayeron en el suelo junto a sus bóxers, liberando la dureza que se escondía en ellos, no dejé de mirarlo a los ojos, tratando de descifrar qué había en estos... no era sólo hambre de lujuria, era hambre de algo más.

Sus manos me recorrieron el torso completo y me sentí completamente a su merced. Pero cuando pensé que se iba a introducir con brusquedad en mí, como lo había hecho en veces anteriores, sus labios me besaron con suavidad por cortos segundos y con lentitud, sin dejar de mirarme, se introdujo dentro de mí provocando una arqueada de mi parte. Lo había extrañado.

Sus manos se posicionaron a los lados de mí cabeza y llevé mis manos a sus ancha espalda, tratando de atraerlo más a mí, pero él se retenía, insistiendo en mirarme a la cara.

Dio otra pequeña embestida y mis labios se abrieron en un gemido. Sin embargo, él no volvió a moverse, como si estuviera esperando algo. Con sus ojos puestos en mí.

Podía sentir sus brazos temblando a mis lados haciéndome saber que él estaba entrando en desespero tanto como yo. Mas, aún así, seguía con su mirada observando todo mi rostro. El sudor empezaba escurrirse por su frente, así como yo lo sentía en mi cuello.

- Tu cara -dijo, con la voz temblorosa y tomé un profundo suspiro- cuando gimes, tus labios cuando te los muerdes, tus mejillas cuando entras en calor, tus ojos oscuros, tú sudor... -la piel empezó a estremecerse ante sus palabras, algo dentro de mí se desencajó y empecé a sentir algo más que lujuria-. ¿Por que haces que las cosas más sucias y excitantes se vean tan hermosas? -todo, menos sus palabras, dejó de tener importancia a mi alrededor. Mis ojos empezaron a nublarse y fue como si mi corazón empezará a desgarrarse-. ¿Por qué haces que mi sucia vida se vea tan hermosa?

- Yoongi...

Sus labios me acallaron de inmediato, y dejé de pensar por completo entregándome a esa dulzura que nunca había visto en él. Lo acaricié por completo, sintiendo su piel con los ojos cerrados, mientras él se encargaba de besar cada partícula que encontraba de mi cara.

Pero, fue cuando sentí cómo las gotas empezaron a caer en mi cuello que me di cuenta. Lo miré a los ojos y fue como si sus lágrimas se hubieran mezclado con las mías.

Y lo entendí. Entendí que lo amaba.

Entendí, que si aún él no lo hacía, yo no podría evitar hacerlo.

Lo amaba.

Pero ya era muy tarde.








me encantó escribir este capítulo porque soy masoquista lol

AHÍ SE VIENE EL FINAAAAAL

espero les guste.

maratón 2/2.

- ema.

DIRTY | MIN YOON GI.Where stories live. Discover now