009.

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El ambiente aún era denso y la combinación de los olores aún seguía en mi nariz como si la fiesta hubiera sido dentro de mi cerebro. Sentía nauseas en una lejana sensación, pero en lo único que mi cuerpo se estaba enfocando era en el muchacho sentado a mi lado con los ojos en dirección fuera del auto.

Estaba manejando, pero mi vista estaba tan nublada que no sabía a dónde se dirigía; su perfil me impedía ver fuera de la ventana con exactitud.

Pero cuando se detuvo y me miró, supe que me había llevado a mi casa. Giré el rostro hacia la residencia con lentitud y agradecí que cada una de las luces estuvieran apagadas.

- Espero te hayas divertido -lo escuché murmurar y si no fuera porque miré hacia abajo no me hubiera dado cuenta de que su mano sujetaba el inferior de mi pierna derecha. Lo único que sentía era una pequeña presión.

Llevé mi mano hacia la suya en acción a retirarla, pero mi movimiento fue tan lento y poco preciso que él, en su lugar, había tomado mi mano para llevarla hacia su nuca. Ni siquiera tenía fuerzas.

Mi cabeza y mis sentidos no estaban acomodados; todo a mi alrededor estaba siendo visualizado de una manera lenta y poco enfocada. Pero sólo me costó oler cómo el tabaco de su boca chocaba contra mi nariz para darme cuenta de lo que intentaba hacer.

- Tengo que entrar... -las palabras salieron inaudibles y aunque él las hubiera escuchado con claridad, sabía que no haría caso.

La presión aumentó y dejé ir su nuca, pero esto sólo causó que él se acercara con más autoridad hacia mí. Sus labios rozaron los míos y fruncí el ceño por inercia intentando alejarlo de mí con toda la fuerza sobria que podría tener.

Sin embargo, mi vago intento no fue lo que causó su lejanía; me sobresalté cuando su rostro se giró en dirección a la casa y me di cuenta de que la luz del garaje había sido encendida y debajo de ella, un cuerpo masculino.

Sentí alivio e intenté buscar a tientas la manija de la puerta del carro. Cuando lo logré, gruñí por lo bajo cuando volví a sentir la inestabilidad de mis piernas, ocasionando que alcanzara mis tacones para retirarlos de mis pies.

La casa se veía doble desde mi posición, pero eso no estaba impidiendo que me acercara a paso torpe a donde la luz iluminaba una buena parte del jardín. No quería detenerme y no pensaba hacerlo, la voz de mi cabeza me gritaba que me apurara a llegar.

Pero no conté con que un duro pecho fuera lo que me impidiera llegar hacia el interior de la residencia. Olía a colonia de vainilla y entrecerré los ojos cuando quise ver su rostro, pero era tan tenue y yo estaba tan mareada, que no pude ver más que unos ojos mirándome fijamente.

- ¿Papá? -probé en preguntar, sólo causando que aquél hombre se riera por lo bajo. Casi con falsedad.

- ¿Así es como quieres llamarme ahora? -se mofó y sólo me tomó entender esas palabras para saber de quién se trataba.

Las nauseas aumentaron e intenté echarlo a un lado para completar mi tarea de adentrarme en mi hogar. Pero en cuestión de segundos me encontraba entre sus brazos, evitando que cayera de cara al suelo.

Me atrajo hacia él con fuerzas y desvié la cabeza hacia el lado cuando su nariz chocó contra la mía. Estaba forcejeando, pero, una parte de mí quería que él no dejara de sujetarme. Incoherente.

- ¿Por qué te fuiste con él? -preguntó con calma y una expresión que me hizo parar para observarlo bien.

Parecía preocupado.

Arrugué mi nariz y logré zafarme de su agarre logrando que mi espalda chocara con la puerta aún abierta detrás de mí.

- ¿Qué te importa? -le espeté y él rodó los ojos tratando de acercarse a mí otra vez, pero cuando elevé mi mano hacia su brazo para evitar que me tocara, él lo tomó como ventaja para tomar mi muñeca esquivando el golpe y, a su vez, acorralarme contra la madera-. ¿Qué carajo haces siquiera despierto, Yoongi? -continué, sin dejar de forcejear, pero mientras más intentaba, más fuerzas él unía y más imposible era quitármelo de encima-. Son las tres de la mañana, ¿por qué no follas con tu linda prometida para ver si se les une satanás?

Su mano alcanzó mi cuello logrando acallarme, pero la presión de su mano en mi muñeca aún seguía ahí y por lo que se reflejaba en sus ojos, sabía que no iba a parar por ahora. Intenté entreabrir los labios para hablar, pero él volvió a hacer presión en las líneas de mi cuello causando que sólo saliera un jadeo.

Él se acercó hacia mi rostro y el puente de su nariz chocó contra el mío.
- Has bebido demasiado -susurró, como si estuviera hablando consigo mismo en vez de conmigo.

Subí mi mano libre hacia su hombro y él suavizó el agarre de mi muñeca haciendo que ésta cayera sobre su otro hombro. La mano de su cuello bajó hacia mi cintura y en un abrir y cerrar de ojos me encontraba sobre él, mientras él se hacía camino hacia la sala.

Escondí mi rostro en su cuello y él me apretó más hacia sí: de lo único que estaba consciente en aquel momento era de que la escena se sentía bien. Tan bien que parecía falso. Y, en parte, lo era.

- Te odio -le susurré y él chasqueó la lengua.

- Estás borracha -respondió.

- Pero sigues siendo idiota -lo encaré y él se detuvo en el escalón que íbamos subiendo para verme a los ojos.

Sus manos se dirigieron a mi trasero y les dio un fuerte apretón haciéndome saltar cortamente sobre él sin intentar suprimir un gemido.

- Estás borracha -volvió a susurrar para luego continuar el camino hacia mi habitación.

Mis ojos se iban cerrando despacio y no me di cuenta de que habíamos entrado hasta que escuché el clic de la puerta cerrándose detrás de nosotros. Solté un quejido cuando me dejó caer en la cama y empecé a estirarme cuando él me arrebató los tacones de la mano.

Cerré los ojos completamente cuando sentí la presión de sus dedos empezar a desabotonarme el pantalón. Pero no fue hasta que él comenzó a arrastrarlos fuera de mis piernas que me sobresalté y abrí los ojos para encontrarme con su expresión entretenida y enfocada en completar su objetivo.

Sin embargo, cuando llegó hacia mi suéter y sus ojos chocaron contra los míos, fue como si nuestro alrededor se hubiese detenido en ese instante. Sentí cómo mis labios se entreabrieron en busca de aire cuando sus dedos apretaron los huesos de mis caderas atrayéndome hacia él y temblé cuando sentí cómo estos se iban adentrando hasta llegar a mis costillas.

La única vez que dejé de observar sus ojos fue cuando hizo que arqueara el cuerpo para retirar la prenda y ésta pasó por mi cabeza. Su mirada recorrió todo mi cuerpo y la fascinación que se reflejaba en sus pupilas me hizo sentir desnuda, pero admirada. Con deseo de que hiciera con mi cuerpo lo que en ese instante le placiera.

Pero como un balde de agua frío, la idea de que su mujer yacía dormida en la habitación contigua, hizo que la burbuja de lujuria desapareciera entre ambos.

- ¿La amas? -le pregunté.

Y cuando sus ojos volvieron a encontrarse con los míos y una sonrisa socarrona apareció en su rostro, supe que no debí haber preguntar aquello. Él se inclinó hacia mí atrayendo la manta de mi cama sobre mi cuerpo y dejó un beso en el puente de mi nariz antes de empezar a caminar hacia la salida.

Pero cuando tuvo la manija en su mano se detuvo y me miró, mientras yo lo observaba con curiosidad y confusión.

Él negó con la cabeza y desapareció dejándome en total oscuridad.

¿No lo hacía?













gueno gueno gueno
pero ke ha pasao aki doktor garzia

estoy dejando tantos cabos sueltos y me rió de ustedes porque soy una mmg que quiere hacerlas sufrir JAJAJAJAJA

capítulo nueve y aún no han follado, eso es un récord JUAS

espero les esté gustando
trataré de subir otro capítulo para esta noche

- ema.

DIRTY | MIN YOON GI.Where stories live. Discover now