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Siempre he pensado que juzgar a alguien por cómo se ve es un total error; hasta el más mínimo gesto puede ser el inicio de una gran mentira; la más suave mirada puede llevar a la más apasionada locura... Todo lo grande empieza con algo pequeño; sin la más mínima intención y con la más profunda inocencia.

Desearía haber recordado eso la primera vez que lo vi.

Él era ese hombre intimidante que se encontraba al lado de mi padre sin decir una palabra. Sólo asintiendo y medio sonriendo en un medido tiempo.

Pero algo en él me decía que no era un monótono hombre como lo era mi padre. No estaba ni cerca de ser así. Los hombres como en él tenían un letrero de no acercarse en los ojos.

Pero, yo nunca fui amiga de las reglas.

- Daeha, tu madre te llama -miré a mi hermano mayor de reojo, sin mover un dedo, a lo que él respondió con su típico chasqueo de lengua-. Dice que te quiera en cama antes de las once.

Negué lentamente antes de medio sonreír con diversión. - Subiré a las once y media.

Él rodó los ojos antes de retirarse, dándome la oportunidad de volver a mirar al hombre rubio que mantenía una copa de vino entre sus duras manos y que la tomaba con tanta calma y lentitud que empezaba a desesperarme.

Era una persona impaciente -había sacado aquello de mi padre- y, para completar, me gustaba que las cosas fueran como yo lo decía; «manipuladora» era la palabra que usaba mi hermano cada vez que lograba obtener mayor cantidad de dinero que él. Yo solo decía que era la favorita de papá.

- Son las diez y cuarto, Daeha -mi tío se posicionó a mi lado sujetando, al igual que aquel hombre, una copa de vino en su mano, pero podía oler que él había bebido más de una-. No quieres que Yongsub se enoje, ¿cierto?

Me remojé los labios desviando mi mirada hasta al hombre de cuarenta y ocho años que se encontraba riendo a carcajadas entre sus socios favoritos.

- No lo hará -susurré y él rió con suavidad antes de sorber el último trago. Rodé los ojos antes de volver mi vista a mi punto principal y admirar como una pequeña sonrisa se dibujaba en su rostro a causa de los chistes de mi padre.

- A nadie le gusta una persona desobediente -murmuró haciéndome entreabrir los labios dispuesta a contradecirlo, pero fueron sus ojos contra los míos los que impidieron que algún sonido saliera de mi garganta. Y fue el sutil destello de sus ojos que me hizo retroceder hasta chocar con el pecho de una persona que conocía bastante bien-. Ve a dormir, Jung Daeha.

- Yo me encargo -se mofó mi primo antes de tomar mi brazo fuertemente y acto seguido arrastrarme fuera del salón de reuniones, pero no pasaron ni cinco segundos antes de que me liberara y le regalara una molesta mirada-. ¿Tengo que repetírtelo otra vez?

Bufé antes de negar con cansancio y dirigirme hacia las escaleras con una extraña sensación en el estómago mientras recordaba su mirada sobre la mía. Pero el fuerte agarre del castaño me tomó por sorpresa de nuevo.

- ¿Por qué no lo entiendes? -me preguntó duramente empujándome hacia él.

- Sí lo hago, Taehyung -le respondí con espeto zafándome una vez más-. No debo de acercarme a ningún socio de papá -cité viendo como su entrecejo se fruncía y pude sentir como un usado discurso venía.

- Sabes de quién estoy hablando...

- Sí -lo interrumpí arqueando una ceja con desafío y él se relamió los labios listo para hablar-. Lo sé -subí un escalón sin dejar de mirarlo y cuando supe qué se venía le regalé una media sonrisa-. Sin embargo; no me importa.

Sacudí mi mano en forma de despedida antes de empezar a subir divertidamente los escalones, sin girarme en ningún momento a verlo, pero él sólo esperó a que llegara al último escalón para gritar lo que inevitablemente tensó mis huesos.

- ¡No te acerques a Min Yoongi, Daeha!

Deslicé el zípper que se encontraba a través de mi pecho sin decir una palabra, porque sabía muy bien que lo haría.

Más bien: eso era lo que quería.









acá empezamos una vez más con otra historia :D espero está también les guste.

- ema.

DIRTY | MIN YOON GI.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt