–También es verdad –aceptó con un murmullo, deseando que su Capitana no estuviera al otro lado de la puerta.

–¿Entonces no te ha afectado para mal mi actuación en la práctica?

–Mientras sea en una práctica y con esa munición, está bien. Aunque no voy a negar que me ha fastidiado que usaras a Ludo, pero eso me hará mejor. También me ha fastidiado no llegar a explosionar la segunda bomba, porque estaba segura de que si no te eliminaba yo, ibas a acabar con Killgore y Nova.

–Sí, lo he hecho rápido. Eres buena líder, Nameless. Puede que nunca conquistes un país, pero sin duda capitanearías la guerrilla más puñetera del siglo –auguró poniéndose en pie.

–Oh... gracias –dijo realmente halagada.

–Una última cosa –advirtió Sica y, de repente, la había derribado en la cama y tenía una daga contra su cuello.

–Vale... –musitó Nameless, a la que sólo le había dado tiempo a echarse un poco hacia atrás, mirando a la atacante a los ojos. No veía hostilidad en su cara inexpresiva, parecía que simplemente había decidido derribarla para hacer un experimento–. Sí, impresiona. Muy rápida. Pero Roca me suele estampar contra las paredes y el suelo, y me amenaza con cuchillos, pistolas y sus propias manos –enumeró para que comprobara que estaba surtida en amenazas.

–No te has movido tan rápido como esta mañana.

–¿Eh?

–Lo que quería comprobar era si te movías tan rápido como cuando has evitado que apuñalara a Eisentblut –explicó quitándose de encima.

–Ah, pues... la verdad es que no sé cómo he hecho eso. No es que en el baño hubiera menos luz que aquí. Puede que siguiera un poco lunática. O que mi subsconsciente supiera que ahora no era una verdadera amenaza.

–Tal vez. Aunque se me ocurre otra posibilidad también.

–¿Cuál? Soy la primera que quiere saber por qué hago lo que hago.

–Lo comprobaré pronto y te lo haré saber –prometió Sica encaminándose hacia la puerta–. No quiero preocuparte sin motivo.

–Pues dejarme con la duda tampoco mola –refunfuñó Nameless.

–No tardaré en averiguarlo –repitió y abrió la puerta justo cuando sonaba el toque de queda–. Buenas noches, Eisentblut.

–¡¿Qué hostias haces tú aquí?! –le espetó Roca, apartándola para entrar ella.

Sica se pensó la respuesta un par de segundos y, de repente, tenía la daga desenfundada. Nameless lo descubrió cuando ya se había interpuesto, usando la sudadera para estrangular la muñeca de la asesina y desviarla de puntos vitales.

–¡Que ahora no te ha atacado! –le reprochó Nameless, con el corazón a mil, vigilando que Sica no sacara otra arma con la mano libre, y se encontró con lo que hubiera jurado que era una sonrisa en sus ojos.

–¡Como si eso le importara a una Morilec! –rugió Roca agarrando a Sica para estamparla en la pared del pasillo y pretender espachurrarle la cabeza de un puñetazo, pero se encontró con el codo atrapado por la sudadera de Nameless–. ¡¿Tú de qué vas?!

Un par de perros de Kill se acercaban por el pasillo para hacer su trabajo nocturno, pero, al ver el percal, dieron media vuelta.

–Estaba comprobando la rapidez de reacción de tu Subcapitana –explicó Sica–. Y no me ha defraudado.

Nameles parpadeó. Sí, había reaccionado a velocidad lunática. Para proteger a otra persona, quien fuera a salir mal parada. "¿Esto no es muy heroico?", se preguntó, preocupada de que Roca se diera cuenta y se cabreara.

Institute of Evil versus Heroes Academy (IEvsHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora