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"Sexo, drogas y alcohol", aquel conocido cliché adolescente, que representaba la manera en que Amara había decidido vivir de ese momento en adelante.

Casi todo el tiempo estaba ebria o drogada junto a su buen amigo, Ronnie. Este había abandonado la universidad junto a Amara. Alegando que no había nada que él no supiera sobre la escultura y que ellos pudieran enseñarle.

—¿¡Quieres un poco?! —gritó por encima del escándalo, ofreciéndole una pastilla.

—¡Claro! —respondió el moreno de la misma manera.

Sus cuerpos sudaban entre el tumulto de personas bailando. Brincaban y daban vueltas al son de la música electrónica y las luces neón parpadeando repetidamente, causando mareo.

Ni siquiera conocían a nadie en la fiesta, sólo se habían colado dentro de esta al escuchar que habría música y alcohol. Tenían más de una semana sin dormir más de 2 horas al día, tenían ojeras y piel pálida y los labios extremadamente resecos, tampoco habían comido mucho, quizá un par de hamburguesas en un McDonald's. Se estaban destrozando la vida ellos mismos, pero ¿a quién le importaba lo que hicieran?

Según Ronnie sus padres nunca le pusieron atención y habían dejado de apoyarlo cuando entro a la escuela de Arte, diciendo que era una carrera de vagos y que no le dejaría nada bueno, en cuanto a Amara; conocemos su historia.

Andrew y Lauren siempre habían sido buenos padres, que aunque ausentes por su trabajo, siempre estaban al cuidado de su pequeña. Ahora parecía que su hija había muerto, no querían verla, estaban decepcionados y Amara sentía rencor hacia ellos por haberla separado de Dylan. Todo era culpa de sus padres por separarlos.

De no hacer sido así, justo ahora sería la chica más feliz del mundo a su lado mientras estudiaba lo que más ama en la vida; Arte.

Aunque podía ser egoísta pensar en eso, ella sabía a lo que se enfrentaría si sus padres se enteraban. Pero ellos habían sido aún más egoístas por ni siquiera pensar en cómo se sentía su hija.

El cuerpo de Amara se mecía y restregaba contra el de Ronnie de manera vulgar y obscena. Puede que pasar tanto tiempo juntos hacía que sintieran cosas uno por el otro, pero también las drogas estaban haciendo efecto en ellos.

Aquel lugar apestaba a adolescentes hormonales y droga, también un poco a moho, húmeda y sudor.

Amara tomó el cuello de Ronnie sonriendo de manera siniestra y sensual a la vez, este sólo se dejó llevar. Besándose por fin, las manos del moreno presionaron fuertemente su trasero haciendo que está soltará un gemido ahogado.

—¿En serio va a pasar esto, Amara? —preguntó mientras la pelinegra devoraba su cuello.

—¿No quieres? —se detuvo a mirarlo.

—No me refiero a eso, pero... —se rascó la nuca preguntándose—. ¡Al carajo! —la tomó de los muslos montando la en su cadera.

Y ahí estaban, teniendo un faje en un rincón de aquel putrefacto lugar, con el cuerpo de la ojiazul presionando contra la pared y sus piernas al rededor de Ronnie, a la vista de todos. Aunque nadie miraba en su dirección, todos estaban igual o más drogados que ese par.

Pequeños gemidos salían de los labios de ambos mientras la fricción de sus cuerpos aumentaba de intensidad.

No tenían ni la menor idea de que era lo que hacían, pero lo habían hecho. Sin importar las consecuencias que esto traería a su amistad.

—¿Quieres ir al baño? —preguntó notablemente agitada por la excitación.

—¡Vamos! —tomándola de la mano corriendo en dirección a los baños.

Volvieron a colocarse de la misma manera que antes, pero esta vez dentro de un cubículo. Teniendo un poco más de privacidad, Ronnie rompió la delgada blusa de Amara, dejando sus pequeños senos al aire. Está simplemente se retorcía y gemía ante las caricias recibidas.

Después de haber tenido sexo en un baño público y asqueroso, se miraron. Pensando en lo que acababan de hacer.

—Esto no debió ocurrir —las manos de Ronnie temblaba sobre sus rodillas.

—S...Sí, fue sólo el calor del momento —Amara estaba sentada sobre el lavamanos, con los pies colgando y Ronnie sobre la tapa de uno de los escusado con las manos cubriéndole la cabeza con vergüenza.

—Esto será un secreto —sus rostros estaban bañados en preocupación.

—Sí, no volverá a suceder —un silencio incómodo los atrapó— Espera... ¿Y por qué no? —Ronnie levantó la mirada del suelo confundido—. No tienes novia, no tengo novio. ¿Cuál es el maldito problema de acostarnos? —saltó del lavabo y rió.

—¿Qué? —comentó divertido.

—Sí. Yo lo disfruté. ¿Lo disfrutaste?

—Claro, pero... —frunció el entrecejo confundido por el repentino cambio de ánimo.

—Entonces no hay ningún inconveniente. Podemos tener sexo cada vez que queramos.

—Sí, tienes razón —se levantó de su asiento entendiendo lo que su amiga decía—. Podemos disfrutar del sexo siempre que queramos.

—Claro, como justo ahora.

—¿Ahora?¿Cómo: justo ahora? —Amara asintió. Lanzándose a los labios de Ronnie por segunda vez en la noche.

(...)
—¡Hey, mujer! Ven aquí —gritó roncamente Ronnie, llamado a Amara, quién estaba bailando sensualmente sobre el cofre de un auto junto a otra chica.

—Dime, hombre —sonrió sentándose sobre su regazo.

—Él es Jaime —sonrió tomando su mano en saludo.

—Karla, un gusto —lo saludó. Ese chico se la comía con la mirada, viajando de arriba abajo a lo largo de su cuerpo.

—Eres tremendamente sensual, Karla —rió mordiendo sus labios con descaro.

—Gracias, no me quejo —la chica con la cual Amara estaba anteriormente se llevó a Jaime mientras la pelinegra y el moreno se devoraban. Frotándose uno contra el otro sin importar que los demás pudieran verlos.

—Necesitamos una habitación —Amara lo tomó del brazo y subieron las escaleras entre risas y bromas sexuales.

Come back, Mr. O'Brien (+21)Where stories live. Discover now