«Mr. and Mrs. O'Brien»

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—Ronnie, ¿puedes ir a jugar con mamá? Necesito un momento —Dylan se sentía tenso y cansado.

—¡Síp! —Reunió sus Legos en el paquete, tirando un par, se agachó a recogerlos y se derramaron más. Dylan se burló desde su silla.

—Antes de que te vayas, ¿te gustaría darle un beso a papá? —Suelta la bolsa y corre hacia él, toma sus mejillas y da varias besos, aunque el rastro de barba cosquillea sus pequeños labios—. Ve despacio y con cuidado. No quiero que te lastimes.

Cuándo se quedo solo dejo caer la cabeza sobre el respaldo cerrando los ojos. No quería ser como su padre, no quería llevar el trabajo a casa con su familia, pero no podía dejar de pensar en ello.

—¿Estás bien, amor? ¿Por qué papi se ve tan frustrado? —Amara se posó frente a él, con su overol de mezclilla manchado de pintura colorida, al igual que su pálido rostro y su cabello atado con un listón amarillo.

—No me digas así, a menos que quieras que te folle duro —dijo en un gruñido con la mano sobre el tabique y sin mirarla directo.

—¡Dylan! —alargó entrecerrando la puerta—. Ronnie anda por ahí, te va a escuchar.

—Perdón, estoy tenso —estiró la mano en su dirección. Llevaban suficiente tiempo juntos para que Amara supiera lo que él quería que hiciera.

Tomo asiento sobre sus muslos y lo abrazó, Dylan acurrucó el rostro en su cuello respirando con suavidad.

—Tu hija es una niña muy considerada. Dijo que podía jugar sola, para que yo viniera contigo porqué me necesitas.

—Una buena madre cría buenos hijos —murmura. Amara sonríe y besa sus labios con cariño.

En medio del beso deslizó su mano sobre el muslo regordete y la otra sostuvo su nuca, volviendo el momento sucio y pasional. La pelinegra se acomoda a horcajadas sobre él, balanceándose, sus palmas cambian de dirección y presionándole el trasero, da un azote en la mejilla izquierda y ella gime suavemente en sus labios. Los movimientos aumentan el ritmo y ambos dejan caer la cabeza hacia atrás gimiendo bajito, disfrutando el roce, aún sobre sus ropas. Su estómago se tensa, puede sentirlo muy cerca...

—¡Mami! —Los dos se detiene abruptamente ante el llamado desde la otra habitación.

—En un momento voy, Verónica —ríen simultáneamente—. El deber llama —ella hace un pequeño puchero y da le pico en los labios.

—Está bien, ve antes de que me arrepienta.

Amara saca su móvil del bolsillo, pues estaba sonado, lo mira un segundo, ríe y luego lo sacude en dirección a su esposo.

Es la hora de dormir a su pequeña.

—Te veo nuestra habitación en 15 minutos, papi —sale meciendo las caderas coquetamente.

Dylan suspira tamboreando sus yemas en los brazos de la silla, se pone de pie tirando del pantalón escondiendo su incomodidad y dirigiéndose a su aposento.

—¿Papá está bien? —da un bostezo, ya recostada en su cama.

—Él está muy bien. Y va a estar aún mejor. —Se sorprendió a sí misma hablando en doble sentido frente a su hija.

—¿Por qué estaba triste?

—Se sentía frustrado —la pequeña repite en murmuró, como todas las nuevas palabras o frases que escucha. Mira a su madre con sus ojitos avellana acuosos de cansancio esperando explicación—, el trabajo de tu papá es difícil, y a veces pierde. Entonces lo hace sentir frustrado y un poco triste.

Come back, Mr. O'Brien (+21)Where stories live. Discover now