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James Miles

—Entonces... —sonrió.

-—¿Entonces? —lo vio tragar saliva. «Diablos, está nervioso».

—Te dije que te llevaría a beber algo por arrollarte. —Causando una carcajada de parte de Amara—. No te burles, soy un hombre de palabra.

—Cierto —rascó su barbilla dramáticamente.

—Vamos, Amara. No me vas a decir que tienes novio —el rubio levantó una ceja.

—No, pero... —Ahora se sentía incómoda porque ese chico le estaba coqueteando deliberadamente—. Vamos, ya da igual —sujetó el antebrazo del chico jalándolo.

Una gran sonrisa apareció en el rostro de ambos mientras caminaban en dirección al estacionamiento.

—Conozco un lugar pintoresco no muy lejos, iremos en mi auto, ¿quieres? —Amara asintió sin más.

No tenía ganas de pensar en lo mal que estaba subir a ese automóvil con ese chico coqueto. La hacía sentir sucia e incómoda.

Se sentaron en silencio, y arrancó camino a la carrera.

—¿Cómo es que conoces un lugar si vienes de Inglaterra? —dejó escapar esa pregunta que le estaba curioseando en la mente.

—Soy de cuarto año, tengo tiempo viviendo aquí, pero en vacaciones voy a visitar a mi familia a Inglaterra.

—Oh, vaya. ¿Los extrañas estando aquí? —suspiró insegura de haber preguntado algo tan personal, porque eso daría paso a que James hiciera preguntas personales también—. Olvídalo, no tienes que responder.

—Está bien, tranquila —sonrió con una mucha de confusión y diversión. Era obvio que no entendía porque Amara se preocupó—. Mi madre, mi padrastro y mis dos hermanas son todo para mí. Felicia tiene 6 años, es por ella que me esfuerzo en hacer lo que me gusta, quiero ser un ejemplo para ella de qué con esmero los sueños se cumplen —dijo como si lo supiera de memoria, casi como si lo repitieran todos los días al levantarse.

—Aww, amo a los niños pequeños. —No pudo evitar imaginar a una pequeña rubia y tierna. Y básicamente fue lo único que escuchó claramente de sus palabras.

—A mí también. De hecho, ¿Jade? —Amara asintió—. Jade me recuerda mucho a ella, me parece muy adorable.

Amara comenzó a reír a carcajadas cubriendo su boca con la mano.

—¿Qué? ¿Qué es gracioso? —dijo James luchando por no reír también.

—Jade cree que te gusta, porqué le dijiste que tenía tiernas coletas. Y dice estar muy enamorada de ti —dijo entre risas.

—Vaya, pero ni siquiera me conoce como para enamorarse. Podría ser un idiota patán que solo quiera jugar con ella. —Las risas de Amara se detuvieron en ese instante como un acto de reflejo.

—Un patán no te ayuda a levantarte después de arrollarte, por un contrario, te cobra los daños al auto. Además un patán se cree lo mejor de mundo, no pensaría que tiene un defecto —sonrió con incómoda.

—Inteligente suposición, Amara.

—Desgraciadamente me han tocado muchos idiotas —sonrió incómoda mirando por la ventana.

Jack Henderson llegó a su mente como un flashback, aquel idiota que había dejado a su amiga ebria tirada con un golpe en la cabeza sin preocuparse por saber cómo estaba.

—Bueno, antes de que esto se vuelva incómodo. Hemos llegado —James tenía razón, aquel lugar era una cafetería rústica de madera, pero parecía más una taberna de película antigua.

Come back, Mr. O'Brien (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora