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—¡Mierda! —gritó sujetándose la cabeza entre las manos cuando estaba lejos de las personas.

Se había prometido a sí misma que se concentraría en los estudios y tendría un perfil bajo. «Vaya manera de mantener perfil bajo». Suspiró una y otra vez presionando a la altura de su sien.

Esperaba por el amor al cielo que él apareciera frente a ella. Sin importar de que manera lo hiciera; molesto, feliz, triste. Lo único que quería era verlo, poder volver a sentir sus brazos alrededor de su cuerpo y la sensación de seguridad que emanaba de él.

—Amara, ¿te encuentras bien? —escuchó la tierna voz de Jade a su espalda.

Giró la cabeza dándole una mirada rápida a la rubia y salió corriendo; corrió como si su vida dependiera de ello.

Ni siquiera sabía a hacia donde dirigía su desplazamiento, sólo corrió chocando con algunos estudiantes a su paso, hasta que sus pulmones no resistieron más y se dejó caer completamente rendida sobre el concreto cerca de la puerta de la universidad. Había recorrido todo el enorme campus en cuestión de minutos.

—¡Te necesito, maldición! —gritó sintiéndose una completa loca.

Comenzó reír a carcajadas, sin razón aparente. «Debo parecer una completa maníaca». Recuperó la compostura, de nuevo. Se puso de pie y caminó hacia su habitación. Se sentía mareada por todo; el alcohol, las luces, los nervios, las emociones.

—¿Qué haces ahí tirado? —pasaban de las 2:40am y Ronnie estaba sentado al pie de su puerta, con una mano entre el hueco de su pecho y sus piernas mirando al horizonte mientras fumaba.

—No lo sé, quería saber cómo estabas —Amara sé posicionó a su lado—. Ya sabes, después de tu arranque de locura.

—Podría estar mejor —se encogió de hombros—, ¿y tú?

—Lo mismo digo, ¿sabes...?

—¿Qué? —sacó un cigarrillo de su chaqueta y comenzó a fumar.

Algo que nunca podía faltar en el bolsillo de Amara era: 
su móvil; aunque nadie la llamara y no quisiera hablar con nadie, un encendedor, dinero y más de un par de cigarrillos de marihuana.

—Mas temprano con Melody y Jade, no quería parecer acosador—Amara se sintió avergonzada de haberlo llamado así—. La verdad es que me pareces muy atractiva, pero...

—Ronnie, yo no quiero...

—Déjame hablar —la interrumpió—. Me agradas mucho y de verdad me interesa lo que te sucede, eres más que una cara bonita. —sonaba sincero, pero Amara sentía ya no poder confiar en nadie.

—¿Por qué? ¿Por qué yo? Me conoces hace dos días —dio una profunda calada.

—Porque me recuerdas a alguien.

—¿A quién? —lo miró unos segundos, su fino perfil con los labios envueltos en el cigarrillo, el humo salió de sus fosas nasales y miró su zapatos como su fuera la octava maravilla.

—Tenia un amigo, un chico con muchos problemas. Qué cada vez se fue volviendo más seco, silencioso, misterioso —le hecho un vistazo de reojo—. Como tú. Luego fue agresivo, sus arranques comenzaron a ser más repentinos y brutales. Los idiotas de mis padres me alejaron de él porque creían que era peligroso. Puff, vaya mierda. —Volvió a agachar la cabeza—. Me obligaron a dejarlo, dejarlo cuando más me necesitaba. Y eventualmente, fue más peligroso, pero no para mí, sino para él mismo. Se suicidó —sus ojos expulsaba lágrimas ardientes de culpa—. Esta noche ví en ti esa misma mirada. —Finalmente levantó la vista hacia la pelinegra.

—No voy a suicidarme. Sólo fue un tonto colapso —No pareció creerle, pero aún así, asintió.

—¿Te dijo algo más?

—Por supuesto.

—Esta mañana en quedé mirando una escultura en clase de Robert y me dí cuenta de que todo es relativo. Ya sabes, la belleza, el valor de las cosas, la inteligencia, los sentimientos —dio una calada al cigarrillo de Amara.

—Debió haber sido completamente hermosa —ambos miraban a la nada pensando en las palabras del otro mientras compartían aquel cigarrillo con tranquilidad.

—Era de un tenedor gigante —ambos rieron—. ¿Entiendes? Me despertó unos profundos sentimientos y pensamientos, siendo algo que quizá veo todos los días y nunca me había detenido a observar.

—Así es el arte. Supongo que por eso escogimos esto. Maneras de representar nuestra propia manera de ver el mundo, de enseñarle a los demás lo que significan todos eso desvelos, las grandes ojeras, las botellas vacías, las colillas de cigarrillo, el desorden que hay en la mente del artista. Y sí logramos algo bueno eso será despertar algún sentimiento o pensamiento profundo.

Amara y Ronnie estaba tan sumidos en la droga y sus pensamientos filosóficos, tanto que ni siquiera podían notar cuánto tiempo había pasado.

—Vaya —susurró el castaño poniéndose de pie—. Está amaneciendo, debo irme antes de que el prefecto haga el conteo y no me encuentre en la habitación.

—¿Conteo? ¿Qué es esto una cárcel?

—Es una universidad con chicos y chicas que pueden hacer lo que quieran durante su tiempo libre, creo que un conteo para saber que amaneciste en tu habitación se considere abusivo.

—Tienes razón —bostezó—. Melody y Jade no deben tardar en regresar.

Ronnie frotó sus ojos y caminó hacia las escaleras para ir de vuelta a su dormitorio.

—Amara —la detuvo justo unos segundos antes de ingresar—, cuentas conmigo. Cuídate.

Amara entro al suyo dejándose caer abatida por la vida sobre su cama. Cayendo en un profundo sueño, debido al cansancio que consumían su cuerpo.

Jade y Melody llegaron unos minutos más tarde. La rubia lo primero que hizo fue revisar si Amara estaba bien, la arropó y se recostó a dormir.

Melody estaba ebria hasta la punta del cabello y unos chicos habían ayudado a Jade a traerla a su habitación. La rubia podía ser infantil y quizá inmadura, pero estaba muy consciente de que sus amigas podrían correr peligro si no las cuidaba. Así que tomó su almohada de flor y su sábana recostándose sobre la alfombra en medio de las dos camas. Despertándose constantemente en la madrugada a revisar que todo estaba bien con sus compañeras. Y a pesar de que ellas no lo sabrían y lo agradecerían no estaba dispuesta a ponerlas en riesgo.

Come back, Mr. O'Brien (+21)Where stories live. Discover now