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(...)
Volvió a la habitación, había perdido casi todo el día en problemas y tontas discusiones con Vanessa. «Vaya primer día».

Se dejó caer boca abajo en la cama cubriendo su rostro con la almohada.

—Y por eso digo que es una tontería... —escuchó a las chicas entrar riendo—. ¿A ti qué te pasa?

—¿Estás bien, Amara? —preguntó dulcemente Jade.

Movió la cabeza asintiendo pero son despegarla de la almohada, como claro indicio de que no lo estaba.

—¿Tuviste un día difícil? —se sentó al borde de su cama y acarició su espalda.

—Bastante —la miró.

—¿Quieres hablar de eso? —sonrió cálidamente.

—No, sólo quiero fumar —se puso de pie recargándose en la ventana y sentándose en el filo de esta.

Todo el campus se miraba desde la ventana, había chicos todavía jugando con un frisbee, otros sentados en las bancas conversado. Encendió el cigarrillo y comenzó a fumar tranquilamente.

—Eso es asqueroso —comentó Melody.

—Lo siento —exhaló por la nariz el humo hacía fuera de la habitación.

—Esa cosa te va a matar —comenzó a desmaquillarse.

—Hoy en día beber agua te mata, ya no le tomes importancia —dijo con tono serio—. Sólo haz lo que te haga sentir bien, al fin y al cabo, la muerte es lo único seguro.

—Vaya, que profundo —se giró viéndola a través del espejo.

—Buenas noches —dijo Jade mientas se acurrucaba en su cama, envuelta con las cobijas, luciendo muy tierna.

—Buenas noches, Jade.

Melody también se envolvió en su cama, dándole la espalda a Amara y apagando todas las luces. Estaba iluminado por la luz de la Luna, que era perfecta para como se sentía en ese instante.

********

—Señorita Gillies, ¿está consciente que su relación con el señor O'Brien está considerada como "Relación inapropiada" según las leyes de Mississippi? —tragó saliva.

Ahí se encontraba la hija de los abogados más prestigiosos del país, siendo interrogada por un delito, daba un tono casi irónico. Ella, él, sus padres, un par de abogados; un novato y uno con casi demasiada experiencia y el juez eran los únicos presentes, sin testigos, sin pruebas más allá de las palabras de sus padres.

Ese juicio no era más que un favor de parte del Juez Obregón.

—Sí, estoy consciente —contestó sin más, temerosa de sus palabras. Cualquier pequeña e insignificante cosa que pudiera decir podría hundirlo más.

Lo mejor hubiera sido no hablar, negarlo rotundamente todo, pero no lo hicieron. Ninguno lo hizo, hablaron tratando de explicar que no había nada malo en aquello que tenían.

—¿En algún momento mi cliente, el señor O'Brien la obligó a estar con él de alguna manera? —El abogado frente a ella parecía tener más de 50 años y bastante experiencia.

Mientras que el abogado de Amara era tal y como pidió; joven, recién salido de la escuela y muy poco experimentado, así sería muy fácil hacer que él obtuviera una condena menor, o de plano, perdiera el caso.

Aunque eso no quitaría el tiempo que él llevaba en prisión preventiva, no porque fuera peligroso, sino porque Andrew temía que Amara escapara junto a él y nunca volviera a verla.

Dirigió una mirada a sus padres. Andrew estaba exorbitantemente molesto y Lauren lloraba decepcionada.

—No. Por un contrario.

—¿Quieres explicar eso? —comentó el Juez Obregón.

Un viejo amigo de sus padres desde hacía varios años atrás con el poder suficiente de separarlos irremediablemente.

—Yo lo acosaba todo el tiempo. Yo quería estar con él —se aclaró la garganta—. Yo lo amenacé muchas veces diciendo que lo culparía por intento de violación si no estaba conmigo —mintió bajo juramento, pero le importaba un carajo el juramento.

Él levantó la mirada; esa mirada que podía matar y desarmar a cualquiera, estaba enfocada única y exclusivamente en Amara.

El rostro de él se tornó confundido, entrecerrando los ojos y frunciendo el seño, no esperaba que mintiera sobre su declaración.

Pero... ¿la dejaría mentir para salvarse de la cárcel?

Sí, quizá lo hizo.

—¿Quiere decir que en cierta manera usted obligó al señor Dylan O'Brien a mantener relaciones?

—¡Objeción! —exclamó su padre poniéndose de pie—. Soy testigo ocular de que el acusado no era obligado a estar con la menor.

—Denagada. Su testimonio ya fue tomado y señor Gillies, le recuerdo que no es un representante legal en el caso, así que tome asiento y guarde silencio o lo sacaré de la sala.

El abogado de Amara; Kenneth Williams, se posó frente a Andrew intentando controlarlo, pero la furia corría por todo su cuerpo.

Amara estaba consiente que no permitiría por nada del mundo que alguno de sus padres fuera su representante en esto. Sabía que se encargaría de refundir a Dylan en la cárcel sin importar nada, ni siquiera su propia hija.

Dirigió su mirada a él, su rostro está completamente rojo e iracundo con ganas de arrancarle la cabeza.

Las lágrimas no dejaban de brotar por sus ojos azul marino frente a todos los presentes, sin vergüenza alguna. No creía de verdad encontrase en ese lugar.

—Continue con el interrogatorio —indicó el Juez.

—¿Mi cliente mantenía relaciones sexuales con usted bajo amenaza? —tragó saliva pensando seriamente en la respuesta que daría.

—No. Era una relación consensuada —se dirigió al Juez, más que como eso, como un viejo conocido—. Por favor, Juez Obregón, no soy una niña, sé lo que hago —se levantó de golpe mirándolo— y lo que no. Él nunca me hizo daño alguno ni me obligó a nada. Yo soy la que debería levantar cargos y no me interesa hacerlo.

—Amara, debo actuar con forme a la Ley y lo sabes  —«Mierda».

********

—¿No puedes dormir? —se giró limpiándose las lágrimas de sus mejillas.

Jade estaba sentada en su cama mirándola con expresión triste.

—No. —Sentía un nudo en la garganta al recordar todo lo sucedido.

—¿Estás bien? —Bajó a tropezones por las pequeñas escaleras.

—Sí, no te preocupes —sonrió falsamente aplastando el cigarrillo contra el marco de la ventana.

—Vamos, háblame de eso —se sentó en la alfombra cruzando sus piernas y encendió la lámpara.

—No es necesario, Jade.

—¿Puedo darte un abrazo? —sonreía con tristeza.

Extendió sus brazos y la abrazó fuertemente, se sentía horrible. Todo lo sucedido era su culpa, o al menos eso creía ella.

—Ve a dormir. Mañana será otro día.

—Sí, también tú deberías hacerlo. —Había silencio, aunque se escuchaban los leves ronquidos de Melody.

Se recostó en la cama, cubriendo su cuerpo. Jade se durmió casi al instante, mientas Amara era incapaz de consolidar el sueño, atormentando su mente con recuerdos.

Come back, Mr. O'Brien (+21)Where stories live. Discover now