PHOENIX ➢ Robb Stark

S I E T E

  Skylar se creía loca porque desde que Lady Catelyn se fue de Invernalia se despertaba a altas horas de la noche por pesadillas que no recordaba cuando abría los ojos, pero aún así siempre que se despertaba tenía un nudo en la garganta y las mejillas húmedas. Pero eso no era lo único, cada vez que se levantaba iba al Bosque de los Dioses, no sabía porqué, ella no creía en esos dioses antiguos, ni en esos árboles, pero se sentía cómoda allí. Le relajaba estar sola ahí, con solo la luz de la luna, el viento susurrante, y aquellos árboles. Aunque no le gustaba el arciano con la cara tallada, aún así se sentía cómoda. 

  Y esa noche era una de ellas. Ella daba vueltas en la cama mientras pasaban imágenes en su pesadilla. Una boda, sangre, y  muerte, sobre todo muerte. En eso la ventana se abrió ferozmente soltando un estruendo, y ella se levanto dando un grito ahogado. Sus manos le temblaban, y sus mejillas estaban húmedas, pero está vez era diferente. Está vez no paraba de llorar. Skylar movió su mano temblorosa a su boca para callar un sollozo, y cerro los ojos con fuerza.

  Se recordaba que solo era una pesadilla, pero sentía como si le hubieran arrancado una parte de ella. Cómo si la hubieran lastima muco. Cómo si hubieran matado una parte de su alma. 

  Ella sintió como el viento totalmente frío la abrazaba,  pero no tuvo frío, solo tuvo un pequeño escalofrío. Skylar se levanto de la cama un poco temblorosa aún, tenía un fino camisón color blanco que le dieron para dormir, era cómodo, pero era incomodo cuando Theon la iba a despertar porque Robb la llamaba y se quedara mirando. 

   —Me vuelves a mirar de esa forma y te juro que te daré una paliza  —le había advertido ella, pero el Greyjoy solo sonrío socarronamente y se fue.

  La chica Krane miro por la ventana la luna, la luz de esta le daba en su rostro y le daba palidez y un suave brillo, sus ojos dispares brillaban más que nunca. Era una linda noche, no era oscura, la luz de la luna iluminaba los patios, y calles afuera del castillo de Invernalia. Por la mente de la chica paso que no estaba tan lejos de su hermano, después de todo veían la misma luna. Pero solo lo dijo para darse esperanzas. 

  Se alejo de la ventana mientras la cerraba, y se encamino al armario para elegir un simple pantalón de una fina tela teñida de negro, aunque ya se estaba descoloranda, una camisa blanca con botones dorados, sus botas de cuero flexibles, y al final se coloco su gruesa capa. No se llevo a Fénix Oscuro, pero si a Fuegoscuro, ya que la daga se podía esconder fácilmente. 

  Salió de sus aposentos sin hacer ruido, y camino con rapidez por los pasillos y escaleras. Cuando salió del castillo se puso la capucha de la capa, y camino por las sombras de las torres, por donde la luz de la luna no llegaba. En su mente apareció un recuerdo de hace años, en donde estaba con su hermano en los bosques afuera del castillo de la Isla del Fénix en la noche.

   —Si no fuera por tus ojos juro que no te veo, Sky  —le había dicho su hermano, tenía unos 15 años en ese entonces—. Con tu ropa que siempre es oscura, y tu agilidad de moverte como un gato, se diría que eres una sombra. 

   —No soy como una sombra  —la niña de 11 años se movió con agilidad entre los árboles, y se apareció atrás de su hermano, cosa que lo hizo reír—. Soy la Sombra de un Fénix.

  Siempre le había gustado pensar que era eso, la poderosa Sombra de un Fénix. La sombra se ve más grande que el Fénix, y es por eso, es porque es más grande que él, más sigilosa. Pero eso solo eran juegos de cuando era pequeña.

  Entonces el Bosque de los Dioses estuvo enfrente de ella, sus árboles se alzaban enfrente de la chica. Antes de adentrarse a él, giro su cabeza hacía atrás para ver si alguien la seguía, pero no había nada, solo estaba Sombra que la seguía de cerca, asintió un poco hacía el ave y como si hubiera entendido este empezó a volar desplegando sus alas para meterse en el bosque, después de él fue ella quien se adentro en los árboles.