Él se fue dejándole todo el peso de su infierno a ella sobre sus hombros.
Él se fue despertando al demonio que ella llevaba mucho tiempo guardado en su interior.
El rey ya no está y ella tomó su lugar.
❝-Soy la reina de todo y todos. El que me de...
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Al llegar a la planta baja veo que Adrienna sigue en el mismo lugar pero ahora hablando con un chico que no llego a reconocer porque ella me lo tapa; no se la nota nada feliz. Miro a los gemelos y estos, al mirarme también, me sonríen maliciosamente y ahí entendí de quién se trataba. Hago sonar mi cuello y me encamino directamente hacia mi chica; al llegar al lado de ella paso mi brazo por su cintura, la pego a mi cuerpo mirando fijamente a Stefano y le doy un beso en la sien corriendo, anteriormente, sus cabellos rubios para atrás.
-Ya estoy listo. -digo mirándola con una sonrisa.
Stefano sólo rueda los ojos y suspira pesadamente mientras que Adrienna me sonríe y niega divertida.
-¡Niño!. -grita Itzae haciendo que el idiota al frente mío se sobresalte. -Te están llamando.
-¿Qué?. -pregunta confundido dándose media vuelta.
-Que te llaman imbecil. -contesta Angelo ya frustrado levantando su vista del teléfono.
-A entrenar, vamos. -dicen al unísono los gemelos.
Mis amigos dan media vuelta y salen caminando hacia la parte trasera de la casa sin importarles nada, por otro lado, Stefano, o mejor dicho, el idiota, asiente y se va caminando detrás de ellos como perro faldero. Adrienna agarra mi mano y la saca de su cintura pero la entrelaza con la suya. Sonrío.
-A entrenar, Gangardi.
Al decir eso deshace el agarre de nuestras manos y me da un leve empujón hacia atrás alejándome de ella; sonríe con malicia y da media vuelta caminando hacia la entrada principal de la casa. Suelto una pequeña risa y comienzo a caminar hacia su dirección. La verdad, ese conjunto rosa pastel le hace resaltar todas sus hermosas curvas y no me quejo porque caminando detrás de ella tengo una maravillosa vista. Troto un poco para llegar a su lado.
-¿Dónde vamos, preciosa?. -pregunto usando el sobrenombre que usaba siempre al estar con ella.
Pero no me contesta ni me mira, nada. Frunzo el ceño, ¿le habrá llegado el periodo por tanta bipolaridad?.
-No uses ese sobrenombre. -dice cortante.
Eso me cayó como un balde de agua fría. Siempre le dije así, hasta cuando la creía una niña mimada y engreída; le dije así desde el primer momento en el que me mencionaron su nombre y se quedó permanente al estar completamente enamorado de ella. Me pongo delante bloqueándole el paso y la agarro de los hombros parándola completamente.
-¿Por qué no queres que te diga así?.
-Porque pasamos por muchas cosas feas y al llamarme de esa manera haces que las vuelva a recordar. -contesta sería mirándome fijo.