Extra 1

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David:

6 años después:

 Seis años exactamente han pasado desde que Esmeralda se fue de mí vida, seis años en los que he podido ser feliz, ella me enseñó qué era la felicidad. Jazmín tiene 12 años, y está cursando secundaria, es una excelente alumna con las mejores calificaciones, cosa de la que estoy orgulloso. Al principio, ella y yo siempre pensábamos en Esmeralda, y casi todos los días, la casa se sumergía en un incomodo silencio, hasta que pasaron meses en los que nos dimos cuenta que ella hizo todo por el bien de nosotros, y que ahora está en un lugar mejor. 

 Jazmín no lo superó tan rápido como yo, y es obvio que no lo hizo, apenas tenía 6 años, y perdió otra vez a una persona que creía como su madre. 

 Mí vida se ha consumido en solo cuidar a la pequeña luz de mis ojos y trabajar, en ocasiones Jaz me pregunta cuando tendré una novia o compañera de vida. Cada vez que lo dice, la bilis sube a mí garganta, no quiero que vuelva a ocurrir lo mismo que ocurrió con Esmeralda, o la madre de Jazmín, es por eso que suelo evadir el tema. Sé que Jazmín necesita una madre, una mujer que le enseñe lo que yo, como hombre, no puedo enseñarle. No estoy queriendo decir que yo solo no puedo criarla, porqué eso es lo que e hecho durante 12 años, a lo que me refiero es que a Jaz le hace falta una presencia femenina, que le hable sobre tampones, o cosas de chicas en plena pubertad. A mí me hace falta también una presencia femenina, una mujer que me bese, abrace y me diga todos los días lo tierno y dulce que puedo llegar a ser. 

 Pero por ahora, no puedo hacer nada más que tratar de enseñarle a mí hija las pocas cosas que sé sobre chicas en plena pubertad. He estado leyendo sobre esto, y creo que sumo puntos a mí favor. 

 Veinte minutos después de haber recordado mí vida pasada, y todo lo que viví, me dirijo al colegio de Jaz. Manejo por las calles solitarias, y me doy el gusto de pasar el semáforo aún cuando este esté en rojo. Sé que que peligroso hacerlo, pero son escasos los coches que transitan, y necesito buscar rápido a Jaz. Llego a su colegio y toco corneta intentando llamar su atención. Y es cuando la veo, Jazmín me ve y me sonríe haciendo que mí corazón lata desbocado, su sonrisa es la más hermosa del universo. Está con alguna de sus amigas y un solo chico, se despide de todas las niñas con un beso en la mejilla, pero con el niño es diferente, a este, le planta un corto beso en la boca y lo abraza. Aprieto con fuerza el volante, y me digo a mí mismo que no es momento de ser un padre celoso. Mis nudillos se vuelven blancos por la fuerza contra el volante. Camina hacía mí, no sin antes voltearse y despedirse con la mano de todas y todos. Entra al coche, y me planta un beso en la mejilla. Por un momento se me olvida lo que acabo de ver, y sonrío. Pero luego me doy cuenta de qué los labios que han estado en mí mejilla, estuvieron en la boca de ese mocoso.

—Puaj —hago un gesto de asco.

—¿Qué pasa, papi?.

—¿Qué pasa?. Púes, que tus labios han estado en la boca de ese niño —sentencio, señalando con mí dedo  al niño regordete, pálido, y con el cabello revuelto.

 Jazmín se sonroja, y se encoge en el asiento, mira por la ventana, suspira y asiente, como si estuviera dándose ánimos ella misma.

—Se llama Louis papá —su voz suena en un hilo de voz.

—¿Y eso qué me importa? —salgo del colegio, y manejo por las calles. Ella rueda los ojos.

—No tienes qué decirle niño, puedes decirle Louis.

—¿Quién es él?.

—¿Un niño? —pregunta.

—¿Qué es tuyo?.

 Muerde su labio inferior y comienza a mover su pie derecho contra el suelo del auto, sé de inmediato, qué está nerviosa, lo sé porqué esos son los gesto qué hace cuando lo está. Me mira, y veo preocupación en sus ojos.

—Papá... Él y yo estamos saliendo —cierra los ojos, como si estuviera esperando que yo le gritara o reclamara algo, pero no lo haré. Sé qué eso no es lo correcto, sé que ella está creciendo y eso es normal. Suspiro entrecortadamente, y trago duro. Mí mano envuelve la suya que estaba reprimida en sus muslos, y ella abre los ojos, mirándome con sorpresa.

—¿Desde cuándo?. ¿Por qué no me lo habías dicho cariño?.

—Yo... Bueno papá, hace unos meses, pensé que... Yo pensé que eso te iba a molestar papá, perdón —sus ojos brillan.

—No hay nada que perdonar bebé. Sabes que cualquier cosa puedes contármela. No es nada malo que estés saliendo con un chico, o que él sea tu pareja o novio —asiento para mí mismo.

 Esas palabras son las más fuertes qué me han tocado decir, pero sé, que está bien. Ya leí sobre esto, y no haré nada gritándole o reprimiendole no estar con el niño.

—¿Qué?, ¡No papá! —exclama, y mí ceño se frunce —¡Papá, no es mí novio! —explica, y toma su rostro entre sus manos, negando.

—Oh cariño, lo que sea tuyo. Puedes contarme todo —le aseguro.

—Papá, necesito a una chica —mí garganta se seca, y mis puños se cierran en el volante, a este punto o mis puños estallan o lo hace el volante —Yo... Quisiera contarte todo de verdad, pero es imposible. El baila es mañana papá, el baila de la escuela, él me invitó como su pareja, y yo... No sé que vestir, no te pediré ayuda a ti, porqué sé que me veré horrible —la miro indignado —Necesito una chica que me diga que vestir, como me vería bien, que me hable sobre relaciones y cosas así papá.

—Cariño, yo... —trago duro —Puedo ayudarte bebé, puedo hacerlo. Puedo hablarte sobre relaciones, sobre lo que quieras, no necesitamos urgentemente a una mujer —estaciono el coche en el porche de la casa, y apago el auto. 

 Jazmín me sonríe, pero es una sonrisa triste.

—No es lo mismo papá. No estoy diciendo que necesito que tu tengas una novia o algo así, solo digo que... Una mujer que me ayude no estaría demás. Una amiga. Aunque lo intentes, nunca podrás rellenar el espacio de mamá o Esmeralda. Eres el mejor pá —una punzada de dolor atraviesa mí pecho, y mí corazón late frenéticamente contra mis costillas —Pero no puedes intentar ser una mujer, no quiero que lo hagas. Eres mí papá, un hombre, y agradezco todo lo que haces por mí. Pero, un espacio es un espacio —besa mí frente.

—¿Sabes cariño?. No me subestimes —sonrío —Yo sí puedo darte un consejo como cualquier otra mujer, como dices. Yo sí puedo ayudarte a vestir y a que te veas hermosa, yo sí puedo peinarte y maquillarte, ¿sabes por qué?, porqué soy tu súper papá, y voy a hacer todo para que tú seas feliz.

—Pero... —la interrumpo, y niego con la cabeza.

—Nada de peros —bajo del auto plantando mis pies enfundados en unos zapatos grises en el suelo y ella me sigue —Vamos —espeto, abriendo la puerta de la casa.

—Papá...

—¡Es hora de qué tú súper papá te ayudé a maquillarte, vestirte, para que te veas como una princesa e impresiones a ese mocoso! —grito, entusiasmado.

—¡Papá! —reprocha.

—¡Vamos hija! —me acerco a ella y la abrazo, acariciando las hebras de su cabello —Te enseñaré todo, todo lo que quieras, todo lo que sea necesario. Podré hacerlo. Te hablaré sobre sexo, y besos con lengua, lo que quieras.

—¡Dios papá! —chilla, mirándome con horror.

—Vamos, mueve el trasero, báñate y cámbiate, iremos de compras. Vas a impresionar al mocoso, si o si —aseguro sonriendo.

—Ay papi, te amo.

—Lo sé, ahora muévete niña, vamos rápido. El baile es mañana, vamos.

—¡Misión intentando conquistar al mocoso en procedimiento! —grita mí hija, dando saltitos en su lugar.

—¡Que comience la misión!.

—¡Ahora! -gritamos los dos al mismo tiempo, mientras entramos a casa con una sonrisa plasmada en el rostro.

 Haré todo para que ella sea feliz, todo.

Más Allá Del CieloWhere stories live. Discover now