Capítulo 20

289 13 0
                                    

—¿Para que querías verme, bonita? —me senté en una de las sillas del Restaurante Redws.

—Bueno. Solo quería hablar contigo.

—Y hemos estado en contacto —dije algo confundido.

—Si, lo sé. Pero siempre nos vemos por mi perro, esta vez yo solo quería que estuviéramos nosotros dos, solos. Porque queremos estar juntos, no porque yo te esté mintiendo diciéndote que mi perro te extraña, o tu me estés mintiendo diciendo que lo extrañas a él.

—Pero que directa, Señorita Esmeralda —soltó una carcajada.

—Solo digo lo que es verdad. Los dos nos queremos ver —asentí de acuerdo con ella.

—Estoy de acuerdo. Pero tu pagaras la comida, ¿no?.

—Claro que sí. Invité yo.

—Te ayudaría, pero en realidad, quiero que tu pagues.

—La maldad está en ti —me encogí de hombros. Un hombre se nos acerco y preguntó que queríamos comer. Como era medio día todavía, los dos decidimos pedir un té, huevos revueltos y, panquecas. Un gran desayuno.

—Estaba muy bueno. Pero le disfruté más porque tu pagaste.

—Que caballeroso eres —susurró con ironía.

—La caballerosidad no va conmigo, cariño.

—Y pagarle la comida a los demás, tampoco va conmigo.

—¿Y, entonces, por que lo hiciste?.

—Porque, simplemente, me dio la gana de pagarle la comida a un chico, que, ciertamente, no tiene nada de caballeroso.

—Buena respuesta —le guiñé el ojo —Quiero que conozcas a alguien muy especial para mi.

—¿Y quien es esa persona? —preguntó, terminando de comer su huevo revuelto.

—Alguien muy especial para mi. Una niña luchadora.

—Oh, es una niña —sonrió.

—Si.

—Está bien. ¿Cuando estará listo tu hotel?. Estoy ansiosa por tener mi academia allí.

—Falta poco. También estoy ansioso —le sonreí.

—Me preguntaba si podría ayudarte a decorar todo tu hotel, ya que, bueno, un hombre no es muy bueno en el diseño, en colores, y en decorar.

—¿Y cómo lo sabes?. Yo no soy igual a todos los hombres.

—Tal vez no lo seas. Pero apuesto a que, el hotel tendría solo colores masculinos, y solo cosas masculinas.

—Púes, estás en lo correcto.

—Siempre lo estoy.

—¿Que tal si nos vamos? —pregunté.

—¿Iremos a ver a la niña?.

—Si. Pero si no quieres...

—Tranquilo, si quiero. 

 Nos dirigimos fuera del Restaurante y, emprendimos nuestro camino hacia el hospital.

—Hola, cariño —dije, luego de entrar a su pequeña habitación. Sus ojos se iluminaron.

—¡Axel! —gritó, saltándome encima. 

—Te traje a una amiga, pequeña —se sentó en la camilla. Le hice una seña a Esmeralda, que estaba en la puerta, para que se acercara, y, así lo hizo.

Más Allá Del CieloWhere stories live. Discover now