Capítulo 14: Recuerdos y Exploraciones
Laura observaba con una tranquila sonrisa a la Tía Elena, que picaba con destreza las verduras del almuerzo. Era anciana y sabia, pero conservaba cierta chispa divertida en sus arrugados y pequeños ojos. No dejaba de recordarle a una amorosa y comprensiva abuela.
- ¿A dónde fue mamá? - Ross entró a la cocina y se sentó en la mesa junto a Laura.
- Acaba de irse a hacer unas compras – Respondió Elena sin dejar su labor. El joven olfateó varias veces tratando de procesar aquel delicioso aroma, pero nada le llegó a la mente.
- ¿Qué estás haciendo?
Laura a se giró a él con una picardía – Lo que más te gusta ¡Sopa de verduras!
- ¡Qué! – Ross se levantó propinándole un golpe a la mesa ante las risitas de las dos, luego adoptó una expresión de desconsuelo – Tía Elena, sabes que no soporto ningún tipo de sopa.
- No seas tan dramático – Laura lo haló para que se sentara de nuevo – Seguro que esta te gustará.
- No lo creo...- El se cruzó de brazos, despertando más risas de parte de la anciana, la miró entre interrogativo e irritado.
- Tu forma de ser no ha cambiado, sigues igual de obstinado...- Lo señaló desde donde estaba con una cuchara de madera – Incluso haces las mismas expresiones como cuando te enfadabas...
Laura sonrió con diversión mientras Ross las ignoraba – Cuénteme más de Ross Tía Elena...- Pidió la chica con interés. La mujer alzó los ojos al recordar aquellos tiempos.
- Era muy escandaloso. Recuerdo que una vez tuve que perseguirlo por toda la casa para que se bañara, su hermano en cambio hacía caso de una vez y no daba tanto que hacer...
Ross volteó los ojos – Oh si, hablemos del perfecto Riker...- Masculló y Laura le dio un codazo para que dejara de ser tan tozudo. Elena rió tranquilamente mientras tiraba las verduras bien picadas en una cacerola con agua hirviendo y luego de agregarle otros condimentos, revolverlas con la cuchara de madera y poner una tapa de acero, se secó las manos con su delantal y miró a Laura con una pizca de entusiasmo.
- Te enseñaré algunas cosas que de seguro encontrarás interesantes, ya vuelvo.
La mujer desapareció por la puerta y los dos jóvenes se quedaron pensativos – ¿Me pregunto qué será?
Ross se rasco la cabeza entrecerrando los ojos – No sé por qué tengo la impresión de que será algo embarazoso...
Momentos después escucharon los pasos de la anciana bajando las escaleras – Vengan a la sala niños...
Ambos se dirigieron a la estancia y se sentaron en los mullidos muebles cada uno a un lado de la mujer, que tenía entre sus manos un cofre hecho de madera de roble labrada, de tamaño mediano y aspecto antiguo. Laura pestañó llena de curiosidad.
- Este es mi cofre de recuerdos...- Explicó Elena. Alzó la tapa y dejó ver el ligeramente polvoriento contenido, tomando una especie de libro y abriéndolo de par en par.
Los dos jóvenes acercaron más sus cabezas, observando las variadas fotografías pegadas a las páginas. Las imágenes en blanco y negro se veían frágiles y deterioradas por el tiempo, algunas más desvaídas que las otras. Laura alzó ambas cejas y señaló efusiva a un apuesto joven de cabellos negros - ¡Se parece mucho a Ross!
- Ese es mi abuelo – Murmuró él con una leve sonrisa, fijando luego sus ojos en una simpática muchacha de alborotados cabellos rizados – Y esta chica...