Capítulo 9

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Adam

Ha pasado cinco días de lo que sucedió en la casa de Grace, ella no ha querido hablar con nadie, entro en una especie de burbuja ignorándonos. 

Le demandé a Logan que buscara prendas para llevar y que le comprara, ya que su ropa era escasa.

Las sirvientas me avisaron que ella no quiere comer, todos los platos que le han llevado fueron rechazados y vuelven intactos. Me molesta el hecho que no sale de su habitación porque no puedo verla ni oírla.

Estos últimos días la he visitado, pero ella disimula estar dormida, sé que lo hacía  porque podía oír como su corazón se aceleraba, podía sentía su dolor, mi pecho se sentía oprimido la mayoría de los días.

Entiendo que su realidad es otra ahora que descubrió que su madre le mintió por tanto tiempo, pero debe afrontarlo no esconderse.

Abro la puerta haciendo que salté de su cama, la miro furioso y me acerco a ella tomando de su cintura y la aproximo a mi pecho, huelo su aroma y gruño.

—Suéltame.

Ella me empuja, pero apretó su cintura para acercarla más. La llevo al baño para que se bañe, tiene la misma ropa que tenía que hace cinco días.

Toco suavemente debajo de sus ojos, que están hinchados de tanto llorar, ella deja de luchar para observarme, miro sus labios, toco con mi dedo pulgar en su labio, me acerco para besarla.

— ¿Qué es lo que haces? —pregunta, cuando corre su cara.

—Esto hago.

La arrincono contra los azulejos del baño, ella sisea, pero cuando siente mi cuerpo suelta un gemido, mi polla se remueve en mis pantalones. Ella se sorprende de su gemido, sonrió con diversión.

Abro el agua fría. Ella grita cuando siente el agua helada, ella me empuja para salir, pero sus esfuerzos son en vanos, estampó mis labios con los de ella, suelta un gemido de sorpresa, meto mi lengua, su lengua es tímida al principio, pero comienza una lucha con la mía, gruñó.

—Quiero que te bañes y luego comas, es una advertencia. —digo luego de separarme, si sigo besándola luego no me detendré.

—Imbécil.

—Te escuché.

Grace.

Como se atreve a decirme que hacer, como deje que me besara.

—Tonta. —protesto lavando mi pelo con irritación.

Mierda, en que momento todo cambio. era una chica normal que tenía un trabajo promedio, iba a la universidad y me iba bien, no tenía amigos, no era muy buena haciéndolos.

Creí que el mundo sobrenatural eran de los libros y películas, pero miren la realidad me golpeo en la cara, descubrí que tengo una madre que es bruja y que me mintió toda su vida, no sé si fue real que la cuide, ya no sé qué es, era realmente mi madre o cuide de alguien que nunca existió.

Frustración, enojo y un dolor muy profundo en mi pecho, eso es lo que siento al llorar.

Mis lágrimas se mezclan con la lluvia de la ducha, sentada en aquella esquina de la ducha.

—Oye. —dice Adam.

—Vete. —digo, cuando veo su mirada de compasión, odio esa mirada.

Él me ignora, apaga la ducha, busca una toalla y me la pasa, él está mirando hacia otro lado cuando me seco con la toalla, cuando me cubro. Trato de empujarlo cuando se acerca a mí, pero no tengo fuerzas. Me lleva al lavabo, él me deja en frente del espejo, veo mis ojeras, mis ojos hinchados de tanto llorar, me veo como la mierda y luego me acerco al espejo cuando veo como una especie de mordida en mi cuello.

— ¿Qué mierda? —pregunto a nadie en particular.

Adam vuelve con una secadora en sus manos, y mira lo que estoy viendo en el espejo.

—Es una mordida, te marqué.

— ¿Qué tú hiciste qué?

—Te marqué, ahora eres mía.

Me rio en su cara porque yo no soy de nadie, soy solo mía. Me vuelvo a mirar en el espejo, dejo de reír cuando noto que mis ojos son de otro color, me acerco otra vez al espejo y vuelvo a alejarme, frunzo mi ceño.

—Adam. —digo.

Me acerco a su espacio personal, abro bien grande mis ojos para que él pueda verlos, él me mira sin entender.

— ¿De qué color son mis ojos? —pregunto, él ríe. —No te rías, responde. —exijo.

—Grises.

— ¿Ahora? —vuelvo a preguntar cuando cierro y abro los ojos. Procurando que mágicamente van a desaparecer.

— ¿Qué sucede? —pregunta con preocupación, sujeta mi rostro con ambas manos inspeccionando con atención.

—Estos no son mis ojos, mis ojos son marrones. —hablo, me intimida cuando él me mira así.

—Hablaré con el doctor. —dice.

Luego enchufa la secadora, y seca mi pelo. Trate de sacarle información, pero él me ignoro completamente. Cuando termino se marchó, dijo que había ropa de mi talla en la cama, y luego bajara a comer. La miro por un buen rato hasta que decido vestirme o agarraré un resfriado.

Cuando me encerré elegí la habitación que conocía, fue la que me desperté con la herida en el abdomen. Salgo de la habitación y me acerco para abrir la puerta que creo que es de la cocina.

— ¿No le vas a decir? —me detengo, me estoy acostumbrando a escuchar detrás de las puertas.

—Solo cállate.

—Es su decisión, no la tuya.

—Ella es mía, yo tomo las decisiones.

—Soy mía y yo tomo mis propias decisiones. —digo abriendo la puerta sorprendiéndolos. —Así dime lo que estás tratando de ocultar. —él no responde, solo se me queda viendo de esa manera.

—Siéntate y desayuna. —dice dictando, su voz es diferente.

No comprendo por qué obedezco y tomo asiento.

—No tengo hambre. —digo sin tocar nada, pero el rugido que hace mi estómago me delata, él sonríe con diversión.

Me propongo a comer, ellos mantienen una conversación de otra cosa que no entiendo, los ignoro. Le doy un vistazo a la cocina, es moderna, es un tanto espaciosa, tiene ventanales grandes que dan con un gran bosque, la luz del sol entra, calentado el espacio donde estamos, tiene una buena distribución, dejo de mirar la cocina cuando oigo un coche.

Momentos después aparece la perra que me daño, la miro sin quitarle la vista, rio.

—Voy a matarte.

Estoy por levantarme, pero Adam se levanta acercándose a ella.

—Dove, es mi invitada. —dice, lo miro con incredulidad.

Apretó mis puños debajo de la mesa, una furia crece en mi interior, como se atreve este imbécil. Ella se atreve a venir aquí, no le quedó claro la amenaza. Veo como ella lo abraza y este se lo devuelve. El vaso que Logan está a punto de tomar explota en su mano, los tres me miran.

—Yo no he sido. —digo, levantándome, agarro una manzana de la frutera.

—Oh dios miren sus ojos, están negros. — dice la perra cuando me acerco a ella, Adam la protege, eso me enfurece.

—Cuídate. —amenazo.

Paso a su lado mordiendo la manzana.

HÍBRIDA ©.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora