Capítulo 8. Lya

378 25 1
                                    

Estúpida. Estúpida. Estúpida. Estúpida. Estúpida.

He superado todos los niveles de estupidez, idiotez, inmadurez y cualquier ofensa con la terminación -ez. ¿Cómo pude darle un beso en la mejilla a Grant Rogers? Y peor aún: ¿cómo es que acepté salir con él?

Sé que no es una cita, pero aún así es... Extraño.

—Tendrás que agarrarte a mí si quieres sobrevivir —dice Grant. Ya está sobre su moto, y yo hago lo posible para no verme nerviosa.

Solo me he subido a la moto con Drew y papá. Y una vez cuando mamá intentó enseñarme a conducirla, pero me gané una fractura de mano y un miedo a conducir la moto.

—¿No podemos pedir un taxi? —le pregunto.

Grant pone los ojos en blanco y se gira un poco para verme. —Sube ya, no seas miedosa.

—No soy miedosa. Solo soy precavida... —me defiendo y bufo.

—Vamos. No tengas miedo, pequeña.

—No soy pequeña. Mido metro-setenta —digo. Grant me ve con burla y se acomoda.

Subo a la motocicleta y me fijo en qué me puedo agarrar de Grant. Sus hombros se ven firmes y fuertes, su cintura... Mejor agarro sus hombros.

—No vayas muy rápido —le digo cuando acelera.

El bandazo hace que me haga hacia atrás, rodeo la cintura de Grant y me aferro a él como si mi vida dependiera de ello. Esto es una pésima idea.

El viento golpea en mi cara, y hace que parpadee para poder ver bien. Me oculto tras la espalda ancha de Grant y huelo su esencia. Extrañamente, huele a café, menta y ¿manzana? Sea como sea, huele muy bien.

—Relájate, Lya.

—Sí, bueno, no suelo subirme a la moto de extraños —digo de mal humor. Grant se ríe en voz baja y entiendo lo que él agarró como mi comentario—. Pervertido.

Él se carcajea y salimos de la propiedad de SHIELD, recorriendo la carretera rural para estar en la ciudad en una hora o menos.

—¿En serio nunca te habías subido a una moto antes? —me pregunta. Puedo ver la ciudad en el horizonte. Es hermoso.

—Ya me había subido con papá y Drew. Y mamá una vez intentó enseñarme a manejar una —respondo. Mi voz suena amortiguada por la tela en el hombro de Grant.

—¿Qué tal te fue? —me pregunta, aunque sospecho que ya tiene una idea de cómo estuvo.

—Mano fracturada.

—Oh, eso es terrible —dice, tratando de controlar el sarcasmo en su voz.

—Demasiado. No pude dar bofetadas —digo imitando su tono.

Grant se pone a reír. Se ríe tanto que temo que pierda el control del manubrio. Me agarro más a él, sintiendo que en cualquier momento nos vamos a caer, y que me fracturaré la mano o el brazo o el cuello.

—Deja de reírte, vamos a caernos —le digo, asustada.

—Tengo mucha experiencia en el ámbito de conducción alegre —dice con arrogancia.

—Oh, por favor cállate.

Grant se ríe y se tranquiliza. —Bien. Manejaré seriamente.

Llegamos a la ciudad en menos tiempo del que pensé. El bullicio de la ciudad de Nueva York hace que me sienta como en casa, como si este fuera mi lugar. Nunca antes me había sentido tan a gusto en la ciudad, ni siquiera cuando estuve en Rusia estudiando y siendo entrenada.

Fury Avenger (Trilogía completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora