Me quedo pensando en lo que me ha dicho y me doy cuenta de que tiene razón. He estado "leyendo" la misma página por un buen rato.

Ambas nos largamos a reír. Desde que los idiotas volvieron no escuchaba una risa tan efusiva por parte de Lucy. Tiene un ataque de risa. Se para y se encorva llevandose los brazos al estomago. Yo también me estoy riendo mucho, pero lo de ella llega a ser exagerado. No lo cuestiono. Me alegra tanto verla reírse que la dejo ser feliz. 

Comienza a tambalearse y choca con uno de los estantes con libros. Su espalda topa una de las esquinas del estante, pero éste ni se mueve, por lo que se que no es un golpe fuerte. Pero de repente la cara de Lucy se deforma en una mueca de dolor. Cae al suelo y comienza a chillar un poco, como si quisiera contener un grito. 

De inmediato comienzo a moverme a su lado. Intento hacer que se acueste de espalda, pero no quiere y forcejea conmigo para evitar que la mueva. Se acuesta sobre su pecho y estomago. Puedo ver lagrimas caer por sus ojitos. Está llorando desconsoladamente y no sé que hacer al respecto.

Le acaricio el pelo hasta que logro que se calme un poco. Respira un poco acelerado, pero ya no esta chillando. Le levanto la blusa para mirarle la espalda y ver si se había hecho mucho daño. Tal vez me equivoque al pensar que había sido un golpe insignificante. Pero cuando vi lo que había debajo de esa blusa me di cuenta que ese dolor que estaba sintiendo no tenía nada que ver con el golpe con el estante. En parte si. El golpe había gatillado el dolor, pero era algo mucho más grande que eso.

La espalda de Lucy estaba, en primer lugar, toda roja e hinchada. No podía distinguir ninguna parte de ella que tuviera el color normal que debe de tener la piel. En segundo lugar, estaba llena de heridas paralelas entre si. Pude identificar lo que eran en seguida. Heridas hechas por un latigo. No eran recientes, porque se notaban que estaban cicatrizando un poco, pero al golpearse Lucy con el estante, una de ellas se abrió y le provocó ese dolor inmenso que esta sintiendo.

Le bajo la blusa y no digo nada. No aun. Ella esta todavía demasiado dolorida para hacerle las preguntas que se que debo hacerle. Por eso le sigo haciendo cariño en el pelo y se relaja. Deja de llorar y logra sentarse. Habíamos llevado unos jugos por si dos daba sed mientras leíamos así que le doy un vaso y ella toma su contenido. Respira hondo y parece estar muchísimo mejor. Ahora es el momento de saber a quien debo matar.

-Debes estar preguntandote quien me hizo esto- dice estre sollozos Lucy, sorprendiendome por hablar primero.

-No es algo que tenga que pensar mucho- le conteste- Se que no fueron los Guzmás por que ellos no son así. En la escuela lo dudo porque Zeke tendría lo mismo y Alex me hubiera contado todo... la única opción es aquí en la casa.

-Tienes razón- dice y se acurruca junto a mí. Yo la abrazo y dejo que se acurruque.

-Fueron los idiotas ¿verdad?- pregunto ya con lagrimas en los ojos.

Lucy se larga a llorar y también lo hago yo, pero lo hacemos por razones diferentes. Ella lo hace seguramente por pena y por dolor. Yo lo hago por rabia, por incredulidad de que hayan personas en esta vida que puedan ser tan malos y le hagan eso a una niña pequeña que no le hace daño a nadie.

-En si no fueron LOS idiotas- comienza a decir Lucy poniendo enfasis en Los- simplemente fue Él idiota.

Me quedo mirandola, pasmada por lo que me acaba de decir ¿El idiota? si hubiera tenido que apostar por uno de ellos hubiera sido por la idiota. Ella es más pesada y la creo capáz de eso y mucho más, pero del idiota no me lo esperaba en absoluto.

-¿Que te hace, Lucy?- pregunto casi con un susurro, porque no me atrevo a decir nada más fuerte.

-Algunas noches llega a mi habitación y me obliga a sacarme el pijama entero-dice también en un susurro- me hace quedar en ropa interior y luego comienza a asotarme con un latigo que no sé de donde lo sacó. Luego me hace curaciones y me pone unas vendas. Me hace curaciones todos los días hasta que ve que las heridas están bien y vuelve a abrirlas. Estas me las hizo una semana antes de irse a México y como no las curé durante esa semana aun están delicadas.

-¿Alguien más sabe sobre esto?- pregunto.

-No, no se lo he contado a nadie hasta ahora. Ni la idiota sabe algo al respecto.

Me lavanto rápidamente del suelo y salgo corriendo de la biblioteca. Lucy intenta seguirme y grita mi nombre, pero no logra seguirme el paso y además no aminoro la velocidad como para que pueda seguirme. Me voy directamente a uno de los lugares prohibidos de la casa. Una regla que he intentado seguir al pie de la letra, hasta ahora. La habitación de los idiotas.

Abro la puerta y el idiota esta acostado mirando la televisión. Se sorprende tanto al verme entrar que no puede siquiera pronunciar una palabra antes de que yo hable.

-Ya se lo que le has estado haciendo a Lucia y eso tiene que parar ya- le digo con voz firme.

-Lo siento, pero no puedo hacer eso- dice apagando la televisión y levantandose para mirarme cara a cara.

-Le diré a la policía lo que haces y tengo la espalda de Lucia como prueba.

-Los policías de Miami son mis amigos- dice el idiota- no puedes hacer nada. Será tu palabra contra la mía y ¿A quién crees que le creeran?

-Tienes que parar de hacerle daño, me escuchaste- le dije, ignorando lo que me había dicho antes.

-Solo hay una forma de que te haga caso.

-¿Cuál es?- pregunto

-Que ahora seas tú la que se sacrifique por Lucia- dice mientras me toma la mano- verás como te gustara ser azotada por mí.

Le quito mi mano de su mano. Lo odio. Se que mi mirada lo refleja muy bien también. Lo odio tanto que llega a dolerme todo. Me alejo hacia la puerta mientras él me mira a lo lejos.

-Haz lo que quieras conmigo- le digo desafiante- pero deja tranquila a Lucia

Y antes de cerrar la puerta, me doy vuelta y le digo:

-Solo ten esto en cuenta: Soy una luchadora, siempre lo he sido. No dejaré que me hagas daño tan fácil, no podrás hacerme nada sin luchar conmigo. He accedido a que me trates como quieras con tal de que dejes tranquila a Lucia, pero no se te será tan fácil, te lo aseguro con mi vida.

Cierro la puerta y me voy corriendo a mi cuarto, donde puedo llorar tranquila. Se que he hecho bien en hacer ese ttrato con el idiota, pero ¿Ayudará eso a Lucy? ¿Dejara de hacerle daño? Si no deja de hacerle daño, aquí correrá sangre y no será ni la de Lucy ni la mía.

Alicia & AlejandroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora