Capítulo IV

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Siento que alguien está llorando en la habitación de Lucy. Me ha despertado así que está llorando muy fuerte. Me levanto de la cama y voy a ver qué es lo que le pasa. Cuando entro a su habitación las cosas han cambiado. No se parece en nada a mi habitación actual, que es como debe de ser la de Lucy o muy parecida, sino que estoy en la habitación de la última casa de acogida en la que estuve en Chicago. Mis hermanos están acostados en la cama que teníamos que compartir. Éramos tres en una cama. Ryan y Walter, esos eran sus nombres, están llorando como la última vez que los vi. Y veo a un señor golpeándolos con la correa, el señor que nos cuidaba en aquella casa.

Mis hermanos tienen 4 y 7 años, respectivamente. Ahora está golpeando a Walter, el mayor. Y le está sacando sangre. Me interpongo entre ellos y lo golpeo con mi puño en la mandíbula, desestabilizándolo. Corro para tomar a Ryan en brazos y a Walter de la mano. En el marco de la puerta bajo a Ryan y suelto a Walter para que salgan corriendo. Y poder correr con mayor libertad también yo. Pero no alcanzo a correr, algo me toma por el pelo y lo tira hacia la puerta que se cierra con pestillo. Lucho. Lucho con todas mis fuerzas para zafarme del señor que me ha tirado al suelo y me arrastra tirando de mi pelo.

Grito. Estoy desesperada porque el dolor es mucho. Siento a mis hermanos tocando la puerta, pero ellos no pueden entrar. Y no quiero que entren, son muy pequeños. El señor me toma en brazos con rudeza y me tira a la cama…

Despierto porque alguien está moviendo mi hombro. Tiro manotazos al aire, aún sumida en el sueño y la pelea. Siento que golpeo algo, pero no sé qué es.

Cuando por fin vuelvo a la realidad, me doy cuenta que es Lucy quien me ha despertado. Y le he golpeado el brazo, pero no parece ser tan grave.

Las lágrimas me corren, me digo que ha sido solo un sueño. Solo un sueño. Pero fue más que eso, fue un recuerdo. Un recuerdo de algo que quiero olvidar, pero que me ha marcado. Como todas las cosas que me han pasado en mi vida.

Lucy se sienta al lado mío y me abraza. Yo aún estoy muy agitada, pero su abrazo me ayuda a calmarme. Poco a poco mi respiración vuelve a su ritmo normal, al igual que los latidos de mi corazón. Lucy se acomoda en mi regazo y yo le acaricio el pelo, que lleva suelto esta vez. Va vestida con un camisón de seda que parece piyama, debe de serlo. Miro a través de la bruma que me han causado las lágrimas para ver la hora. Son las 6:45 p.m.

Lucy ha debido venir a despertarme para ir a la escuela.

No quiero retrasarme ni que Lucy se preocupe por mí, así que la miro y muevo su cabeza para que me mire de vuelta le sonrío, aunque es muy duro hacerlo y la levanto de la cama. También me levanto yo.

-Solo ha sido una pesadilla- le digo con un susurro entrecortado- Ya estoy bien, gracias.

Ella solo me mira con un poco de recelo y asiente.

-Lo siento por haberte pegado- me disculpo.

-No me has dado muy fuerte- me dice también en un susurro.

Le doy un pequeño abrazo y acerco mi boca a su oreja para decirle muy suavemente.

-Mejor ve a prepararte para la escuela, Lucy- la aparto de mí y digo- No quiero llegar tarde el primer día de clases.

Ella me sonríe y yo le sonrío. Asiente y se aleja a su habitación, donde tiene su propio baño al igual que yo.

Cuando ella cierra la puerta detrás de ella, mi sonrisa desaparece y las lágrimas vuelven a correr. Dejo que lo hagan unos dos minutos antes de irme al baño. Me veo en el espejo y me digo:

“-Cálmate, eres más fuerte que un recuerdo”

Funciona un poco y me meto a la ducha. Nunca me había bañado dos días seguidos. En otras casas de acogida ni siquiera había agua caliente, por lo que no me gustaba tan seguido. Ahora, no encuentro nada más relajante que una ducha caliente.

Alicia & AlejandroWhere stories live. Discover now