IMAGINATORID.

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PRÓLOGO.

Estaba nerviosa. Demasiado. Tras acabar los exámenes finales, y terminar exitosamente el curso, estaba allí. Siempre había deseado la vida universitaria, independizarme, vivir mi propia vida, bajo mis leyes y opiniones, sin ser juzgada, ni avergonzada por nadie, pero desde que ha sonado el despertador todo ha cambiado. Tengo que dejar toda mi vida atrás y realmente no se si voy a poder.

Segundo de bachillerato había sido todo un reto y el instituto una pesadilla que había durado seis años interminables de mi vida. Los últimos meses, los peores, habíamos estado sometidos a un gran estrés, pero todo esfuerzo sería recompensado si realizábamos la carrera de nuestros sueños.

No podía creerme que tras todo ese viaje, estaría a escasas horas de ir a la universidad.

Mientras mi vida pasa por delante de mis ojos, recuerdo un segundo mis años en el instituto y miro hacia atrás. Desde luego una experiencia única y por lo que a mí respecta, terrible. Los cambios tanto físicos como psíquicos más bruscos y destacables ocurren allí, y puedo recordar desde mi primer mes como mujer, hasta el último de bipolaridad.

En mi pueblo siempre han sido muy tradicionales a la hora de impartir las clases, hecho que me ha desagradado siempre, así como también el concepto que se tiene en España por 'aprender' o como lo llamo yo 'tragar y escupir en la hoja del examen'. Desde luego, en la universidad todo sería diferente para mí, o eso esperaba.

Cojo mi última maleta del suelo y miro a mi alrededor.

Hasta el último momento no lo tuve claro, después de pensarlo varias veces me decidí, enfermería sería mi lugar. Empezaría el aprendizaje más bonito de mi vida en la Universidad de Valencia (UV), a mi parecer una de las ciudades más grandes y bonitas de España, con un gran prestigio sobretodo en los grados relacionados con ciencias de la salud. Siempre he querido salvar vidas, ayudar y cuidar a las personas cuando no pueden más a causa de una enfermedad.

El verano fue intenso pero corto, en un abrir y cerrar de ojos estábamos en septiembre, y ya estaba despidiéndome de mi mejor amiga. Ella. Fue tan dura nuestra despedida. La conozco desde hace unos cuatro años y a pesar de ser muy distintas, es una parte fundamental en mi vida. No desde siempre pero si para siempre. Desde entonces no había ni un sólo momento en el día en que no estuviésemos juntas, hablando, discutiendo o haciéndonos burla. Éramos inseparables. Éramos. Ella se queda y yo me voy. Carmen ha cambiado mi vida desde que apareció en ella y eso, no voy a olvidarlo nunca.

Hace unos meses atrás no parecía todo tan duro...

'Anna' Mi madre me saca de mis pensamientos. 'El coche ya está cargado, ha llegado la hora' Grita desde la planta baja.

Les voy a echar tanto de menos.

Mi universidad está a unos cien kilómetros de mi pueblo, no obstante independizarse es un gran paso, y no se si estoy preparada para ello. Nunca he vivido lejos de casa, de mi familia y tengo miedo. Tengo miedo de no abrirme lo suficiente a la gente, de no ser aceptada, de que los recuerdos me invadan, y que mis lágrimas caigan.

'Ya voy, mamá' Contesto cerrando la luz de mi caótica habitación.

Rápidamente bajo las escaleras y cierro la puerta de casa, pero por un momento quiero abrirla de nuevo y atarme a una silla para no tener que irme.

Se que es un paso que se tiene que dar, pero todos los inicios son complicados especialmente si necesitas mucha confianza para dejar atrás tu introversión social. Ser introvertida no significa carecer de habilidades sociales; por experiencias pasadas sólo enseño mi parte más íntima a aquellas personas que lo merecen.

Entro en el coche y le lanzo una mirada de nostalgia a mi madre, la cual lee mágicamente mis pensamientos. Es increíble como nos compenetramos.

'Se que vas a echarlo todo de menos' Dice mientras se gira hacia el asiento posterior del vehículo donde me encuentro. Su sonrisa forzada es lanzada hacia mí, sin que ningún obstáculo lo impida. Mis ojos se cierran para aceptar su gesto y mi mirada se dirige, inmediatamente al cristal.

'Anna, piensa que el viernes por la tarde ya vuelves.' Suelta mi padre mientras el coche avanza por la carretera principal. Él siempre ha intentado calmar la situación, por muy mala que sea, pero ésta vez no lo consigue, estoy demasiado asustada como para seguir sus consejos u opiniones.

'Venir los fines de semana no es volver' Contesto.

Mis padres generan una conversación irrelevante de la nada y yo saco mis auriculares del bolsillo para posteriormente introducirlos en el interior de mis orejas. La música de Coldplay me invade y hace que me calme.

Paso todo el viaje en silencio, intentando averiguar si lo que siento son nervios, nostalgia, o felicidad. Realmente no lo se. Debería estar feliz y realmente lo estoy, pero no puedo evitar pensar en todo lo que dejo atrás. Esos seis años de instituto han sido tan intensos... Me enamoré, odié, cambié, maduré y sobretodo conocí, me conocí a mí.

Gracias a la música el viaje se hace corto, demasiado para mi gusto y cuando llegamos a Valencia el tráfico es horrible. Se puede apreciar en el ambiente que las clases empiezan mañana.

Mi apartamento sólo está a 5 minutos andando de mi nueva universidad y realmente lo agradezco, tuve suerte al encontrar ese papel pegado en el tablón de anuncios en la secretaría de la UV. El piso ya estaba ocupado por dos chicas más, a las que no conozco personalmente.

Tras dar varias vueltas a causa del intenso tráfico de Valencia, mi padre aparca el coche justo enfrente de mi nuevo apartamento y con la ayuda de mi madre, coge cada una de las maletas que llenaban el maletero del vehículo.

Observo la fachada. El apartamento es relativamente nuevo, acogedor y perfecto para tres estudiantes. A principio de agosto tras contactar con la casera por teléfono y afirmarnos que aún quedaban dos habitaciones libres, fuimos a verlo para confirmar mi estancia, y no necesité más que un simple vistazo para acceder a pasar allí, por lo menos un año de mi vida.

Después de subir al ascensor hasta el piso número cuatro, me paro enfrente de la puerta del apartamento 15. Toco el bolsillo derecho de mi short y meto mi mano en él para atrapar las llaves que me cedieron un mes atrás. Seguido de ello abro la puerta, y escucho unos gritos.

El primer día y con peleas. Empezamos bien el curso...

IMAGINATORID.Where stories live. Discover now