.capítulo dieciséis.

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julio de 2002.

mikey.

¿Mi hermano, un drogadicto? ¿Por qué no me sorprendía? Sus recurrentes pensamientos sobre la muerte y su adicción a la bebida y el tabaco me llevaron a pensar muchas veces que Gerard podía ser una presa fácil para la droga. Pero, mi pregunta era: ¿por qué ahora? Desde pequeños habíamos compartido nuestros sentimientos siempre con el otro, y él no me había dicho que estaba mal en los últimos meses.

—¿Qué podemos hacer?—me susurra Frank. Eran pasada la medianoche, y mi amigo y yo estábamos hablando, mejor dicho, susurrando, sobre Gerard y el episodio junto al castaño el mes pasado. 

—No lo sé, ¿ya le quitaste las drogas?—no estaba muy informado de cómo tratar a un drogadicto, ya que nunca había sucedido algo similar en mi familia.

—Sí, claro que lo hice, pero, lo hará de nuevo, lo sé. ¿Por qué no llamamos a tus padres?—sugiere.

—¡No! ¡Claro que no!—digo en un grito-susurro.—Enloquecerían, y es lo que menos quiero ahora.

—¿Entoncés qué?—me pregunta Frank, desesperado.

—¡No lo sé! Hablemos con él. Llamaré a Ray y a Matt mañana y hablaremos los cinco, como banda y amigos.

—De acuerdo.—dijo, apenado.

Dimos como finalizada la conversación y volvimos al cuarto, Frank se acostó en la cama de Gerard junto a él y yo en la mía.

—¿Frankie, eres tú?—escuché susurrar a mi hermano, a lo que Frank respondió «sí, soy yo, duerme». Me dedicó una mirada de preocupación antes de cerrar los ojos, por lo que yo hice lo mismo.

[...]

Cuando me desperté, la cama de al lado estaba vacía, y se escuchaban voces desde el comedor. Salí de la habitación para ver desde dónde provenían los ruidos, pero sólo eran mis compañeros de banda desayunando. Saludé con la mano y me dirigí a la cocina a buscar café. Lo estaba sirviendo en una taza cuando Frank se acercó hacia mí y me susurró:

—Yo les dije que vinieran, estábamos esperando que te despiertes para hablar.—fingió tomar el frasco de galletas y volvió al comedor, yo lo seguí, sentándome a la izquierda de mi hermano y al lado de Matt. Frank me envió una mirada de complicidad y yo asentí.

—Tenemos que hablar de algo, Gee.—le dijo el enano, quien estaba a su derecha.

—¿Qué pasó? ¿Es algo malo?—preguntó confundido. Ray y Matt no entendían nada tampoco.

—Es sobre ti, sobre lo del otro día.—murmuró Frank.

—Sigo sin entender.

—Sobre la cocaína, Gerard. Sabemos que estás drogándote.—le dije bruscamente. Mi hermano, Ray y Matt abrieron los ojos como platos.

—¡No! ¿Frank, cómo pudiste hacerme ésto? Creí que era nuestro pequeño secreto.—le habló, dolido.

—Queremos ayudarte, Gee...—Frank intentó tomar su mano, pero Gerard la alejó, con asco, mientras lo miraba con el ceño fruncido.

—¡Eres un traidor! ¡Te odio, Frank! Desearía nunca haberte conocido.—le dijo con desprecio, azotando la puerta. 

Ray y Matt se incorporaron para seguirlo, pero les dije que se vuelvan a sentar, que debíamos planear algo.

—¿Qué se te ocurre?—dijo Ray.

—Supongo que lo más sensato sería llevarlo a rehabilitación.—sugirió Matt.

the true lives of the fabulous killjoys ; mcrWhere stories live. Discover now