.capítulo catorce.

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8 de junio de 2002.

mikey.

Ray me invitó a salir hoy, y, aunque no iba a aceptar, Gerard y Frank, que ya está enterado de lo "mío" con Ray -aunque no tenemos nada, sólo somos amigos- por culpa de mi hermano, que no sabe cerrar la puta boca.

-¿Y, qué dices, Mikey, aceptas?-dice el de rulos del otro lado de la línea.

-Em... sí, claro. ¿A dónde iremos?

-Escuché que habría una feria en el centro, ¿te gustan?-propone. No, no me gustaban, pero ¿qué podía salir mal?

-Claro, Torosaurus. ¿A qué hora?

-¿A las siete te parece bien?

-Como digas.-apreto el botón rojo para colgar la llamada y cierro la tapa de mi nuevo celular, que Ray me había dado como regalo anticipado de cumpleaños. Gerard y Frank decían que eso era sólo una excusa para regalármelo y llamarme cuando él quisiera, pero yo no les prestaba atención a sus tontas teorías.

[...]

gerard.

Son apenas las cuatro de la tarde y Mikey ya se está preparando para su "salida" con Ray, mientras que Frankie y yo estamos sentados en el sofá jugando vídeo juegos.

-¡Ja! Te asesiné, puta gorda.-me humilla el enano. Era la quinta vez que me mataba en el día, y por más que me esforzara, él siempre sería mejor.

-No se vale así.-dije poniendo puchero como un niño pequeño.

-Esa cara puede solucionarse sólo con una cosa.

-¿Alcohol?-pregunto, confundido.

-¡Cosquillas!-se abalanza sobre mí y comienza a mover sus tiernos deditos sobre mi cuello.

-¡Frank! ¡No! ¡Para, para!-digo entre risas. Frank se incorpora, todavía riendo.

-Espera, tengo que ir al baño, de tanto reírme quiero mear. Reinicia el juego, así puedo volver a ganarte.-habla mi amigo mientras camina hacia el baño.

Cuando escucho que Frank cierra la puerta del baño y Mikey sigue en el cuarto hablando solo, saco la pequeña bolsa con contenido blanco de debajo del sillón. Tiro un poco de polvo en la mesa, trato de acomodarlo rápidamente con los dedos, ya que no tengo ninguna tarjeta a mano, pero escucho una puerta abrirse, y aspiro todo lo que está en la mesa rápidamente. Me limpio la nariz y tiro la bolsita debajo del sillón rápidamente.

-¿Qué estás haciendo?-me dice Frank.

-Nada, yo...

-¡Estabas aspirando puta cocaína, Gerard!-me habla en un grito-susurro.-Voy a hablar con Mikey ya, estás jodido.

-Frankie... No, por favor.-le susurro.-No lo haré más. Lo prometo. Ven, siéntate aquí.-palmeo el sofá a mi derecha. Él obedece, aún mirándome acusadoramente.-Te prometo no hacerlo más, en serio.

-De acuerdo.-suelta un largo suspiro.-Pero dame la bolsita que intentaste esconder.-extiende su mano hacia mí.

Resignado, tomo la bolsita de debajo del sillón otra vez y se la doy a Frank, quien la guarda en su bolsillo.

[...]

mikey.

Eran las 6:58 p.m cuando oi el timbre y abrí la puerta. Ray estaba parado del otro lado de la puerta, con un sonrisa en su rostro, como siempre.

—Hola.—dice.

—Hola... Estás lindo hoy.—me sonrojo.

—Ay, querido Mikey, yo siempre soy lindo.—bromea, poniendo la voz aguda. Me río ante el comentario.—¿Vamos?—me dice. Salgo de mi departamento y nos encaminamos hacia la feria.

Cuando llegamos, la cantidad de gente que vi me abrumó.

—¿Estás bien?—preguntó Ray.

—No, realmente no estoy bien.—dije, agarrando mi cabeza ya que comenzaba a marearme.

—¿Quieres volver? ¿Quieres agua? ¿Necesitas algo? Ven, vamos a sentarnos.—me toma por los hombros y me lleva hacia un banca vacía.

Yo comencé a reír y mi amigo de rulos me miró extrañado.

—No seas exagerado, estoy bien.—finjo.

—No, no estás bien, Michael, volveremos.

—Estoy bien, creeme. Vamos a jugar a algo, ¿qué te gusta?—le insisto.

—Me gusta la vuelta al mundo*.—maldición, me daba ganas de vomitar estar tan alto.

—Em... bueno, vamos.—caminamos hacia el juego que eligió Ray, donde no había mucha gente salvo algunos adultos. Sacamos los boletos y subimos a una de las cabinas juntos. Cuando el juego llegó a su parte más alta, comencé a sentirme pésimo.

—Ray, quiero bajarme.—me alteré.

—No podemos, Mikey. Espera, ya termina.—intentó —fallidamente— tranquilizarme.

—¡ME QUIERO BAJAR!—comencé a moverme en la cabina.

—No te muevas, nos podemos caer.—dijo, aún calmado. Me pidió que me siente y cierre los ojos, y así lo hice, y pude quedarme más tranquilo hasta que bajamos.

Luego, fuimos a un puesto donde, si lograbas que un aro entre en una botella, ganabas un peluche. Los dos intentamos varias veces, pero sin éxito. Yo ya me sentía fatal y quería volver, pero Ray se sentía como un niño en una juguetería.

—¿Podemos ir a ese? ¿Podemos, podemos?—pregunta, comiendo algodón de azúcar y señalando a un juego donde debías tirar las latas para ganar algún premio de mierda mientras daba saltitos.

—De acuerdo, pero es el último y volvemos.—soné realmente como mi madre.

—¡Gracias!—corre hacia el juego, y yo lo sigo con paso perezoso.

[...]

Aproximadamente a las nueve, llegamos a mi departamento con Ray, quien insistió en acompañarme a pesar de que me negué.

—Bueno... Supongo que llegamos, ¿no?—ríe para sí mismo.

—Claro, pasa si quieres, seguro Frank está aquí, dentro de poco vamos a tener que mudarlo también.—digo, mientras abro la puerta.—¡Gerard! Llegué, estoy con Ray. ¿Dónde mierda estás?

—¡Me estoy bañando, ya salgo!—lo oigo hablar desde el baño, pero no escucho el agua de la ducha correr.

—Bueno, yo... Debería irme... Ya es tarde, tú sabes...—dice incómodo Ray.

—Podrías quedarte si quieres.

—Mi abuela se va a preocupar. Lo siento, Mikes. ¿La pasaste bien hoy?—pregunta, volviendo a sonreír como siempre.

—Sí, sólo me sentí un poco mal, pero...—río levemente.—Sí, la pasé bien. 

—Podríamos salir otro día si quieres... Bueno, si no quieres, podríamos salir con Frank, Gerard y Matt también, bueno, con Matt no porque está peleado con Gerard y entonces se pelearían y entonces Frank, tú y...—lo callé juntando nuestros labios. De lo cual me arrepentí inmediatamente y me separé.

—Mikey...—volvió a hablar.

—Vete. Por favor, antes de que Gerard salga... Vete.—le ordené, y así lo hizo. La había cagado.

xoboyd

vuelta al mundo o rueda eiffel: es ésto ahre:

vuelta al mundo o rueda eiffel: es ésto ahre:

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the true lives of the fabulous killjoys ; mcrWhere stories live. Discover now